RICARDO VALENZUELA. “La tormenta financiera es la gran crisis del capitalismo,” gritan los progresistas y los born again marxistas alrededor del mundo. Un conocido profesor universitario gime: “El capitalismo tuvo su oportunidad y ha fallado, ahora es el turno del socialismo.” No, grita alguien más, “busquemos una tercera avenida.”
Recordemos esta crisis se inició el año pasado con el derretimiento del mercado de hipotecas subsidiadas. En esos momentos más de la mitad de las hipotecas en EU estaban garantizadas o en los portafolios de Fannie Mae y Freddie Mac, dos de las llamadas empresas promovidas por el gobierno. Durante los últimos doce meses, estas organizaciones financiaron 4 de cada 5 hipotecas. Funnie Mae fue creada por el gobierno de FDR durante la Gran Depresión, y Freddie Mac por el gobierno de Carter en 1970. Es decir, mucho antes que la crisis se iniciara, el mercado hipotecario mundial era ya un monumento al socialismo sin precedentes.
Lo que nuestros amigos intelectuales llaman capitalismo es lo que Adam Smith conoció como Monarquía o feudalismo, es decir, el Rey, sus señores feudales repartiéndose la riqueza, las propiedades, los negocios, las concesiones, los territorios de las colonias. Cerrando los mercados a la competencia para que los señores feudales puedan seguir exprimiendo a los “súbditos” con sus monopolios, oligopolios etc, es la economía de la edad media o de la época colonial en la Nueva España afinada con computadoras, jets ejecutivos, guardaespaldas y apartamentos en Park Av. en Nueva York.
Los “neo intelectuales” ahora hablan de una tercera y mágica avenida ajena al capitalismo y socialismo. No hay una tercera avenida, el socialismo ha fracasado. Lo que ellos llaman capitalismo, es lo que el gran economista von Mises bautizó como intervencionismo. A lo que el mundo está regresando en estos momentos es intervencionismo. La visible mano de los interventores a través del FMI inició la última debacle de Asia. Los interventores son los que promovieron la devaluación de México en 1994. Los grandes interventores son los que no permiten que el sistema monetario mundial regrese a su sanidad, porque se les acaba la fuente de ganancias más importante e interesante, la especulación de monedas.
Los grandes interventores son los que nos heredaron el famoso problema del FOBAPROA, la quiebra de la banca, la ineficiencia del ejido y los ejidatarios sin tierra, los precios ridículos de la gasolina y sus derivados, la inflación, la pobreza, el ingreso per cápita que apenas llega a $6000 dólares. Los interventores nos regalaron la “guerrilla de Chiapas,” la corrupción de PEMEX, las devaluaciones constantes en los 80s, los que provocan que miles de mexicanos arriesguen sus vidas tratando de encontrar oportunidades en los EU.
Los grandes interventores son los que recorren el mundo provocando “problemas de desbalance” para después enviar las hordas del FMI con sus recetas devaluatorias y de ajuste, y de esa forma poder absorber a través de sus rescates la ridícula cantidad de dólares que el FED sigue emitiendo sin respaldo, al mismo tiempo que mantienen la inflación lejos de las costas americanas. Son los que después apuestan a esos resultados a través de los elegantes derivativos, apuestan en carreras arregladas, ah, sí se equivocan, hay rescates elegantemente llamados bail out. Son los interventores los inventores de la red social a nivel mundial para tener a la gente aprisionada con su propia dependencia prometiéndoles lograr su redención. Son los grandes interventores los que manejan los sistemas educativos de nuestros países para de esa forma seguir adoctrinando y domesticando a nuestros ciudadanos en la cultura de la dependencia.
Señores intelectuales, el capitalismo murió en 1933, lo que tenemos es el control de la visible mano del grupo en el poder. Señores, no hay una tercera avenida, nos quedamos con lo que hemos tenido y tenemos; EL INTERVENCIONISMO, o empezamos nuestra lucha para establecer una sociedad verdaderamente libre, una sociedad basada en los “verdaderos” mercados libres representados por la democracia liberal.
El liberalismo no es religión, no es una visión del mundo, no es partido político. No es religión porque no demanda fe o devoción, no tiene dogmas. No es la visión del mundo físico porque no trata de explicar el cosmos y otros fenómenos similares, no tiene nada que afirmar acerca del significado y propósito de la existencia humana. No es un partido porque no busca beneficiar a un grupo especial o algún individuo. Es una ideología, es la doctrina de la buena relación entre los miembros de la sociedad. Es la ideología de la libertad, de la responsabilidad del individuo.
El liberalismo busca el dar al ser humano una sola cosa, el desarrollo del bienestar material en un ambiente de paz y libertad. Los países que en un momento adoptaron las políticas liberales, principalmente el Siglo pasado, es en los cuales la parte superior de la pirámide social es ahora compuesta no por los que sólo por haber nacido eran ya individuos privilegiados, sino ahora también por aquellos que han trabajado en desarrollar y mejorar sus condiciones económicas y sociales. Las barreras que separaban a los “señores” y los siervos han caído bajo el peso del liberalismo de una manera natural, no por decreto del Estado o por mandato del Politburó.
Siendo el liberalismo una doctrina que tiene su base en el mercado, al verdadero liberal le interesa el bienestar de muchos, el bienestar de las masas puesto que las masas son las que configuran el mercado. La revolución industrial del Siglo XIX, fue una revolución liberal con el propósito de satisfacer las necesidades de las masas.
El liberalismo del Siglo XIX fue también orientado hacia la abolición de la servidumbre y de la esclavitud en los EU. Hubo sin embargo cuestionamientos de tal propósito, especialmente de aquellos esclavizados. Es por lo mismo que a veces el liberalismo tiene que actuar aun ante la oposición las críticas y la agresión de los liberados. El liberalismo no promete que todos lleguemos a la meta al mismo tiempo, ni siquiera que todos lleguemos, promete que todos tengamos la misma salida.
No hay otra avenida, no perdamos tiempo ladrándole al reflejo de la luna en el agua, aquí no tenemos el otro sendero, aceptamos el intervencionismo que nos ahoga sin que sepamos que es o como describirlo, o iniciamos nuestra lucha cívica para establecer una sociedad libre, una sociedad regida por leyes no privilegios, regida por el mercado no por el Estado. Claudicamos con los intervencionistas y sus pájaros de mal agüero, o regresamos el poder a una sociedad civil que conduzcan el país con seguridad, fe, esperanza y optimismo por los senderos del tercer milenio.
Ricardo Valenzuela es autor del blog Reflexiones Libertarias (Gracias Ricardo por permitir la publicación completa de tu artículo)
Ver también:
Nacionalismo liberal vs. intervencionismo secesionista (En La Libertad y la Ley)
La crisis financiera: planteando el debate (en Equilibrio Social de Kantor)
Suscribo a yoto.
Aquí lo que ha fallado es la cultura del «mantenme», el pone-manos, el vago, el chapuzas, el especulador, el hay que regalar hipotecas porque » todos tenemos derechos», el «Mantenme», la sarta de zascandiles que no cree en sí mismos ni en su esfuerzo y que se alia con los gobiernetes de indigentes para que «les den». Ésto es lo que ha fallado y lo que ha hecho crisis. Que no se alegren tanto los progres y sociatillas, que la gente que produce está más que harta de trabajar para «mantenidos»
Si los gobiernos intervinieran en la praxis médica como lo hacen en la económica, las operaciones a corazón abierto serían con serrucho y destornillador. Ante el incremento de muertes en la mesa de operaciones no me imagino a la gente despotricando de los médicos y de la medicina occidental, sino poniendo a caer de un burro a los políticos que se meten, primero donde nadie les llama, y segundo donde no tienen ni idea.
Pero como la economía no causa muertes directas, todo el mundo piensa que es como el fútbol. Así tenemos a cualquiera opinando de economía diciendo las burradas más grandes sin inmutarse, como si opinara del último Barcelona-Madrid…
La ignorancia es muy valiente. Y alentada por los medios de comunicación que tenemos, más.
Schwan, si dices eso muy fuerte alguien te responderá que precisamente la culpa es del mercado al no haber hecho viables en su seno esos negocios basura, :P.
Es la pescadilla que se muerde la cola…
Lírica y más lírica… lo mejor es pasar de las reflexiones reduccionistas de los «intelectuales mediáticos». Pregunten a uno de esos señores la definición de «capitalismo», o la definición de «socialismo», o cualquier definición de las etiquetas que tanto usan, y les quitarán su única arma: el simplismo. 😉
Hay quienes hacen cuestión de amor propio mantener sus ideas de más jóvenes y por tanto la visión dicotómica, maniquea y partidista de su mundo.
Lo mismo que los niños pequeños siempre han de clasificar netamente en las películas y los cuentos que se les presentan a los buenos y a los malos, los no tan niños también a su manera clasifican procesos y personas de útiles o inútiles, deseables o indeseables, aliados o adversarios… de buenos y malos.
Con la experiencia del trato de unos y otros, de profesores, de novias, de empresas, todo cambia y hasta se invierte: uno se vuelve más indulgente en muchas cosas y más critico para otras. La batalla se da en frentes invertidos y en lo que uno era antes más crédulo, desconfía ahora y exige mas pruebas de fiabilidad, y para lo que fue mas inflexible y escandalizable o crítico se es ahora mas comprensivo.
Curioso.
Lo cual, que solemos estar en los comienzos bastante equivocados al valorar las cosas y las personas… ciertamente se han difuminado las fronteras intuidas entre buenos y malos (aunque también lo intrínsecamente malo lo percibimos con mas claridad y por experiencia, no de memoria y porque nos lo han dicho así, y lo bueno lo apreciamos de verdad y calibramos toda su exigencia y su dificultad (aunque no lo hagamos)).
Ya no podemos disfrazarnos hipócritamente de otra cosa; ni se nos engaña tampoco bajo otras apariencias.
La vida y el mundo en que transcurre parece una preparación de las que miraba Cajal, un sección plana de una realidad en tres dimensiones, en la que hay que aprender a leer signos equívocos y a vérselas con líos inextricables. Esto nos pasa a todos.
Al principio se esperan otras cosas, o las cosas parecen otras, y hay que irse metiendo en la vida y en las relaciones que comporta y que la constituyen para irse dando cuenta de que todo es muy otro de cómo en un principio nos parece. Y romperse algunos huesos.
Lo malo es la falsa apariencia, la mentira (y los progres como Von Zappel/Céspedes no son “malos” por serlo, son malos porque mienten; y mienten, mienten demasiado). Y sin las falsas apariencias de las cosas no haríamos ni se nos haría tanto daño.
Y es que el conocimiento de las cosas consiste en vestirlas de significado e imagen, y esto no tan real como se piensa…
No hay cosas sólidas y ciertas, hablo tanto de realidades cuanto de doctrinas y valores, hay contextualizaciones diferentes en las cuales se integran los significados de que in-vestimos las cosas.
Hay que saber distinguir muy bien el significado del significante y del presunto referente que nunca se nos acaba de dar como estábamos suponiendo.
Y aquí esta el riesgo de mentira y de equivocación, al optar por lo que sacado de su contexto no vale ya la pena.
Y los contextos cambian,
Por eso los significados pueden acabar pareciendo una mentira.
Ésta misma crisis financiera es la demostración de que, efectivamente, el libre mercado funciona; ya que entra en crisis a partir de la creación de instrumentos financieros sobre los que no se tenía una idea muy clara de las consecuencias que podían generar. Todos ellos efecto de una economía enormemente especulativa apoyada en el apalancamiento.