El sueño de los injustos

No sé si ayer o anteayer hablaban en los informativos nocturnos de Telecinco de unas sesiones mañaneras del Congreso de los Diputados. Digo que no sé, y con ello revelo mi incultura sobre los pormenores de la agenda de nuestros Representantes. Realmente vivimos en mundos diferentes. Desconozco lo que hacen y cómo lo hacen. Me llega un extracto sesgado de su actividad de forma indirecta, a través de los medios, así como, por desgracia, a través de los descuentos en la nómina. Si, sé que debiera alegrarme de que pongan parques para niños y de que asfalten las calles, y supongo que también debiera alegrarme de que tengamos un Ejército que hace el amor y no la guerra en nombre de la Alianza de Civilizaciones orgullosa del legado del Islam en Expaña (traducido en Reinos de Taifas), que guía una Ministra separatista (como no podía ser de otra forma), y de que hagan Proyectos de Ley en nombre de la igualdad que, como dice Ijon, Igual Da. Hay muchas obras públicas faraónicas por las que debiera estar agradecido a esos dioses del Olimpo Político. Ante Gallardón ya nadie hace genuflexiones, y él mismo se molestaría si se las hicieran. Pero es un hecho constatado que el servilismo es un arte que toma mil formas, y que el poder es una bestia que dispone de un ropero lleno de pieles de cordero. Cambia la superficie, no el fondo. Los nuevos déspotas se disfrazan de amigos del pueblo. ¿Pero cuál no lo ha hecho, desde que el pueblo tiene suficiente poder para derrocarlos y poner a otro en su lugar? Todo por el pueblo pero sin el pueblo. Les informaremos medios-afines-mediante.

Bueno, disculpen esta digresión, que yo estaba hablando de los desinformativos de Telecirco nocturnos «informando» sobre sesiones matutinas del Congreso. El caso es que sus Señorías tenían sueño. La sesión era a las 9, intempestiva hora a la que estos Señores posmodernos no estaban acostumbrados. Parece ser que madrugar no es lo suyo. Uno declaraba, a la entrada del Congreso, que tenía astenia, y que para mantenerse en pie a esas tempranas horas necesitaba toneladas de café. Lo hacía sonriendo, como si fuera lo más normal y disculpable del mundo. Otros, sencillamente, no habían llegado a la hora fijada, Ministros y Ministras incluidos, que para eso está la igualdad. Los sentados en los bancos, cual en potros de tortura, exhibían un rostro cansado, como si hubieran estado toda la noche de marcha y hubieran empalmado con el trabajo, o la sinecura.

Y digo yo…¿¿cómo carajo van a levantar el país, estos inútiles, si son incapaces de levantarse de la cama?? Más les valdría dejar de soñar el sueño de los injustos y ponerse a trabajar.

Germanico
Germanico

No hay aprendizaje sin error, ni tampoco acierto sin duda. En éste, nuestro mundo, hemos dado por sentadas demasiadas cosas. Y así nos va. Las ideologías y los eslóganes fáciles, los prejuicios y jucios sumarios, los procesos kafkianos al presunto disidente de las fes de moda, los ostracismos a quién sostenga un “pero” de duda razonable a cualquier aseveración generalmente aprobada (que no indudablemente probada), convierten el mundo en el que vivimos en un santuario para la pereza cognitiva y en un infierno para todos, pero especialmente para los que tratan de comprender cabalmente que es lo que realmente está sucediendo -nos está sucediendo.

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7 comentarios

  1. Hay como siempre gente de mentalidad muy avanzada, humanista, socialista, zoologista, que en cuanto a sobar o a haraganear en la camita y en cuanto a hora de levantarse parecen pertenecer a la clase aristocrática y ociosa del XVIII que caricaturiza Jovellanos en un romance en el que, después de haber descrito todas las costumbres perezosas y muelles de un noble de la época termina: “¿…Y esto es un racional? Dicen que sí” Esto se levantaba a la una, como mucho progre educado para la ciudadanía

    A veces hay que madrugar si se quiere rendir en los estudios o investigar o sacar tiempo para currarse el ascenso: “madrugada” viene de madrugar, pero no hace falta tanto, sólo no perder las mañanas, 7-10, que es mucho perder. A partir de las 10 el mediodía se echa encima, las llamadas telefónicas menudean, fulanito se pasa a ver qué haces y después de comer la cabeza ya no está para muchos jaleos.

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