Corría el año 1999. Los estudiantes estaban descontentos con la teocracia iraní y organizaron varias manifestaciones. Durante una de ellas, la Guardia Republicana disparó a los manifestantes e hirió a varios estudiantes. Uno de ellos cayó al suelo y otro que estaba al lado le quitó la camiseta para taponar la herida mientras lo conducía a la Facultad de Medicina para que lo curasen los estudiantes. Sin embargo, cuando contó lo que había ocurrido, los estudiantes quisieron salir fuera a enfrentarse a los guardias iraníes. El estudiante se opuso y levantó la camiseta para que todos vieran que era efectivamente sangre y que fuera había peligro real. El estudiante tenía 21 años: su nombre es Ahmad Batebi.
El momento fue capturado por un fotógrafo y la imagen fue portada de la revista inglesa The Economist, dando lugar a protestas mundiales.
Pero para ese momento, Ahmad Batebi ya estaba detenido y siendo objeto de torturas. Le pegaban con cables hasta que perdía el conocimiento, le echaban sal en las heridas para que no se desmayara y seguirle torturando y le metieron la cabeza en un pozo de mierda hasta que respiró bien el hedor que emanaba de él. También le pusieron cables conectados a la toma de corriente en los testículos y le obligaban a ver, cuando la tortura cedía, vídeos en los que se decía que estaban torturando a su madre.
Al final, le condujeron al juez, quien le plantó la portada del The Economist en la cara y le espetó: «Has firmado tu sentencia de muerte«. Y así fue: Ahmad Batebi fue condenado a muerte por «crear alborotos en la calle«. La verdadera razón era que se había negado a dar los nombres de sus amigos, líderes de la revuelta, y a decir que la camiseta que había levantado tenía pintura o sangre de animal. Sin embargo, las protestas globales por su sentencia a muerte hicieron que el régimen la conmutara primero por una de 15 años y luego por otra de 10.
El año que viene haría 10 años desde la revuelta. Así que la alta cúpula iraní estaba bastante desesperada por conseguir algo de sus «interrogatorios». El año pasado fue sometido a una sesión de tortura tan fuerte que perdió el conocimiento y la movilidad de la mitad de su cuerpo. El régimen no quería que su disidente más famoso quedara «mal» así que decidió darle permiso para salir de la cárcel y que recibiera tratamiento médico.
Ahmad Batebi aprovechó la ocasión y el pasado mes de enero se escapó e inició un periplo para pasar la frontera irano-iraquí ayudado por los disidentes kurdos y los opositores democráticos. Se movía mucho y no conocía a las personas con las que iba. Ya en Iraq, recibió una llamada de su antiguo torturador, conocido por su seudónimo Jamad Jatavi, quien le dijo: «sabemos dónde estás. Debes entregarte«. La llamada al nuevo teléfono regalado por la ONU, hizo que se adelantara todo: fue presentado en las oficinas de la ONU en el Kurdistán iraquí y de allí tomó un vuelo a Virginia (EEUU), a donde llegó el pasado 24 de junio.
Ahora dice que quiere dedicarse a recuperar el tiempo perdido en la cárcel, especialmente a pescar, a luchar por la democracia en Irán y a intentar que EEUU no ataque su país. Eso sí, la última entrada de su blog contiene varias fotos en Washington, con las siguientes palabras: «Nunca volveré a estar en vuestras manos«. Esperemos que sea así.
Joder con los ayatollahs…
Menuda «democracia»
Esperamos impacientes la emisión de reportajes en teles públicas y privadas narrando la historia de este hombre.
Impresionante, Nora. (Un pequeño detalle, korrije la herratá del primer párrafo: cayó de caer, no calló de callar). 😉