La coalición cristiano-liberal que gobierna Alemania desde el pasado 28 de Octubre de 2009 ya ha cumplido algo más de 100 días y los balances, comentarios, sentimientos y percepciones de los alemanes no pueden ser más diversos. A nadie se le escapa que predomina en el consciente colectivo la sensación de que no se ha comenzado con buen pie. Quieren gobernar juntos, pero la tarea no parece fácil si nos fijamos en las múltiples discusiones internas –algunas de ellas lamentablemente llevadas a los medios, incluso iniciadas desde ellos- que adornan estas primeras semanas de gobierno del nuevo gabinete de Angela Merkel.
A todo el mundo le sorprendió sobremanera que nadie en la CDU viese motivo para celebrar los 100 días de Gobierno conjunto, tal y como es habitual en Berlín hace ya muchas legislaturas. La cocina de los rumores malpensados se puso a trabajar de inmediato. Sin embargo, nadie en el partido de Merkel opina abiertamente haber coaligado con el FDP en falso, pero casi todo el mundo piensa que el camino recorrido hasta ahora ha sido tortuoso.
El balance oficial de la coalición podría resumirse de esta forma:
- nos entendemos perfectamente
- hemos puesto en marcha, en tiempo récord, una ley para acelerar el crecimiento económico y unos presupuestos para el 2011
- la ley de remuneración de los empleos precarios es un éxito
- hemos conseguido liberar de carga fiscal (en varios miles de millones de euros) a las familias y la mediana empresa (autónomos sobre todo) para que vuelvan a ser motor de la economía
- si la reducción de impuestos se traduce en menos dinero para los ayuntamientos se debe sólo a la falta de previsión y el derroche de estos
Pero nada es tan simple como parece. Los recortes fiscales que se convirtieron en centro de atención de la campaña electoral y núcleo duro de las conversaciones previas a la formación de la coalición no son simples reajustes presupuestarios. Si de los expertos económicos del FDP dependiese, la reforma fiscal sería casi una revolución. Para ellos, el estado es un lastre carísimo, los últimos años poco más que un decenio perdido a manos de una economía estatal superburocratizada en la que se ha abusado de la clase media como si de la “vaca lechera de la nación” (palabras textuales de Westerwelle) se tratase.
Siga leyendo en el Suplemento de Exteriores de Libertad digital: Juntos, pero no revueltos: 110 días de coalición cristiano-liberal
Post en respuesta a las preguntas de Juano.
Por un lado haría bien el liberalismo aprendiendo de los buenos médicos, que cuando proponen una intervención o tratamiento explican el proceso y los efectos secundarios. El convencimiento de los liberales sobre la bondad de sus planteamientos suele acarrear una curiosa soberbia que espanta al paciente tanto por las formas como por la aparición de efectos secundarios ante los que no se le ha prevenido.
Igual que al que va a dejar de fumar se le ha de explicar la tos que se le viene encima y la manera mejor para afrontar el mono y disminuir la ansiedad y molestias, al que va a dejar de recibir los paquetes de estímulo estatales hay que explicarle el reajuste que va a pasar y las mejoras que experimentará si destina sus recursos a inversiones productivas sin el apoyo gubernamental.
Pinta tiene que los liberales alemanes se han metido con el bisturí a saco sin realizar previamente una labor pedagógica que predisponga a la sociedad a pasar el mal rato que es necesario para llegar a los resultados positivos… Mucha fe habría de tener un paciente ante un médico que sin decirle nada le ponga anestesia local, le saque un bisturí para empezar a cortar y extirpar y el enfermo no salga por patas de la consulta.
Por otro lado el liberalismo en su lucha entre minarquistas y anarquistas continúa sin ser capaz de establecer un modelo básico de estado. Difícil es atraer voluntades cuando se propone una dirección pero no un destino. Si en un barco el capitán propusiera un rumbo y, la dotación viendo a dónde puede llevar éste, cada vez que se preguntara al primero si el puerto al que se dirigen es uno u otro y la respuesta siempre fuera no…, al final todos llegarían a la conclusión de que al capitán le falta un tornillo.
Personalmente tengo el convencimiento de que un estado mínimo es preciso para que la sociedad se estructure y sea factible. Pero independientemente de ello, un planteamiento de todo o nada es ridículo. Por motivos, cuando menos pragmáticos, bien haríamos en establecer un modelo más que sea intermedio que haga posible poner de acuerdo a todos los liberales y atraer nuevos apoyos.
Discutir sobre el ejército, la policía o la justicia como funciones del estado poco beneficio nos traerá. Proponer el cheque escolar y un sistema de pensiones que se capitalice con opciones privadas sí es fácil de vender y explicar. Eliminar ministerios y leyes inútiles aprovechando la crisis tampoco es una empresa imposible, máxime con la controversia que vemos en la sociedad con muchas de estas instituciones y legislaciones.
En cuanto al sistema impositivo creo que hay dos cosas que se pueden proponer: por un lado establecer un tipo máximo (30%) y por otro llevar la labor recaudatoria a los estamentos representativos más próximos al votante (municipio o provincia). Lo primero establece un límite claro y diáfano al tamaño del aparato burocrático y a su intervención fiscal. Lo segundo acerca la figura recaudatoria al poder de decisión popular, dándole así más poder al votante para rebelarse contra la hacienda.
De ser los ayuntamientos los que realizaran la recaudación sería fácil que los ciudadanos decidieran sobre la presión fiscal a sufrir, los recursos irían desde las instituciones más próximas hacia las más lejanas y el control sobre los recaudadores sería directo y próximo.
Así, pongamos que cada ayuntamiento tuviera que pasar un 15% de su renta a las instituciones superiores. Habría otro 15% para llegar al tope que los votantes decidirían en qué cuantía desean «sufrir». Eso sumado a la competencia entre distintos ayuntamientos próximos sería un aliciente para derivar hacia la libertad, los tipos bajos y la iniciativa privada…
Bueno, es un charco grande este para meternos ahora en él. Amén de que todavía me falta un poco para trillarlo más y explicarlo con más soltura. Pero creo que para enfilar el debate es suficiente por ahora…
Como siempre Luis, gracias por tu labor 🙂
Estimado Juano, la cosa está mal. El pasado Viernes, Guido Westerwelle se atrevío a decir una de esas verdades impronunciables: «no es justo que una familia de parados (con dos hijos) reciba del estado 1600.- € mientras que, la misma familia, trabajando los dos, apenas llegue a los 2000.- € Esta sociedad debe premiar a quien tabaja, no a quien no lo hace»
Escándalo! Merkel se desmarca, la oposicion tacha a Westerwelle de retrógado y antisocial. Así está el panorama ….
Amen…
Te lo digo públicamente….
No sabes cuánto te agradezco que nos proporciones una conexión con la parte liberal de Alemania…
Gracias.
La pena es no tener más tiempo para contaros más cosas ….
Iría… pero quedaría igualbde mal que Zapatero con los auriculares….jeje
Entonces, aunque no sea mas que un miserable consuelo… ¿tengo razón en cuanto digo que los liberales no valemos para gobernar en coalición, es más, que no nos conviene en nada gobernar en colación, pero que es absolutamente necesaria nuestra presencia en los parlamentos??
Totalmente de acuerdo Bastiat. De gobernar, solos. De lo contrario, siempre en la oposición! No pensaba así hace unos meses, prefería dar una oportunidad a esta coalición … pero estaba errado. Ser liberal es lo que tiene: no te puedes casar con los estatistas, ya sean estos democristianos o socialistas. A ellos les encanta el estado!
YO iría….
Bien, pero entonces el caso es que el suave rumor de la moqueta bajo los pies ha aminorado el impulso liberal y por ello sus votantes les están dando de lado o por el contrario, en cuanto el votante ha visto el liberalismo en acción ha salido espantado.
Es una mezcla de ambas cosas, Bastiat. Muchos liberales están desencantados con la forma de llevar la coalición, demasiadas concesiones. Otros, que votaron FDP más para no votar ni a CDU ni a SPD que otra cosa, nunca fueron liberales. Y luego hay un grupo de perplejos que no entienden (porque no se lo explican) lo que pasa y se hajn cambiado al bando de los «indecisos».
PD: vente hombre. Será interesante, toca «Infraestructuras».
Bastiat dijo:
En las pasadas elecciones donde ganó la “fracasada Merkel”, los liberales tenían alguna posibilidad de participar en el gobierno, si mal no me acuerdo. Y si mal no me acuerdo, las juventudes liberales les dijeron a los mayores que de eso nada. Que lo que había en el país, un problema de narices, era culpa de los socialistas de todos los partidos y que se comieran el marrón ellos. Pues bien, al parecer el marrón se va digiriendo y en parte por la laminación de las tesis mas socialistas. Dicho esto sin tener ni idea de la política cotidiana en el gobierno alemán.
Por eso, si entonces, con pocas posibilidades se negaron, espero que ahora, con muchas logren forzar a Merkel, a quien espero que ahora no la llamen fracasada, a hacer verdaderas políticas liberales… ¿estarán los jóvenes del partido vigilantes de la pureza ideológica?…
En mis ideas para un partido liberal no es que entre en ellas el participar en un gobierno de coalición. Sé que puede no ser realista pero reconozco que me da miedo el que el suave rumor de la moqueta del poder bajo los pies pueda hacer cambiar algún paso dentro del partido liberal…
Espero que nos tengas informado.
# 27 September 2009 a las 22:3
Esto lo dije entonces, ahora no sé cuantos de mis temores se están confirmando y no sé qué está pasando dentro del partido liberal, en concreto a la vigilancia que reclamaba por parte de los jóvenes.
Insisto, la situación creo que era más para mantener al gobierno de Merkel en minoría. Apoyos concretos a las medidas que un P. Liberal pudiera aceptar y tratar de hacer mucha pedagogía, como aquí muchos dicen que hacen, pero a diferencia de aquí, desde el estrado del Parlamento.
No hay otra manera posible de hacer una terapia de choque y recuperar al individuo del infantilismo que le provoca el Estado.
El problema, Bastiat, es que no se ha sabido hacer pedagogía. Desde las bases, me consta, llega la frustración a raudales a los oídos de Westerwelle, pero la cúpula del partido no está por la labor de dar rienda suelta a lo que ya se viene en llamar el «ala libertaria» del FDP. Malo cuando en un partido liberal, que lo es por sus estatutos de verdad, ya se habla de «ala libertaria» … y nos llaman libertarios a los que hoy simplemente decimos: explique usted por qué el Estado no puede inmiscuirse en nuestras vidas como lo hace y por qué no debemos pagar esa intromisión. La próxima reunión del grupo «Freiheit» de Leipzig es el jueves 18 de este mes. Alguien se apunta? 😉
Luis, tu respuesta ¡magnífica!, me la guardo. Difícil es encontrar otra que defina mejor y en menos palabras al binomio liberlismo-colectivismo.
Hace algunos años, uno de los primeros blogeros que conocí, me dijo que eligiera al los blogs no tanto por la calidad de sus post, sino de sus respuestas.
…la verdad, que en los blog de “los leones”… no se con qué quedarme…
Un cordial saludo, Luís,
Pablo el herrero
Saludo de vuelta, Pablo. En el «blog de los leones»? Nosotros intentamos dar lo mejor, pero sois los comentaristas los que sacais brillo a esta web. Una pena que más de un lector asiduo de esta casa, con mucho y bueno que contar, nunca nos crean merecedores de sus ideas. 😉
Estos son los que van a la cabeza. Mojigatos temerosos. Así es natural que aquí, que vamos a la cola, no emprendamos una reforma laboral y económica en condiciones. No hay huevos.
Las políticas llamadas «sociales» están de tal forma imbricadas en el subconsciente germano, que es imposible reformarlas -no digo ya eliminar las inútiles, que no son pocas- sin una especie de psicoterapia colectiva. A lo largo de los últimos 50 años la interrelación ciudadana ha ido evolucionando hacia lo que yo llamo adolescencia social: los grupos, no los individuos, experimentan su propio poder enfrentándose a otros grupos para imponer sus criterios. El individuo queda desdibujado en este neocolectivismo pero no importa: el grupo (el «propio» o el estado) ya se encarga de que a nadie le falte de nada. En esta lucha, las prebendas del estado para «hacerse cargo» de los problemas de los individuos han ido creciendo paulatinamente, de modo que hoy los indolentes tienen dos redes que les salvan del costalazo: la del propio grupo y la del estado, que ha ido creciendo como consecuencia de primar los intereses de los grupos frente al respeto de los valores individuales. La solución es maravillosa: menos responsabilidad, menos trabajo, pero idénticos (IGUALES, ahí la clave) beneficios.