Tiempos tristes en los negocios. A pesar de las subidas en la bolsa y que ya hay países que mejoran sus perspectivas, la situación no es como para estar tranquilos. Los ojos de todo el mundo, en lugar de fijarse en los Bancos Centrales, se fijan en los altos directivos de las empresas. Los ejecutivos se están llevando la palma en el deseo de control de los salarios por parte del Estado, se cuestiona su ética e incluso algunos idiotas se atreven a meter la mano en la caja. Me gustaría hacer una reflexión, aprovechando el caso del traspaso de Wesley Sneijder al Inter de Milán por el Real Madrid.
Supongo que ya os habréis enterado de que Wesley Sneijder, jugador hasta ayer del Real Madrid, ha fichado por el Inter de Milán. Mientras el fichaje del tulipán desde Ámsterdam hasta Madrid fue de 27 millones de euros, este traspaso sale por 15 y tres variables. Es decir, que el Real Madrid, en el mejor de los casos, ha perdido 12 millones de euros (no tengo en cuenta los ingresos que haya podido aportar el jugador).
¿Cuál ha sido el rendimiento de este jugador en los dos años que ha vestido la camiseta blanca? En su primera temporada empezó muy bien, marcando goles y haciendo exhibiciones de físico y juego. Después, su nivel descendió, pero se ganó la Liga. En la pretemporada del siguiente año se lesionó, y cuando se recuperó no fue el mismo. Parece ser que hubo un divorcio de por medio. El caso es que el jugador salía más de la cuenta con tal de olvidarse de sus problemas personales (lo cual no impedía que llegara siempre sobrio y puntual a los entrenamientos y que nunca se peleara con nadie). En éstas que llega una nueva directiva, hace una serie de fichajes y resulta que la posición de Sneijder ya está cubierta por otros jugadores, y hay que ingresar dinero. ¿Qué decisión toma la directiva? Desprenderse de Sneijder. ¿Por qué?
Florentino Pérez, nuevo Mesías de cualquiera que se sienta un poco madridista, pretende volver a impulsar la imagen del club. ¿Cuáles son los valores que se transmiten con la imagen del club? Trabajo, esfuerzo, sacrificio, victoria, elegancia, hacer las cosas bien… Sneijder es un jugador al que le ha afectado demasiado su vida privada dando como resultado un rendimiento mucho más bajo del que podía en el campo. Si una persona no encarna los valores de una empresa, tiene todas las papeletas para que sea despedida. Y ésto no lo hace sólo el Real Madrid, sino cualquier empresa.
Llega el director deportivo, Jorge Valdano, y le dice que se busque otro club, que no cuentan con él. Sneijder tiene bastantes dudas, especialmente porque el proyecto montado por Florentino es ganador, y decide quedarse. El club, como medida de presión, le retira su taquilla y su dorsal, concediéndoselos a otro. El jugador, viendo que no hay esperanzas reales de jugar, decide marcharse.
Resultados:
– Wesley Sneijder, en el Inter de Milán pasará a cobrar de tres a cuatro millones por temporada, una subida del 25% del salario por tener talento pero hacer las cosas mal. Además, sigue practicando la profesión que le gusta en otro proyecto que también es ganador.
– El Inter de Milán obtiene a un gran jugador con hambre y ganas de demostrar el talento y clase, cosa que no pudo hacer en su club anterior. La única pega es que pagará al jugador un salario mayor del que debería cobrar.
– El Real Madrid se quita de encima a un jugador de talento que no había rendido al nivel esperado y en el que no se tenía ninguna esperanza, recuperando así una parte de la inversión realizada y ahorrándose su salario, de tres millones de euros.
Cualquiera en su sano juicio pensaría que el gran beneficiado es el jugador. El Real Madrid le ha dado la oportunidad de ganar más dinero, le ha colocado en otra empresa de gran prestigio… pero el Sneijder es capaz de, con el chollo que ha logrado y por el que casi matarían los cuatro millones de parados de este país, llenar la portada del Marca de hoy con sus quejas personales.
Si esto lo hiciera un alto ejecutivo, lo pondríamos a parir y entenderiámos perfectamente que el Estado interviniese para controlar sus salarios. El fútbol (y el mercado) es así. Se «autogestiona». Los altos ejecutivos de las grandes empresas, al igual que los grandes jugadores, tienen unos contratos blindados, que les permiten rendir lo que les apetezca en función de sus intereses o circunstancias. Si lo hacen bien, quieren un aumento, y si lo hacen mal, tienes que pagar el contrato completo. Un fallo de mercado. Al igual que pasa en el resto del mundo, se les responsabiliza de la situación de crisis que actualmente padece el fútbol.
El problema está en que lo que se mira es al trabajador y no el puesto de trabajo. Uno mira las responsabilidades de los futbolistas y, en muchos casos, quedaría aterrado, con entrenamientos exigentes y unos calendarios que no te permiten tener una vida propia. Si controláramos los salarios de los futbolistas, ¿para qué se iban a esforzar los buenos? Acabarían aceptando salarios menores con menores responsabilidades. Ser futbolista en según qué club no compensa. Ésto implicaría menos gente cualificada para trabajos de gran responsabilidad, por lo que estos puestos, necesarios, acabarían ocupados por gente a disgusto por su salario o peor cualificada. ¿Os imagináis a Royston Drenthe cobrando lo mismo que Cristiano Ronaldo?
El mundo de los altos ejecutivos es igual. Nadie está dispuesto a ser alto ejecutivo a no ser que le paguen un buen dinero. De hecho, una cantidad que a cualquier persona normal aterrorizaría. Y cuando lo hacen bien, quieren más. A veces lo hacen mal y son despedidos, pero no sin llevarse un buen pellizco antes. En otras ocasiones lo hacen bien y consiguen que su empresa crezca, consiguiendo crear nuevos empleos. Controlar este mercado implica imponer un salario máximo, aumentando la escasez de estos ejecutivos, lo cual quiere decir que si bien disminuyes el riesgo de tener un alto ejecutivo ineficiente, también disminuyes las posibilidades de que altos ejecutivos geniales tengan nuevas ideas que hagan crecer las empresas.
Por supuesto que abogo por un control a los altos ejecutivos, especialmente cuando hablamos de la retribución variable y los aumentos de beneficios. Pero estos controles han de ser voluntarios, desde las propias empresas y consejos de administración, no desde la ceguera estatal.
Julián: ¿A que no se te ha ocurrido controlar el salario de un físico nuclear aunque sus decisiones en la central nuclear donde trabaja pueden afectar a la vida de una comunidad entera? ¿Qué tiene que ver el salario de los altos directivos con con el oligopolio protegido por el Estado de las agencias de calificación? ¿Sólo existen altos ejecutivos en las agencias de calificación, o también pueden estar en el sector de la construcción, la automoción, la banca, la restauración, el deporte, la energía…? ¿También quieres controlar los suyos, aunque no tengan nada que ver con el tema?
Si mi niño, tienes la razón del mundo, excepto en algo:
Estos deportistas no toman decisiones que afecten de forma global a la economía, o quién crees que fueron los que vendieron las hipotecas basura con calificación AAA?