«Para el Universo, nada; para mí, todo», decía Obermann. Nuestra tragedia individual es intransferible. La conciencia del Yo es un epifenómeno del afán de supervivencia. ¿Qué somos? Vida. ¿De dónde venimos? De la vida. ¿A dónde vamos? A la muerte.
Al lector avisado no se le escapará que he preguntado Qué y no Quienes somos. La identidad es una construcción social, y detrás de sus velos está el Qué, desnudo. Porque la identidad es una construcción social emanada de nuestra naturaleza. Intentemos dar una respuesta al quién somos: solo podremos identificarnos a través de referencias sociales. Soy fulanito de tal, residente en X, partidario de H, amigo de G, pareja de D…..aparte de todo eso somos vida, vida que quiere vivir.
Mirémonos desde la óptica de la materia y de la biología: la Historia muestra el devenir de nuestra especie, desde Herodoto, tomando el relevo, humano, verbal y cultural de la evolución biológica. La propia idea de evolución, la propia idea de Historia, son excelsos productos linguisticos y sociales. ¿Qué se corresponden con algo real en si mismo? Bueno. Pero solo se perciben tras un aprendizaje, no a través de intuiciones inmediatas. ¿Somos gotas en el profundo océano de la existencia, granos de arena en el inmenso desierto de una materia desprovista de principio rector, nada emancipada?
Paradójicamente ninguna de las ideas expuestas excluye a Dios, pues Dios es lo inescrutable.
Dicen que Darwin, al principio, era deísta, es decir, que creía que Dios había echado a rodar el Universo desentendiéndose de él. En el otro extremo estarían quienes creen que Dios está metido en todo. Yo veo ambas cosas posibles y reales, como lo son la onda y la partícula.
Si nos vamos a los orígenes topamos con el Big Bang. Según Hawking con él empezó el tiempo. Imposible de imaginar el antes con nuestra mente, que piensa en términos espacio-temporales.
El reloj de Newton, el paso de tiempo previo a la relatividad de Einstein, independiente de la materia, estaría suspendido en el vacío absoluto.
¿Quizá ocurrió todo ya, y la verdadera realidad ya existe? ¿Hemos caído de ella como el carro de Platón? ¿Hemos caído en el tiempo, como dijera Cioran? ¿Vivimos un eterno retorno necesario?
Bueno, Pablo, yo creo que más que física cuántica es metafísica existencial, tal como digo en el título. Lo que pasa es que a día de hoy no se puede hacer una buena metafísica existencial sin entender al menos algunas implicaciones que tienen los conocimientos y desconocimientos en ese área sin área de la física cuántica.
Geralt, el «amor por el saber» pasó de lo general a lo particular y de lo lógico a lo empírico, porque no podía abarcarse todo con una sola mirada y con la pura deducción y la especulación. Los grandes filósofos, a día de hoy, son científicos en su mayor parte.
Juano, como decía un personaje de Tom Sharpe en El Bastardo Recalcitrante, la muerte es «la gran certidumbre».
Por naturaleza y definición el hombre es un ser limitado. Por lo tanto, todo lo que él produzca, incluídas ciencia y razón, también será limitado.
Hay preguntas que nos es imposible responder. Más curioso aún es que hay preguntas que podemos responder pero que no podemos razonar, ni explicar, ni justificar el camino que nos lleva a la respuesta. Y sin embargo no por ello dejan de ser soluciones válidas y ciertas.
Son varios los ejemplos de pensadores y científicos que, seguramente por jugar con los límites de nuestras limitaciones, acabaron como unas regaderas.
Tremenda aventura esa de la muerte…
Por cierto.
Por las implicaciones científicas de las que surgen reflexiones como éstas se llamaban antes algunos filósofos naturales. Y bien que estaba hecho el etiquetado… Muchas veces se dejan las cosas abstrusas y abstractas a los filósofos y/o humanistas, cuando el calado de ciertas implicaciones científicas es realmente profundo
Por favor, entrada en el blog ya:
El nuevo Mesías es además Premio Nobel de la Paz!
Me entero ahora mismo de lo de Obama, Geralt …. no sé si reirme a carcajadas o empezar a preocuparme seriamente
Interesante tu entrada de física cuantica.
Un cordial saludo,
Pablo el herrero