Power generation, construction, coal and aluminum are the biggest losers after a day of votes by the European Parliament’s environment committee yesterday. The winners on «Super Tuesday», as it was dubbed, will be investors in carbon capture and storage (CCS) technology and Russia.
The committee was staking out a position on the next phase of the EU’s carbon emissions trading scheme, which began in 2003. ETS involves sucking some €30bn out of industry by mandating that manufacturing and power generators must bid for permits. Most permits are now free, but the committee voted to force power plants into full auctioning from 2013. The goal is to enforce full auctioning across all parts of the economy (or what’s left of it) by 2020. The committee’s votes inform the EU’s negotiating position in global climate negotiations.
Tras la decisión ayer adoptada por la comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo nos encontramos al Gobierno de Zapatero ante una decisión vital para nuestro futuro: cuando les llamen a votar, se decidirán por preservar la industria española (la que hay, poca o mucha) o preferirán rendirse al utopismo suicida que supone mantener las «metas climáticas» de la UE? Seguirá España (lo que queda de ella) a los Lemmings verdes o tomarán la valiente decisión de conservar los puestos de trabajo que hasta entonces no se hayan destruído? Tengo serias dudas de que alguien en el Gobierno sea plenamente consciente de las consecuencias de lo que se pretende someter a voto, parece que los polacos sí:
According to sources in Brussels, Poland has secured support from a number of other eastern European states and will attempt to block the package amidst concerns that cutting emissions from its coal-reliant economy will leave it increasingly dependent on imported gas from Russia. Meanwhile, Germany is also said to be lukewarm on the proposals and could yet lobby for a weakening of the legislation. A spokeswoman for the environment committee said that …
Millones de muertes por malaria no han cambiado drásticamente la política sobre el DDT. Ante la crisis bestial a la que nos enfrentamos causada por una mala y excesiva regulación estatal, vemos como lo que se critica es el exceso de libertad y se propugna como solución más de lo mismo que nos ha sumido en este agujero.
Cuando la paranoia ecologista nos empiece a arruinar se culpará tanto a los pérfidos empresarios que buscan beneficios como a la competencia desleal de las economías que no sigan la estupidez del CO2. Así que subirá la regulación, renacerá el proteccionismo y lo único bueno será ver cómo fincas abandonadas vuelven a ser plantadas para subsistir. La degeneración de la democracia ha matado a la razón…
Todas estas historietas del cambio climático y demás son las típicas estupideces del nuevo rico: en cuanto tengamos que apretarnos el cinturón, la gente del común pero sensata se reirá de ellas.
El problema reside en toda esa serie de industrias ineficientes cuyo surgimiento, al calor del mileniarismo ecologeta, ha alentado Rodríguez (desde las subvenciones a la energía solar hasta la agricultura ecológica y demás memeces). Me temo que semejante personaje preferirá apoyarlas a ofrecer un poco de oxígeno a la economía real. Al fin y al cabo, los socialistas viven de estos embaucamientos, de crear dependencia a través de las más peregrinas excusas y no de que los individuos puedan salir adelante por sí mismos.
Luis, cuando la gente empiece a pagar en paro y en costes (porque el producto hecho en Europa será más caro) todo este tema del cambio climático, todo se haya deslocalizado, alguno empezará a plantearse que a lo mejor, es una mala idea seguir los postulados del lobby verde.
Porque luego los Europeos levantarán barreras a la importación para proteger la industria nacional y protegernos de aquellos productos que no cumplen en su lucha contra el cambio climáitco, y entonces será el momento del contrabando.
Cuando sólo los que tienen más recursos se puedan permitir encender la calefacción todo el invierno y el aire acondicionado en verano, alguno se planteará si merece la pena la vuelta.
Y sobre todo, si al final, resulta que el calentamiento global no está tan ligado al CO2 como parece, ….