Los San y los Himba quieren vivir mejor, y para conseguirlo lo que han hecho es retornar a su difícil vida ancestral, ante las cámaras, en una versión light y tópica, por unos billetes, ese producto depurado de la civilización. Los gastarán, muchos de ellos, en borracheras. Ya se sabe que lo primero que toman los pobres salvajes de las civilizaciones son sus vicios. Han retornado al infernal Edén de sus ancestros no tan lejanos -en medio de sus ansias de modernizarse- dando un salto mortal a la gran pantalla de repercusión mundial de la telebasura.
Y todo para que los «occidentales» se cuenten a si mismos la mentira de que un grupo de españoles ha vuelto a la cuna de la humanidad para enfrentarse aguerridamente al infernal Edén de sus ancestros más lejanos. No sé si querrían transmitir o no el mito del buen salvaje, puesto que no he visto el programa, pero han tratado como mercaderías baratas a un grupo de personas que pasan por una situación calamitosa, en esa terrible transición de las formas de caza y recolección primitivas a la agricultura, la industria, los servicios y la sociedad de la información, tantas veces sociedad de la desinformación. Curiosamente lo han hecho los grandes defensores de la justicia social y el progreso, así como enemigos del perverso capital y el vil metal. ¿Alguien se sorprende?
La cosa es enriquecerse a costa de otros. A los San les dan dos duros y luego los progrespañolitos logran audiencia y se forran con la publicidad. Unos siguen pobres, los otros se hacen más ricos. El mundo que tanto les gusta a los progresistas.
El progresismo actual no es más que la ocultación del deseo de que los demás se jodan y no vivan igual de bien que uno. Y si no, mirad a Al Gore, su máximo exponente diciendo que no contaminemos mientras ya lo hace él con su jet privado… Muy triste la verdad…