«Tyranny is the exercise of power beyond right … when the governor … makes not the law, but his will, the rule». John Locke
Estamos acostumbrados. Son tan contadas las ocasiones en las que los españoles hemos disfrutado de buenos gobernantes que a nadie parece llamarle la atención vivir bajo los caprichosos designios de una clase política abandonada a sí misma y sus necesidades, alejada de sus representados como bajo las peores monarquías, empecinada en hacer de ellos meras fábricas de votos para perpetuar las situaciones de privilegio alcanzadas.
Y no se nota. No lo notan. Apenas duele. La ausencia clamorosa de una verdadera oposición, únicamente preocupada por redefinirse a sí misma a cada paso, y la clamorosa desvergüenza de un partido gobernante, capaz de vender aire hoy y mañana todo lo contrario, nos ha convertido en espectadores pasivos, ni siquiera atónitos, de nuestro propio devenir. Asistimos a la tiranización de nuestra democracia como quien disfruta de sus palomitas frente a la pantalla del televisor.
Pero no crean que estamos ante un proceso calculado. No. Es la consecuencia de justamente lo contrario: aquí nadie tiene un plan. El Partido Popular, acorralado en los últimos años por los acusadores dedos de quienes han usurpado la etiqueta de “demócratas”, no sólo no ha sabido desenmascarar la farsa del cinturón sanitario, ha dedicado todo su empeño en parecerse a quienes quieren destruirlo. El PSOE, movido por ese afán de poder tan característico de quien se sabe único profeta verdadero y en el convencimiento de que sólo desde el socialismo es posible la democracia, se limita a realizar políticas coyunturales justificadas en el “porque sí” muchas veces y el “al menos un trocito de sillón” las restantes.
Cuando falta un plan, cuando no se sabe qué estado se quiere pues sólo se quiere el estado y “ya veremos que hacer con él”, cuando no se sabe qué leyes se quieren, sólo se quiere dictarlas para proteger los propios intereses, cuando no se sabe qué mañana se quiere acuciados por el vamos a comer hoy, cuando no se saben esas cosas, digo, se cae en el activismo coyuntural. Se cae en la dispersión moral y el disparate político.
Por eso no es de extrañar que el PP de antesdeayer fuera español, ayer autonomista y hoy “depende de con quien hablemos” o que el PSOE antesdeayer negociase con terroristas, ayer se mostrase firme frente a ellos y hoy quiera volver a negociar. Y, mientras ocurre todo esto, fomentan juntos desde el estado la debilidad de la economía, el ostracismo internacional, el enfrentamiento entre españoles y la defunestación por conquista y derribo del sistema educativo.
No le pidan peras al olmo. Tenemos lo que nos merecemos: palomitas de maíz.
Artículo original escrito para PEPSOE
Versión hermanos Grimm: no tienes varita? pues jódete y baila.
Yo prefiero no abandonarme a los técnicos al tiempo que evito el uso de las armas. Pero qué le voy a hacer si las palomitas me dan ardores?
Version logorreica, como nosotros, anonimos hijos de vecino, carecemos de relieve publico, tenemos que ganar algo de pan y nos hallamos imposibilitados para gestionar los intereses colectivos (por cada Juano hay diez Bibianas) y mantener la lucha de estos entre si y frente al poder y por lo tanto hemos de delegar en tecnicos (como en cualquier actividad compleja y arriesgada, tambien en el caso de los abogados, los medicos, los pilotos, los solddos o los educadores), si estos tecnicos colegiados y dotados juridicamente de los derechos requeridos para esa lucha no cubren minimos de responsabilidad, la cara que se te queda es de tonto.
Y cuando sujetos particulares, no reconocidos como interlocutores, se encargan de defender esos intereses de caracter colectivo, lo que tienes es terrorismo.
Version breve: esto estaba cantado..
Y desde luego la película las merece (las palomitas). El problema es que el espectáculo al que asistimos no es ficción, y nos puede arrancar de la placidez de nuestro sillón y tirarnos en medio de algún erial.