En su Curso de Lingüística General, Ferdinand de Saussure expuso el principio de la arbitrariedad del signo lingüístico. En sus propias palabras:
“El lazo que une el significante al significado es arbitrario; o bien, puesto que entendemos por signo el total resultante de la asociación de un significante con un significado, podemos decir más simplemente: el signo lingüístico es arbitrario.
Así, la idea de sur no está ligada por relación alguna interior con la secuencia de sonidos s-u-r que le sirve de significante; podría estar representada tan perfectamente por cualquier otra secuencia de sonidos”.
El psicólogo de la gestalt y etólogo Wolfgang Köhler ideó un experimento psicológico en el que se pedía a los participantes que asociaran un par de nombres con un par de formas. Los nombres eran Booba y Kiki, y las formas las que pueden ver bajo este texto. Prácticamente todos los participantes (Del 95 al 98%) eligieron la forma redondeada y sinuosa como Booba, y la recortada y puntiaguda como Kiki.
Algunos teóricos objetaron que estas elecciones pudieran deberse a las formas de las letras asociadas a los sonidos. La B es redondeada y la K puntiaguda. Pero hecho el experimento con Tamiles, en cuya lengua los significantes no tenían letras con dichas formas, el resultado era idéntico. La clave estaba en el sonido. De hecho podría pensarse que la forma de letras con sonidos más suaves, tales como la b, la a o la o pudieran deber su redondez al tipo de sonido al que originalmente se asociaron.
La arbitrariedad del signo parecía, pues, en entredicho. Al menos lo quedaba para algunas palabras en las fronteras del lenguaje. En el origen del mismo tuvo que haber una elevada proporción de léxico onomatopéyico (tal como dice la RAE, la onomatopeya es la imitación o recreación del sonido de algo en el vocablo que se forma para significarlo).
Los niños que se encuentran en las primeras fases del desarrollo del lenguaje tienden a crear onomatopeyas, o a aceptar las que les presentan sus padres (pensemos en el guau-guau para los perros).
Igualmente tienden a asociar determinadas formas redondeadas con sonidos más suaves y graves y formas más recortadas y puntiagudas con sonidos estridentes y agudos. Si no han visto Barrio Sésamo es probable que, ante la presentación de las figuras de Epi y Blas (en inglés Bert & Ernie) los niños de nuestra lengua nombren al regordete, bajito, anaranjado y de voz afónica y grave como Blas y al alto, amarillento, con cabeza apepinada y voz nasal y aguda como Epi. Aunque Epi sea el primero y Blas el segundo (en los nombres ingleses originales acertarían con mucha mayor facilidad, dejo al lector la razón por la cual sería así).
A pesar de que repetían incansablemente uno el nombre del otro, a muchas personas no se les quedó, porque era más fuerte la relación que establecían de forma instintiva entre ciertos sonidos y formas con los nombres que la que se daba arbitrariamente entre el significante y el significado. Y la selectividad de la memoria hacía prevalecer la interpretación espontánea sobre la aprendida.
Platón decía en El Cratilo que, si no hay una relación directa entre significante y significado, no podemos pronunciarnos con certea sobre el mundo… a lo mejor estos experimentos logran solventar la preocupación de Platón
El lenguaje tuvo que surgir a partir de los elementos neurales disponibles, Rojirigo. Sobre este asunto hay un artículo magistral de Ramachandran, que expresa la que creo es una de las más interesantes y neurológicamente probables teorías del origen del pensamiento simbólico.
Ya comentamos algo en Sinestesias, metáforas y el nacimiento de la mente moderna.
mmm una reflección sinestesica…
Intuitivamente me gusta mucho la idea de la naturaleza sinestesica del lenguaje, pero igual que muchas cosas sospecharia que es la cima de la punta del eisberg… al igual que una priedrecita no es lo mismo que una montaña aunque esten relacionadas, algunas conclusiones deben estar muy dispuestas a equivocarse absolutamente aunque parezca que no lo esten mas aun en una complejidad emergente tan elaborada como el lenguaje. Aun asi el camino sinestesico me parece muy interesante y probablemente adecuado para un analisis neurológico del lenguaje.
Depaso, ironizar sobre una explicación plausible comparándola con una completamente arbitraria no aporta nada al debate.
Spartan, en este mismo post, publicado en La Nueva Ilustración Evolucionista, el siempre sutil lingüísta Marzo pone de manifiesto que la relación de la que hablo entre la forma de las letras y los sonidos es probablemente errónea. Tan errónea como la apreciación de algunos teóricos sobre la importancia de esta forma en la asociación entre Booba y la figura con curvas y Kiki y la figura con aristas.
Yo diría que Bert lleva una «e» (y una B) mientras que Ernie (que lleva una «e» también en la pronunciación), pero lleva también una «i».
A,E,O son vocales «mas abiertas» (aunque en algunos idiomas puedan ser abiertas o cerradas, cómo el catalán), mientras que I e U son siempre cerradas. A mi me parece que las palabras con vocales abiertas y con las consonantes B, P, M, etc van mejor para cosas redondas, no esbeltas, etc, mientras que las vocales cerradas van mejor para cosas largas, puntiagudas…..
No se, es lo que a mi me parece….
Bueno, en España, el Epi más famoso y prácticamente contemporáneo del Epi de trapo fue un jugador de baloncesto. Del Barcelona. Juan Antonio San Epifanio. Y claro, era un tío alto. Y más aún para la época.
A lo mejor recordamos mal el nombre de los muñecos porque asociamos el nombre Epi con el de un tío alto. Y se tiene que jorobar el Saussure.
¡Teorías a mí!