Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.
Vale, ahora te entiendo 🙂
Luis, por eso mismo digo lo que digo, porque no me parece que Turquía sea un ejemplo de lo que el conferenciante predica. Y mi frase acaba con lo de «si no para llorar». Porque al igual que hace el socialismo, el islamismo no participa de la democracia, sino que la utiliza como medio para lograr el poder. Una vez en el poder, se elimina el medio para las alternativas.
Hay un concepto definido de democracia, como lo hay de libertad, de responsabilidad, de propiedad… Pero el triunfo de la demagogia sobre la razón en los escenarios «democráticos» vacía de contenido todo en aras del relativismo. No creo que la definición de los términos dependa de la subjetividad de cada época. A lo sumo la consecución de cualquier objetivo dependerá de los valores imperantes en cada período temporal o ámbito geográfico, pero no quita eso que cada cosa sea lo que es. Si todo depende todo vale y de nada vale teorizar ni discutir.
Así pues, es importante establecer la definición y objetivizarla. Pues de nada vale que dos partes hablen de democracia cuando cada una entiende algo distinto. Es como si dos comerciantes negociaran un precio, hablando uno en yenes y el otro en euros. Cualquier acuerdo que alcancen degenerará en conflicto irremisiblemente. Es absurdo cualquier análisis sin homogeneizar y establecer con claridad los parámetros, pues de lo contrario sólo habrá palabrerío vacío.
No sólo no hay acercamiento del Islam a la democracia. Sino que, desgraciadamente, occidente también se aleja de ésta. Así vemos que la confluencia está en los intereses de la izquierda con los islamistas en el asalto al poder, no en el desarrollo de un escenario de libertad y justicia. Por ello mantengo que Feldman patina malamente con lo expuesto.
Pues vas a tener que explicármelo, Juano, porque yo soy de los que están convencidos de que el islamismo turco está abusando de la democracia para aniquilarla… y no me da la risa.
Feldman habla de democaracia real en tanto que existente y reconocible como tal. Por eso se resiste a hablar de LA DEMOCRACIA, cuyas cualidades están sujetas a la subjetividad de una época. No me parece baladí la reflexión.
Creo que la argumentación de Feldman es muy flojita. Como él mismo reconoce, no hay una definición clara de democracia, por lo que cada uno hace una interpretación subjetiva dejando en la mayoría de ocasiones el concepto vacío.
Que el islam utilice la democracia como herramienta para lograr el poder, igual que hace el socialismo, no quiere decir que la democracia real sea asimilada por estas ideologías. La prueba es obvia, pues siempre que estas ideologías toman el poder, utilizan la indefinición de democracia para disminuir esta a la mínima expresión aumentando el tamaño del estado y la intervención en las vidas privadas de los ciudadanos. De ser correcto el planteamiento, Hitler habría sido un tío estupendo…
El ubicar el islamismo turco como ejemplo de asimilación democrática es para partirse de risa, si no para llorar. Si Harvard está produciendo figuras de esta talla, el prestigio de sus titulaciones va a caer en picado.
Cada individuo y/o colectivilloo dentro de la totalidad, aunque no se trate de sujetos personales, necesita del colectivo total impepinablemente, que tanto más le servirá de ayuda cuanto más rico sea en recursos, más fuerte, más organizado; pero simultáneamente, esta colectividad, desde los padres hasta el estado, pasando por la familia, la familia poltica, la tribu, el municipio o el colegio profesional, el sindicato…, supondrá siempre una limitación y hasta una amenaza para el libre desarrollo de la creatividad y de la iniciativa individual. Y esto último es lo que el ancapismo o escapismo trata de salvar en este mundo, tan masificado y mediatizado por estructuras tecnólogicas que escapan ya del control humano. Y con toda la razón.
El problema no se va a resolver atribuyendo al colectivo toda la iniciativa y los poderes, o toda la entidad (que a eso vamos, pronto, muy pronto), pero tampoco negándosela totalmente ((de eso venimos, «odio España/Occidente/etc.), pues en esa situación los más débiles sucumbirían bajo los más fuertes, solo que «de hecho»); se resolvera a base de organizar las esferas de libertad de todos y de cada uno mediante canalizaciones institucionales lo suficientemente flexibles y controlables que permitan el desarrollo de todas las posibilidades y de todas las fuerzas individuales 1) sin frenos ni limitaciones arbitrarias y particularistas, pero 2) también sin riesgos para los más débiles de sucumbir bajo el poder expansivo de los más fuertes.
El sistema sociopolítico y económico que resolviese el problema de la libertad y de la debilidad seria el sistema perfecto, pues reduciendo la vida social a sus categorías mollares, creo que se condensan en este cuaternio: libertad versus poder o dominio, y fuerza versus debilidad. Categorías básicas que han de ser atendidas simultánemente por todo modelo social o estatal suficientemente válido.
El problema se plantearía así,
1) No frenar ni malograr la vida espontánea o la creatividad de los individuos y colectividades que pululan en una sociedad determinada, y en este llevan los libertarios toda la razón del mundo.
2) Que en el despliegue de la fuerza que esta promoción de la vida supone, no se degenere en una struggle for life spenceriana y sucumban siempre los más débiles, que es el grave defecto del liberalismo y a lo que atienden ante todo los colectivismos, incluso autoritarios, también con toda la razón del mundo.
No hay razón alguna válida para limitar las posibilidades, la creatividad del individuo siempre que no se caiga en la arbitrariedad antisocial y económica y amenacen en sus excesoso las esferas ajenas de libertad. Que se dan energías y posibilidades creativas a nivel de individuo y colectivillos, es un hecho que nadie niega, así que solo puede sostenerse la preponderancia de poderes estatales y paraestatales sobre toda iniciativa no estatal y particular (SALVO en situaciones limite, de emergencia) a base de doctrinas a priori, que no se confirman por la practica.
Cuando menos, en estas colectividades (un periodico, un agregador, un panel científico…) demasiado autoritarias se produce un clima de asfixia, de aire enrarecido, una mediavalizacion escolástica, intelectual y cultural, que es indicio de que se esta haciendo violencia al sentido común o por mejor decir a «la vida». Y esto es lo último que puede llegarse a hacer.
Es en definitiva una soberbia, pues ningún poder estatal tiene facultades y capacidad para prever y determinar los derroteros que debe seguir la vida, sobre todo la vida cultural, o la económica.
Y así siempre se existirá bajo la presión de «astraciones», teorías y utopías de los universitarios de turno, contra las que se estrellarán los hechos y las tendencias de la realidad concreta de cada momento: muy mal.
La total «desinstitucionalización» -palabra casi tan impronunciable como el “paralelepipedico” de Valenti Puig- de la sociedad, en el otro extremo, supone también violencia. La diferencia reside solamente en que en el caso del colectivismo autoritario, la presión sobre los débiles, que serian TODOS fuera de la inevitable Nomenklatura, se ejerce por un poder de grupo minoritario y en nombre de alguna «astración», a saber, el estado y sus equivalentes, mientras que en la disolución institucional vulgo ancapia se trataría de una multitud de poderes fácticos, los mas fuertes, los mas audaces, los mas astutos, los mas inteligentes, los mas brutales o los mas numerosos, en forma imposible de controlar.
El individualismo liberal, llevado hasta el final, revierte en su contrario, haciendo imposible la libertad de todos, (fuertes, débiles, sin excepciones). Siempre se acabaria en la situación de que el grupo de los mas fuertes, en algun sentido fuertes, convencidos, activos, violentos, dominaria sin control posible a los mas debiles, escépticos, desagregados, obtusos, ingenuos, decrepitos o sencillamente no nacidos.
Naturalmente este mantener a raya los excesos de los fuertes para que no hagan violencia a los debiles, sin tantos “tirar por la calle de en medio”s individualisticos y momentáneos que cada uno cometeria en prosecucion de su propios intereses, exige unas mecanismos, unos engranajes, unos sistemas mediadores, lo mas elasticos posibles y que no dejen sentir al fuerte la violenta limitacion de sus posibilidades, tan necesarias para todos.
Lo malo de estos mecanismo y sistemas es que son transaccionales, valga la palabra: que solo son tan buenos como la gente que recurre a ellos, que siempre es posible que se produzcan juegos de apariencias manejadas por la mala fe, compromisos, consensos, cinismo, todo el juego de intereses y de estrategias a su servicio que decolora eticamente el mundo y lo politico.
Esto escandaliza la pureza etica de los libertarios, que a este respecto dan la impresion de haberse enterado de la clase de bicho que somos los humanos, o de no haberse palpado, con ayuda de un pequeño espejo, su fuste torcido de contradicciones, verdades a medias autotrolas, avideces, atavismo y chorradas varias que aun en contra de los propios intereses vemos extenderse incorregiblemente por nuestra historia.
Y por eso somos libres, por ser idiotas. Y por eso yo diría que mi actitud es la de creer en Jesucristo todo lo más que pueda y en el hombre poco o nada, porque el hombre es intrínsecamente ambiguo por no decir algo peor. Sin Cristo – y cada cual tome lo que sigue como buenamente sea capaz – sin Cristo no habría habido nadie en la tierra capaz de pensar que todos éramos hermanos; lo dijeron los filósofos estoicos, pero no lo practicaban, y luego vino otra moda militar y otra moda filósofica más elitista, y así sucesivamente. Las modas pasan, como las constelaciones del zodíaco por el horizonte, y ninguna queda, sino sólo la verdad, y a lo que tendemos los seres humanos en cuanto grupo social, es a diferenciarnos de los demás cuanto podamos y despreciar a los diferentes.
Conociendo bien la historia, se comprueba que todos, ateos , agnósticos, creyentes hemos bebido de la palabra de Cristo y que es la única luz que ilumina la humanidad para que sea más justa. La historia es la confirmación fáctica de la fe, y no al contrario.
Aunque no lo seguimos ni obedecemos, por lo menos hay un criterio muy vigente que nos dice lo que tendría que ser, y si no hubiera sido por él estaríamos realmente como en el Imperio Romano o como en Arabia, o como en Egipto, todavía con esclavos… ¡Pero si los hubo entre los sacrosantos puritanos americanos en el siglo de la Ilustración, y hasta la Cuba española del XIX precisamente! ¿No los iba a haber ahora y siempre, por lo barato y cómodo y cojonudisimo que resulta poder utilizar al otro y hacer de él lo que se quiera, por deshonesto que fuere, como una cosa..?
Cue laugh track. Y tiempo al tiempo, Visconti.