Yo me pongo como primer culpable. Nos dejamos llevar por los medios y por la corriente y perdemos las referencias. Y al final es cuestión de parar cinco minutos, aclarar ideas y todo es más simple y sencillo.
Empezando de cero es mucho más fácil llevar a alguien a estar de acuerdo con los principios liberales que hacerlo por contraposición con los valores socialdemócratas. Y una vez establecida la empatía con nuestras ideas, es más fácil hacer ver las incongruencias del otro sistema.
Por ejemplo, es fácil llegar a un acuerdo con cualquiera de que el que más y mejor trabaje más gane. Una vez logrado el acuerdo, preguntemos por qué Obama no comparte con McCain el exceso de recaudación que tiene con respecto éste. A un demócrata le costará salir indemne de esta encerrona… 😉 Entre otras cosas, porque normalmente son ellos los que nos las hacen a nosotros. El cambio de papeles puede ser algo curioso. 🙂
Tiene mucha razón en lo que expone.
Pero es que el problema es que la izquierda sí está organizada y ha logrados crean una red clientelar que le sirve de altavoz para cualquier consigna. No hace mucho salió un estudio que demostraba cómo el PSOE con menos de la tercera parte de afiliados que el PP era mucho más “profesional”, es decir, mucha más gente vivía del dinero público. Y uno que vive de lo publico ve día a día cómo el mensaje y hasta los saludos que se te hacen tienen encaminados determinadas ideas fuerza para probar el mensaje.
¿Un partido como el PP puede competir con esa estrategia? No, porque la gente que le vota es más exigente, porque la gente que lo forma es mas heterogénea, porque el poder corrompe por igual que al socialismo, y todos quieren mas, como la canción.
En frente ¿qué tipo de organización tiene el liberalismo? Ninguna. Somos liberales, por tanto, no podemos estar organizados porque soy libre y nadie me tiene que decir lo que tengo que hacer.
¿Entonces qué nos queda? O nos damos cuenta los liberales de la tremenda debilidad estratégica que supone el no tener un partido político que nos represente o simplemente seremos una especie de mosca cojonera que dependiendo de algún altavoz que otro no seremos más que algo irrelevante.
En nosotros está. No echemos la culpa al empedrado. Si no nos adaptamos a las circunstancias para hacer llegar nuestro mensaje simplemente estamos fracasando como ideario. No porque sea incorrecto o simplemente malo, sino porque será desconocido y, como consecuencia de ello, no tendrá ninguna influencia.
En mi descargo creo poder afirmar que lo he intentado por «a» y por «b», con desigual resultado. En líneas generales tienes razón en lo que expones.
* Donde pone «topografía» debería poner «tipografía». Menos mal que hice un preview antes de publicar… 😛
Desconocía lo del consenso de Copenhague. Me parece una acción de lo más inteligente y de la que podemos aprender muchísimo, sobre todo por su enfoque: Defender posturas políticamente incorrectas con una terminología positivista y que evite la confrontación dialéctica como entrada o recurso principal.
Creo que es el error más grande que cometemos los liberales y los que no comulgamos con las ruedas de molino del señor Gore. Por norma dejamos que el adversario tome la iniciativa y vamos siempre a remolque, de manera que siempre estaremos donde el adversario quiere tenernos: cuando menos, controlados.
Su técnica se fácil: lanzan una idea que les convenga enunciada sólo con términos positivos. A partir de ahí, una vez germine la creación de corrientes de opinión, todo el que quiera exponer una idea contraria caerá en la trampa y lo hará comenzando con una exposición negativa, pretendiendo refutar el mensaje primario.
Por mucha razón que lleve el refutante, su efectividad está comprometida por el mecanismo que sigue, ya que la corriente creada en torno a la idea «positiva» se vacunará contra todo planteamiento alternativo «negativo», entre otras cosas, porque el culpable de algo jamás va a admitirlo por las buenas…
Una vez una persona toma partido por una idea, todo argumento contra esta tendrá que pasar una serie de filtros y prejuicios que dificultan en mucho el cambio de posicionamiento. La gente huye de la incertidumbre y del ejercicio mental…
Así pues, ante tal escenario debemos de tomar dos resoluciones que nos ayuden a propagar nuestros planteamientos: Primero es defender nuestros planteamientos siempre en positivo, procurar evitar siempre hacerlo en negativo como respuesta a otro planteamiento. Y segundo es buscar siempre exposiciones que permitan al individuo decantar su posición en base a los datos, no en base al interés del que expone.
Lo primero es básico, pues nos saca del juego tramposo en el que estamos participando. Nuestro objetivo es llevar a cabo una idea, no aplastar otra. Si logramos el fin principal, indirectamente aplastaremos otras alternativas. Pero cambiando el orden de prioridades el resultado no es el mismo: aplastando otra idea no aseguro la implantación de la mía.
Teniendo claro esto nos esforzaremos más en comunicar lo que queremos y menos en criticar lo que no nos parece correcto. Sólo eso debería permitir un cambio significativo en los resultados.
Lo segundo es necesario para evitar los prejuicios preventivos. Ante un ciudadano impactado por la manipuladora película del señor Gore, será mucho más efectivo un artículo en el que se vea una evolución de temperaturas contraria a lo esperado sin comentarios, que un reportaje cargado de topografía llamativa exponiendo los datos que desdicen lo expuesto en el bodrio goriano. Porque en el primer caso permitimos que el individuo llegue a sus conclusiones por él mismo, que vea por su cuenta que han intentado engañarle y que no hay intereses ocultos detrás de la exposición de datos objetivos. Porque si le entramos poniendo a parir a quien defiende la postura con la que se identifica, desconfiará de nuestras intenciones, de nuestros datos y de todo lo que intentemos exponer…
Enunciados positivos y exposiciones de datos objetivos que no precisen explicaciones. Con eso deberíamos poder romper la espiral en la que estamos participando y que nos lleva a un escenario nada deseable.
Disculpen si ha quedado largo o espeso, pero creo que son matices que pueden marcar la diferencia en mucho… A veces olvidamos lo obvio y simple buscando soluciones complejas y enmarañadas…
Yo me pongo como primer culpable. Nos dejamos llevar por los medios y por la corriente y perdemos las referencias. Y al final es cuestión de parar cinco minutos, aclarar ideas y todo es más simple y sencillo.
Empezando de cero es mucho más fácil llevar a alguien a estar de acuerdo con los principios liberales que hacerlo por contraposición con los valores socialdemócratas. Y una vez establecida la empatía con nuestras ideas, es más fácil hacer ver las incongruencias del otro sistema.
Por ejemplo, es fácil llegar a un acuerdo con cualquiera de que el que más y mejor trabaje más gane. Una vez logrado el acuerdo, preguntemos por qué Obama no comparte con McCain el exceso de recaudación que tiene con respecto éste. A un demócrata le costará salir indemne de esta encerrona… 😉 Entre otras cosas, porque normalmente son ellos los que nos las hacen a nosotros. El cambio de papeles puede ser algo curioso. 🙂
Tiene mucha razón en lo que expone.
Pero es que el problema es que la izquierda sí está organizada y ha logrados crean una red clientelar que le sirve de altavoz para cualquier consigna. No hace mucho salió un estudio que demostraba cómo el PSOE con menos de la tercera parte de afiliados que el PP era mucho más “profesional”, es decir, mucha más gente vivía del dinero público. Y uno que vive de lo publico ve día a día cómo el mensaje y hasta los saludos que se te hacen tienen encaminados determinadas ideas fuerza para probar el mensaje.
¿Un partido como el PP puede competir con esa estrategia? No, porque la gente que le vota es más exigente, porque la gente que lo forma es mas heterogénea, porque el poder corrompe por igual que al socialismo, y todos quieren mas, como la canción.
En frente ¿qué tipo de organización tiene el liberalismo? Ninguna. Somos liberales, por tanto, no podemos estar organizados porque soy libre y nadie me tiene que decir lo que tengo que hacer.
¿Entonces qué nos queda? O nos damos cuenta los liberales de la tremenda debilidad estratégica que supone el no tener un partido político que nos represente o simplemente seremos una especie de mosca cojonera que dependiendo de algún altavoz que otro no seremos más que algo irrelevante.
En nosotros está. No echemos la culpa al empedrado. Si no nos adaptamos a las circunstancias para hacer llegar nuestro mensaje simplemente estamos fracasando como ideario. No porque sea incorrecto o simplemente malo, sino porque será desconocido y, como consecuencia de ello, no tendrá ninguna influencia.
En mi descargo creo poder afirmar que lo he intentado por «a» y por «b», con desigual resultado. En líneas generales tienes razón en lo que expones.
* Donde pone «topografía» debería poner «tipografía». Menos mal que hice un preview antes de publicar… 😛
Desconocía lo del consenso de Copenhague. Me parece una acción de lo más inteligente y de la que podemos aprender muchísimo, sobre todo por su enfoque: Defender posturas políticamente incorrectas con una terminología positivista y que evite la confrontación dialéctica como entrada o recurso principal.
Creo que es el error más grande que cometemos los liberales y los que no comulgamos con las ruedas de molino del señor Gore. Por norma dejamos que el adversario tome la iniciativa y vamos siempre a remolque, de manera que siempre estaremos donde el adversario quiere tenernos: cuando menos, controlados.
Su técnica se fácil: lanzan una idea que les convenga enunciada sólo con términos positivos. A partir de ahí, una vez germine la creación de corrientes de opinión, todo el que quiera exponer una idea contraria caerá en la trampa y lo hará comenzando con una exposición negativa, pretendiendo refutar el mensaje primario.
Por mucha razón que lleve el refutante, su efectividad está comprometida por el mecanismo que sigue, ya que la corriente creada en torno a la idea «positiva» se vacunará contra todo planteamiento alternativo «negativo», entre otras cosas, porque el culpable de algo jamás va a admitirlo por las buenas…
Una vez una persona toma partido por una idea, todo argumento contra esta tendrá que pasar una serie de filtros y prejuicios que dificultan en mucho el cambio de posicionamiento. La gente huye de la incertidumbre y del ejercicio mental…
Así pues, ante tal escenario debemos de tomar dos resoluciones que nos ayuden a propagar nuestros planteamientos: Primero es defender nuestros planteamientos siempre en positivo, procurar evitar siempre hacerlo en negativo como respuesta a otro planteamiento. Y segundo es buscar siempre exposiciones que permitan al individuo decantar su posición en base a los datos, no en base al interés del que expone.
Lo primero es básico, pues nos saca del juego tramposo en el que estamos participando. Nuestro objetivo es llevar a cabo una idea, no aplastar otra. Si logramos el fin principal, indirectamente aplastaremos otras alternativas. Pero cambiando el orden de prioridades el resultado no es el mismo: aplastando otra idea no aseguro la implantación de la mía.
Teniendo claro esto nos esforzaremos más en comunicar lo que queremos y menos en criticar lo que no nos parece correcto. Sólo eso debería permitir un cambio significativo en los resultados.
Lo segundo es necesario para evitar los prejuicios preventivos. Ante un ciudadano impactado por la manipuladora película del señor Gore, será mucho más efectivo un artículo en el que se vea una evolución de temperaturas contraria a lo esperado sin comentarios, que un reportaje cargado de topografía llamativa exponiendo los datos que desdicen lo expuesto en el bodrio goriano. Porque en el primer caso permitimos que el individuo llegue a sus conclusiones por él mismo, que vea por su cuenta que han intentado engañarle y que no hay intereses ocultos detrás de la exposición de datos objetivos. Porque si le entramos poniendo a parir a quien defiende la postura con la que se identifica, desconfiará de nuestras intenciones, de nuestros datos y de todo lo que intentemos exponer…
Enunciados positivos y exposiciones de datos objetivos que no precisen explicaciones. Con eso deberíamos poder romper la espiral en la que estamos participando y que nos lleva a un escenario nada deseable.
Disculpen si ha quedado largo o espeso, pero creo que son matices que pueden marcar la diferencia en mucho… A veces olvidamos lo obvio y simple buscando soluciones complejas y enmarañadas…