Vaya por delante que lo que hace Marco Evaristti no me parece, en absoluto, arte. Pero eso no importa. La percepción particular de lo que es arte y lo que no lo es no deja de ser eso: una percepción particular.
Resulta que, tras el «éxito» de sus albóndigas elaboradas con los despojos grasos de una liposucción a la que se sometió con tal fin, ahora tiene pensado fabricar comida para peces con un cadaver humano.
Su idea es que sean los propios asistentes a la muestra los que alimenten a los peces, explicó a Efe el artista.
Evaristti conoció a Gene Hathorn -de 47 años y en prisión desde 1983 por el asesinato de su padre, madrastra y hermanastro- en 2007, cuando estaba trabajando con la idea de la pena capital e investigaba quién era el preso que llevaba más tiempo en el corredor de la muerte en Estados Unidos.
‘Empezamos a escribirnos cartas y luego fui a visitarlo a la cárcel en Texas. La segunda vez que estuve allí me contó que algunos presos donaban su cuerpo para fines científicos. Le pregunté qué le parecía donar el suyo para una obra de arte y aceptó’, indicó.
Leyendo los papeles del proceso vio que Hathorn era considerado literalmente un ‘desperdicio humano’, por lo que decidió transformar la ‘basura’ en algo positivo.
La cosa parece inevitable, pues Gene Hathorn ha dejado bien claro en su testamento que desea que su cuerpo sea utilizado por Evaristti para su próxima «obra de arte».
Y ahora salimos del «arte» y entramos en materia: qué razones poderosas impiden a Hathorn hacer con su cuerpo lo que le dé la gana? Por qué es mejor dejar que se pudra en una caja de pino que convertirse en alimento para peces? Por qué es más immoral la pretensión de Hathorn y Evaristti que la de quines le van a envenenar hasta la muerte?
Evidentemente, no dejará de haber quien opine que, si defiendo el derecho de Hathorn a hacer con su cuerpo lo que le dé la gana, automáticamente me descalifico para criticar a quienes pretenden (y logran) hacer con el cuerpo de otros (casi siempre otras) lo que les dé la gana (gracias a un proceso mental aún inescrutable para mí):
Porque aquí tenemos a un señor que dedica muchos artículos a meterse contra el Islam mientras que no tiene el problema de considerar indiferente algo como el “canibalismo voluntario”.
Iracundo, el paladín del liberalismo y la moral dixit.
Ya que ha vivido como un miserable, podía plantearse morir dignamente (lo digo simplemente por hacer algo «normal» en su vida). En este caso la condena de «privación de libertad» debería ser extensiva a «privación de disposición».
Creo que bastante dolor ha dejado como para que después de muerto todavía sea noticia.
Ahora, a cualquier necio sin escrúpulos se le llama «artista».
En fin, aquí un señor demasiado ligero y brillante, como Borges cuando defendía el canibalismo aduciendo que toda carne es carne humana, pero merece leerse, fanáticos antirreligiosos aparte.
La libertad significa derecho a decidir, si eliminas una prohibición pero con eso generas una obligación, tienes que usar tus parámetros morales para pensar qué debes generar, si la prohibición o la obligación.
Permite el canivalismo, y tendrás ciudadanos obligados a entregar su cuerpo para combatir el hambre de algunos. Frente a esa obligación, prefiero la prohibición. Con la prostitución, pasa lo mismo.
Una doctora malaya avecindada en Westchester county me dijo, cenando en una trattoria llamada Centolire, que para ser médico basta no estar loco y que hay muchas personas que pintan como Velázquez y son desconocidas. Un saludo D. Luis e ilustres contertulios.
Dejo una última «reflesión». Cuando leí a este tío en Libertad Digital, me esforcé en deducir dónde vivía, cogí un autobús y un par de horas más tarde nos quedamos respectivamente a cuadros. El miércoles ceno con él y el jueves nos vamos a ver a este otro que acaba de sufrir un Ictus. Voy a regalarle este libro, de un escritor centroeuropeo que, curioso, trabajaba en el Ramón y Cajal de Madrid …
Es propio del conservadurismo más rancio asustarse ante no lo que no deja de ser un comportamiento extravagante, en una persona extravagante, en una situación extravagante. No me esperaba esa reacción de Isidoro, la verdad.
«una bandera no es más que un cacho de trapo, una constitución no deja de ser un trozo de papel con manchas ordenadas, un himno es una simple unión de notas con cierta armonía…»
La de crímenes e infamias que nos hubiéramos ahorrado si la gente lo hubiera comprendido. Mal ejemplo.
Muy Buen post. Has expuesto lo que tantas veces hemos criticado algunos de Isidoro, su negativa a discernir entre voluntarismo y coacción. Cuestión en la que lleva empecinado demasiados años de una forma totalmente irracional.
1. Iracundo nadie dice que la carne humana ha de ser “objeto de tráfico como lo es la de un cerdo”. Principalmente porque al cerdo no le preguntas su destino. El ser humano que accede a este acto grotesco, que nos expone hoy Luis a modo de prueba de fuego, ha obrado de una forma voluntaria y consciente, ha elegido. Nadie le ha obligado. Es una persona que tiene derechos en tanto persona (Derecho Natural), el cerdo no, esa es la diferencia.
2. Parece mentira que alguien que niegue que los seres humanos tengan derechos naturales, salga con el cuento de la dignidad humana. ¿Qué es la dignidad humana? Según la Wiki, es “el Derecho fundamental prioridad del ser humano, compuesto de elementos subjetivos, que corresponden al convencimiento de que las condiciones particulares de vida permiten alcanzar la felicidad y de elementos objetivos, vinculados con las condiciones de vida que tiene la Persona, para obtener el mismo”. A mi cuanto menos me parece algo oscura esta definición. Podríamos dar otra más objetiva: es el respeto a los derechos de propiedad naturales del ser humano. Como siempre te pido una definición de aquello de lo que hablas, puesto que en caso contrario es tan posible el dialogo racional contigo como con nuestro amigo el calvinista. En mi opinión aquí estas aplicando una concepción religiosa de lo que es la dignidad humana, y no intentas buscar un concepto racional.
3. La demagogia es hablar que si de anarquistas de turno, y demás historias para no dar argumentos. Por una vez enfrenta el problema y no nos psicoanalices.
Saludos.
Luis, entonces los esfuerzos de Israel por recuperar los cadáveres de sus héroes ¿es una estupidez?. Obviamente un cadáver no es objeto de derechos y obligaciones. Pero no deja de ser una representación de lo que fue y representó. Es más, no deja de ser la parte inerte de lo que fue y representó.
Entonces una bandera no es más que un cacho de trapo, una constitución no deja de ser un trozo de papel con manchas ordenadas, un himno es una simple unión de notas con cierta armonía… Y no.
Los símbolos y la liturgia tienen su razón de ser, su utilidad y la necesidad de ser establecidos y mantenidos. Y en el caso del cuerpo del ciudadano fenecido, el respeto a su memoria y dignidad forman parte del reconocimiento de la sociedad hacia el individuo como centro del sistema. Porque si la sociedad crece y se fortalece es gracias a la participación, esfuerzo y trabajo de cada uno de sus miembros. Y tal labor ha de ser reconocida y recompensada. Además de por lo dicho, como estimulo a los vivos que componen el colectivo.
Se incentiva más la acaparación de capitales y el desarrollo común si cada uno sabe que su labor va a tener reconocimiento. Pero si uno piensa que según deje de respirar le van a tirar por el retrete y van a poner su culo para aparcar bicicletas, ineludiblemente se le quitan las ganas de dejar nada al que venga detrás a darle por saco con una rueda.
Si la trascendencia del individuo acaba con su vida, ¿qué sentido tiene dejar nada al que venga detrás?
No niego que haya normas sociales que puedan ser obviadas o que deban de ser corregidas. Pero cuando analizamos un compendio de valores establecido a través de los siglos mediante el sistema de prueba y error, en el análisis ha de entrar algo más que voluntad y razón. Han de verse las consecuencias y la razón de ser de cada cosa.
Además, si se considera que el muerto no es más que detritus, el peso de su voluntad acaba con su último suspiro. Por lo que se podrá hacer con los cuerpos inertes lo que le venga en gana al primero que pase por delante… Y sinceramente, no me agrada en nada tal idea…
P.S. : Por si le interesa Sr. Iracundo, no soy anarcocapitalista sino miniarquista. Pero lo que nunca voy a tolerar es que haya alguien que tenga más poder que yo sobre mi propio cuerpo.
Sr. Iracundo, ¿me podría explicar usted que $%&@ tiene que ver el mundo feudal con un acuerdo libre y voluntario entre iguales (como es el caso de esa persona que desea donar su cuerpo, sean cuales fueren los fines)?
Lo que no puede ser es esa carrera por ver quién la dice más gorda. Hace falta gente decidida pero coherente, que sean capaces de ponerse de acuerdo en una serie de cosas y no se limiten a contar cada uno su peculiar historia como si estuvieran en un congreso de medicina preventiva o en una convención de Star Trek.
Supongo que el genocidio del pueblo armenio, la minoría judía europea, los kurdos, los musulmanes bosnios, las minorías de Camboya y tantos y tantos sucesos inenarrables son todos Expedientes X. ¿Que la realidad no fastidie la «bonita» teoría!
El ser humano tiende a retirar «el beneficio de la humanidad» a sus congéneres. Todo lo que contribuya a tal cosa es una irresponsabilidad. Un cadáver evidentemente es un residuo pero favorecer su tráfico como materia prima es algo sencillamente atroz que, como he dicho, abre el interrogante del «¿y por qué no?» respecto a la esclavitud y otras maravillas del mundo feudal que usted admira.
Y, por si intentaba sugerir que no, es algo más allá de duda el que el consumo de carne humana por otro humano produce enfermedades terribles. No parece que sea muy conveniente meter al ser humano en nuestro menú.
Off-topic:
by Sarah Palin.
¿Cuándo vas a hablar del integrismo religioso no musulman? Ah, es que ésto es sólo otra excepción… o que se te ve el plumero sectario y cristianofascista cada vez más…
Pues que quieren que les diga. Yo retiro todo conato de ironía al comentario de (*):
Con una matización… sobre el sentido común. a mí, mi sentido común me dice que tras la muerte, los restos de cadenas carbonadas que quedan no son sujeto de «dignidad». Que lo del culto a los muertos es atávico. y que lo de las sociedades «escandalizadas» por veinte culos negros de aparca bicis es fruto de una sociedad que no le permite a los negros que fueron propietarios de esos culos hacer con ellos lo que les daba la gana, que no molestaron a nadie, ni tuvieron más ventaja que la de comer bien y vivir mejor y dignamente cuando les hacía falta: vivos.
Sobre las paranoias conspiranoicas de Iracundo, que ha visto mucho expediente X, no tengo nada que decir.
Juano, las cadenas de carbono en descomposición son, te cito,
??????
Creo que no.
Por otro lado, el que considere que algo no deba ser motivo de escándalo, lo convierte automáticamente en «obligatorio»?
Decía en otro momento:
«Acecha, en lo menudo, a lo diario, el hastío de la repetición, y su pendiente fatal es el acostumbramiento que ya no redescubre en cada acción una intención y que convierte en rutina lo que fue ruta.
Para huir de ese insoportable tedio algunos se adentran en el cultivo de lo raro e inusual, descubriendo en la huida el pórtico a ninguna parte, la hipoxia, el “spleen”, el Sehnsucht, el me lo merecía, que asedia al carente de sí y que convierte en proceso degenerativo y gregario cuanto comenzara en forma de protesta …para devenir sobado pasiego tópico y “suconciente coletivo”, con vuelta a la banalidazzz televisada y así sucesivamente: el gusanillo de las conductas miméticas hay que buscarlo oradando la manzana podrida de la decadencia del día a día.
Veteranía. Hacer no otras cosas, sino hacerlas de otra manera, con otra inspiración. Encontrar sentido en lo pequeño, gozar de lo inmerecido, ejercitar la modestia, si bueno, ¿no?, hacer de tu oxidada taquilla un lugar de acogida, un espacio de descanso amigable, no hablar ni callar, escuchar, cosa que nada en absoluto tiene que ver con un cierto tipo de consejas para la tercera edad…
A juzgar por la escasez de sabios habidos en este terreno, habrá que pensar que urge salir de los lugares comunes, salir del cansino corretear del pollo sin cabeza, desinstalarse de ese mero acostumbramiento a las grandes superficies, desconectar el biotopo del tópico, diferenciarse del granjero del medio oeste que, después de contemplar por primera vez el descomunal cuello de una jirafa, decidió que no podía ser palpando el suyo, dejar de adoptar el blogocentismo que desprecia el blog de al lado, no reiterar ante la historia el papel de único ombligo, no dar rienda suelta al choteo cada vez que se avista la faz del australopiteco o del pitecántropo por el mero hecho de que fueron menos sabios que nosotros, pensar por hipótesis que, a la vista de nuestras burlas respecto de él, tal vez el australopiteco que levantara la cabeza desde la profundidad de sus siglos, echaría a batir sus envidiables mandíbulas para reír de la gregariedad del actual cliente de Ikea metropolitano.
En fin, que eso de simpatizar con los usos y costumbres del lugarejo donde nos caímos del árbol, pase, ma non troppo; pero el convertirse en agresor forófez cualquiera por el hecho de que el otro enfunda otra camiseta, o la misma, no. Y todo esto, no porque llegue la Navidad, sino porque a partir de una determinada edad es la única manera de descifrar el libro abierto de la vida, en una lectura, no siempre rápida, que no se puede dejar para mañana.»
Leamos a otro gallego hablando de un tercer gallego.
Es un puro cálculo: si se despoja de dignidad al ser humano la tendencia a considerar infrahombres a grupos minoritarios o culturas contrarias, a lo que es tan propenso hasta el más civilizado de los sujetos, se desmelena. Es la pérdida de la razón. El mundo no se construye de buenas intenciones ni está habitado por ángeles.
Partimos del consenso de que el individuo es el centro de todo sistema y la razón de ser de los mismos. Tal posición no sólo ha de ser enunciada, sino defendida y dignificada. Es por tanto congruente y necesario cuidar de la dignidad del individuo para sustentar y proteger su posición central en todo esquema.
De la misma manera -aunque en menor grado- que no se puede consentir que alguien libremente se someta a esclavitud, no se puede consentir que alguien disponga de cualquier manera de su individualidad. En ambos casos se trata de renunciar a la dignidad y abandonar la posición central que le corresponde a cada persona. Porque de lo contrario se socavan principios elementales y constitutivos de la sociedad. Y eso siempre tiene efectos. Es erróneo tener en cuenta las acciones que sí tienen efectos inmediatos o a corto plazo e ignorar las que los tienen a medio y largo plazo. Sobre todo cuando el daño es el mismo.
Pongamos por caso que alguien con mucho dinero se dedica a pagar a personas en serios apuros a cambio de disponer de sus cadáveres. Pongamos que consigue veinte personas que encantadas reciben el dinero renunciando a la dignidad de su cuerpo una vez muertos. Pongamos que el caprichoso millonario entierra los veinte cuerpos con el culo en pompa en la puerta de su casa para aparcar sus bicicletas y motos. Y ya para hilar más fino, pongamos que los veinte culos son de una etnia en particular. ¿Alguien puede sostener que tal acción, nacida de la libre disposición entre particulares, no tendría efectos nocivos en el colectivo?¿No sería una manera de vejar a un grupo determinado?
Una cosa es donar tu cuerpo a la ciencia para buscar el beneficio de otros. Pero donarlo para ver cuánto metano puede insuflarse por las cavidades corporales antes de explotar no sólo dudo que reporte beneficio alguno, sino que creo va en contra de la posición esencial que ocupa el individuo. De hecho por eso la donación de cuerpos a la ciencia ha de seguir un riguroso protocolo que cuide de la dignidad del donante.
Si se consiente la vejación de lo más importante y esencial del sistema, ¿con qué argumento se defiende el respeto a nada? Sería de frenopático una ciudad plagada de escaparates comprados en vida por los cadáveres que los ocuparan para hacer un corte de mangas frente a la fachada de su enemigo o para enseñar las posaderas a todo el que pasara por delante. Hay un límite. Y en este caso creo que debe establecerlo la dignidad que corresponde a la razón de ser de todo sistema social: el individuo.
A mí me parecen argumentos conservadores. La dignidad humana, el sentido común… humanismo cristiano secularizado. En tiempos recios la dignidad humana y el sentido común no valen una mierda y no porque lo diga o lo deje de decir http://www.edge.org
Obscenidades a parte resulta increíble la tabula rasa que se sugiere con esta clase de apologías. Porque si bien podemos entrar a calificar los rituales funerarios como algo más o menos absurdo no deberíamos tomarnos en serio la posibilidad de que la carne humana fuese objeto de tráfico como lo es la de un cerdo. Habrá quien opine en este punto como yo por razones religiosas o similares pero la razón más inmediata para rechazar este tráfico, como en el caso de la esclavitud, es el despojo de dignidad que se hace a la persona. Un despojo este que podría llevar, dado el talante del ser humano, a cosas aún peores que serían potenciales protagonistas de toda suerte de pesadillas. Si «voluntariamente» alguien decide convertirse en comida para peces… ¿por qué no convertirse «voluntariamente» en comida para otros humanos? ¿Por qué no convertirse en, por las razones que fueren, objeto de pruebas médicas arriesgadas o vivisecciones?
Lo de «con mi cuerpo hago lo que quiero» es una demagogia, por toda clase de planteamientos empleada, que tiene un recorrido similar a la de «Dios lo quiere». El ser humano no existe en una burbuja y lo que haga «con su propiedad o su cuerpo» tiene a veces implicaciones. En este caso la implicación es clara y cualquiera que tenga sentido común lo verá. Además, junto al peligro social apuntado, ni que decir tiene que el consumo de carne humana, o de animales que han comido carne humana, por parte de otros humanos puede ser causa de enfermedades terribles.
Pero todo ello da igual en aras de esa mentalidad de tabula rasa del anarquista de turno. Y es que…si uno puede inventarse una naturaleza humana a la carta podrá también convertir al ser humano, precisamente, en parte de la carta… del menú.
Además, hacerlo involuntariamente sí sería una descortesía.
Sobre la cita de Isidoro, mi respuesta habría sido algo así como…
Ciertamente habría sido soez, pero no tanto como alguna otra respuesta que se merecería y que se me ha pasado por la cabeza.