Los Nazis practicaron una eugenesia y una eutanasia activas, acordes con los criterios de pureza racial y armonía corporal y mental. Los científicos alemanes no sólo no se opusieron a ello, sino que se sumaron con entusiasmo a la cruel iniciativa, sin ser para ello coaccionados. El progreso de la ciencia exigía dejar a un lado moralinas “irracionales”, contrarias a la Razón imperante. Miles de locos y tontos, es decir, miles de personas enfermas del cerebro para las que no se había encontrado una solución con la ciencia del momento, fueron sometidas a la “solución final”, sacrificadas en el altar de la sociedad aria ideal, y sus cerebros sometidos a examen anatopatológico. En especial repugnaban a las autoridades y a su brazo médico las anormalidades de origen genético, cuya propagación querían cortar de raíz. Entre los exterminados, habría sin duda numerosos autistas. Estos seres humanos, a los que le falta una de las capacidades más humanas, la teoría de la mente, la empatía emocional, se comportan de forma socialmente incompetente. Encerrados en su mundo de rutinas obsesivas no interaccionan con los demás. Esto, en la interacción más intima, la que se da entre madre e hijo, resulta devastador. Las madres de niños autistas son las que más padecen las limitaciones de sus hijos, y saben que siempre tendrán que cuidar de ellos. El peso de responsabilidad es inmenso, así como la frustración por no ver desarrollarse a su descendencia de forma natural. Sin embargo no tienen culpa de la situación. Este mal del desarrollo no se debe ni a su falta de afecto ni a su falta de cuidados para con el bebé.
De los años 50 a los 70 dominaron el panorama intelectual de la psicología infantil las ideas de un psicólogo freudiano llamado Bruno Bettelheim. Sobre ello nos hablaban en un Documental, emitido el pasado Sábado en La Noche Temática de la 2 . El Doctor Bettelheim había salido con vida de un campo de concentración Nazi, y pronto comparó la situación de los niños autistas con la que él sufrió en dicho campo. Con doctoral aplomo afirmaba que el problema de estos niños eran sus madres, auténticas madres-frigorífico, que no les proporcionaban el suficiente afecto, el necesario ambiente para su desarrollo normal. Para esos niños, pues, siguiendo el razonamiento de Bettelheim, su entorno más inmediato y más importante, el familiar, era como un campo de concentración, y el desarrollo del niño se veía truncado. Generosas financiaciones de la Fundación Ford y el apoyo de todos los medios otorgaron a este teórico peregrino un poder sobre la opinión no mucho menor del que tuvo Lyssenko en la Rusia Soviética. Los psicólogos, embebidos de estas pseudoideas, culpabilizaban a las madres de la desgracia de sus hijos, haciéndolas aún más desgraciadas. Para colmo, a algunas se les sugería que internasen a estos en una institución especial para que pudieran desarrollarse libres de su “frialdad”. Curiosamente en estas instituciones lo que se les proporcionaba a los niños era una ausencia total de estímulos, no se les permitía jugar ni realizar actividad ninguna. Lo menos parecido al calor humano. Pero era lo que había.
Los partidarios del Progreso y de la Razón, así como los que lo son para el dominio específico de la Ciencia, creerán que esas cosas pertenecen a un pasado ignorante que la presente ilustración ha superado y que el futuro no repetirá. Pero la lección que debemos sacar de estos hechos es, en mi opinión, bien distinta. Con el pretexto de estar practicando la ciencia más ortodoxa más de un lunático ha impuesto sus ideas descabelladas y ha creado modas ideológicas perversas con tintes totalitarios. El ciudadano corriente, y no sólo los científicos y los prohombres de las ideas, ha de estar en guardia permanente contra las verdades de su tiempo, sobre todo cuando conllevan imposiciones sutiles, y para quien disienta marginaciones y castigos severos.
Ayer me contaban el caso de un profesor universitario que tuvo la desgracia de ser acusado de violación por una alumna descontenta con la revisión de un examen. · años y varias ignonimias y humillaciones públicas después, un tribunal le declaró inocente. Su vida familiar y profesional había sido destruida por una psicofanta del peor estilo. ¿Cómo no iba esto a suceder en una sociedad en la que el hombre es considerado, gracias a unos sociologos feministoides que arengan desde púlpitos universitarios, un lobo para la mujer?
No nos preocupemos, ZP nos salvará de nosotros mismos con el aborto y con la eutanasia, y el Progreso continuará indefinidamente….
Ijon, sí, las preguntas retóricas tienen respuestas. Si la respuesta es única para emisor y receptor, se da por obvia y la pregunta es retórica. Ahora bien, si la respuesta del receptor no es la que daba por sentado el emisor, tenemos entonces un vórtice de enfrentamiento -dialéctico en el mejor de los casos- al enfrentarse dos «obviedades» de signo contrario.
Ejemplo de lo primero en este foro, sería por ejemplo: ¿no es la libertad un valor supremo?
Y de lo segundo, podría ser un tal señor henchido de ira preguntando: ¿se creen ustedes que soy tonto?
Buena pregunta….¿no será retórica?
¿Tienen respuesta las preguntas retóricas?
Seguro, lo que es seguro, lo estoy de muy pocas cosas.
Estás seguro de la respuesta a la cuestión que planteas?
Aunque, claro, siendo «sociólogos feministoides» lo mismo no tienen mucha credibilidad, esto es lógico…
Es cierto Ijon, esas teorías son poco científicas. Lo malo es que en ese terreno resbaladizo de las ciencias sociales cualquier soplapollez se pretende hacer pasar por ciencia super-rigurosa.
Tu amigo profe es prudente a la par que sabio.
Liberand, los totalitarios de todo signo tienen pasión por la eutanasia, la eugenesia, el aborto, etc etc. Como quieren regular nuestras vidas de la cuna a la tumba les apasionan estas cosas.
Carlota, no te extrañe que siga haciéndolo, contando además con el beneplácito de alguna otra secta…..
Juano, eso que dices pone de manifiesto la relación tan estrecha existente entre medios de desinformación masiva y poder político.
Es una de las consecuencias de la consideración del estado como padre y salvador. Así, desde que una teoría triunfa mediáticamente -independientemente de su validez científica-, tienes a los políticos perdiendo el culo por demostrar su utilidad y salvarnos la vida según esa corriente de pensamiento populista.
Y así han asesinado a millones de personas con el DDT, así han asesinado a millones de inocentes no nacidos -son menos humanos que los simios-, así condenan a la hambruna a países enteros… Y lo peor de todo no es el daño atroz que hacen perjudicando, condenando y cercenando vidas. Lo peor es que no pasa nada…
Hasta el año 2000 fui jefe administrativo de unos servicios procedentes del antiguo INSERSO, transferidos desde mediados de los 80 a la administración regional, en los que, al menos una «profesional» practicaba con entera independencia la ortodoxia del Dr. Bettelheim.
Me enteré casualmente.
Lo atribuí a su obediencia a alguna secta freudiana.
Me temo que siga haciéndolo.
Me has recordado que en Wannsee, en la mansión donde se decidió la Solucióm Final de los nazis, hay una imagen y unas declaraciones de Hitler sobre la eutanasia, cuando fui les hice una foto, las colgaré en mi blog, no tienen desperdicio.
En efecto, es curioso comprobar como todas estas peregrinas teorías, ejem, «científicas» conducen sistemáticamente a aumentar aun más los poderes estatales. Naturalmente, por el bien de todos.
El caso del profesor que citas me ha recordado lo que me comentó un amigo también profesor universitario hace unos días. Si tiene una cita con una alumna para una revisión de examen o algo así, se cuida muy mucho de que haya alguien más en el departamento y por supuesto, de mantener las puertas abiertas.