Uno de los latiguillos recurrentes de los ecolojetas, antes incluso del surgimiento de la neoreligión del cambio climático, es el grito de «se acaba el petróleo». Como tal recurso fósil el petróleo (y el gas y el carbón) son finitos y por ello su duración limitada. Se trata pues de recursos valiosos que hay que utilizar con cabeza y no despilfarrar. Hasta ahí estamos de acuerdo, pero antes de gritar conviene conocer algunos fundamentos básicos que a pesar de su sencillez, nunca se explican. Así nuestra toma de decisiones será racional y no emocional.
A menudo escuchamos frases como «queda petróleo para 20 (ó 50 ó 100) años», con una heterogeneidad pasmosa en cuanto a las cifras manejadas. Hay algunos que pretenden dar un baño científico a su aseveración y añaden una coletilla del tipo «a los ritmos actuales de consumo». Esta aclaración está bien, pero no basta. La fórmula para el cálculo de la duración del petróleo es evidentemente tan simple como un cociente entre el petróleo total que hay (numerador) y el consumo anual (denominador). El denominador es una cantidad conocida (más o menos) así que la incertidumbre viene dada por el numerador. ¿Cuanto petróleo «hay»?
Aquí es donde conviene saber de qué estamos hablando:
El mero conocimiento y cuantificación de la existencia de materias energéticas no significa necesariamente que éstas se puedan emplear para la obtención de energía útil. Para ello, además tiene que ser técnicamente posible su explotación y económicamente rentable la misma, es decir, que los costes de extracción sean inferiores a los precios del mercado. Asimismo, es preciso que la energía útil que se obtenga del recurso sea muy superior a la consumida en su extracción y transformación. Las cantidades de materia energética que cumplan todos estos requisitos se denominan reservas, que pueden aprovecharse para su transformación en energía útil en condiciones económicas rentables.
Al resto de las cuantificadas se la denominan recursos. La proporción de recursos que pasan a ser reservas, sin descubrirse nuevos yacimientos, aumenta a medida que se abaratan técnicamente los costes de explotación, o bien porque en el mercado alcanzan un mayor precio. Un ejemplo clásico es el del crudo del Mar del Norte. Sus yacimientos eran conocidos pero no se explotaban. La fuerte elevación de los precios del petróleo en 1973 provocó que el crudo del Mar del Norte dejase de considerarse únicamente recurso para pasar a ser reserva.
Si en el numerador de la fórmula comentada arriba ponemos solo la cantidad actual de reservas, la cifra resultante de la fórmula será baja. Si incorporamos recursos conocidos, la cifra sube (y es lógico, la escasez conllevará subidas de precio y paso de recursos a reservas). Si además añadimos como recursos yacimientos aun no descubiertos, la cifra sube más aunque sea a costa de la bola de cristal.
Y hay otro factor: Existen yacimientos de recursos petrolíferos (no de petróleo) perfectamente identificados pero cuya explotación económica no es en absoluto rentable. Hablamos de petróleos extrapesados, arenas asfálticas (tar sands) y pizarras oleosas (oil shales ), actualmente no utilizados, pero que podrían serlo en un escenario económico de precios al alza. Si añadimos estos posibles recursos al numerador, los años resultado de nuestra fórmula se disparan.
Un ejemplo histórico son las pizarras bituminosas de Puertollano, utilizadas durante la autarquía franquista de postguerra como fuente de productos petrolíferos. Son el origen del complejo industrial posterior. Si viajáis en AVE, al salir hacia el sur de la estación de Puertollano podéis ver a la izquierda una pequeña montaña claramente artificial. Son las escorias sobrantes de las explotaciones de aquellos años.
Si el precio del crudo aumenta (el precio real, no el especulativo), quizá un día se vuelvan a utilizar. O quizá esto no ocurra nunca, pues no resulten rentables frente a otras fuentes energéticas renovables.
En fin, evitemos el despilfarro, no abusemos de los recursos no renovables, pero no caigamos en el alarmismo gratuito. Verdes, sí, pero verdaderos.
Sobre el carácter intrínsecamente ligado a la economía de las labores mineras tengo una anécdota que quiero contaros (si habéis llegado hasta aquí). Cuando sube el precio de una materia prima, es posible que una explotación que se había abandonado por la baja ley (concentración) de su mineral vuelva a resultar rentable. En una conferencia al respecto en Buenos Aires, un catedrático español se dirigió al auditorio en estos términos: «El mejor negocio hoy día en este campo es coger una mina abandonada y explotarla». Las risas de los asistentes y el estupor del conferenciante fueron al parecer memorables. Dejo a nuestros estimados lectores el link a un diccionario argentino-español para la explicación del caso, si fuera necesario.
Gracias a ti Leo, por venir.
Gracias por el enlace al diccionario.
Yo también pienso que la subida se debe más a la presión de la demanda que a otra cosa. La oferta (la producción que realmente sale al mercado) está en pocas manos y obteniendo unos beneficios tan substanciosos por la cara que difícilmente se plantean aumentarla.
En cuanto al carbón, hay un plan europeo para desarrollar (convenientemente amparadas en el erario público) un buen número de centrales de carbón de tamaño comercial (500 MW) pero, eso sí, incluyendo tecnologías de captura de CO2. Lo cual puede duplicar la inversión a la vez que baja el rendimiento neto de la central (mayor autoconsumo en auxiliares). En fin, otro chollo. El futuro energético pasará por la energía nuclear o por la caverna. En países como India, lo tienen bastante claro.
Hacer público el desglose del precio de los combustibles no estaría mal. Ni incluir en el recibo de la luz a cuanto se paga el kWh a las plantas fotovoltaicas.
He leído referencias al «peak oil» desde los años 70. Si buscamos, las primeras teorías del peak oil datan de los 50 y lo situaban en los años 70. De allí hasta ahora, todo es un rosario de predicciones de ese tipo. El precio del petroleo a día de hoy, sospecho que tiene que ver con la caída del dólar (la inversión se refugia en la materia prima, al tener los tipos tan bajos) y el consumo de las economías emergentes.
Para mi el debate que hay que abrir de una vez es la nuclear (que nos de para ir poniendo a punto otras fuentes de energía) y llegado el caso el uso del carbón (del cual hay recursos bastante más aprovechables. Lo malo es que entramos en todo el tema de la histeria climática).
De todas maneras, tampoco está mal hacer un desglose del precio del litro de gasolina o diesel,y cuanto se lleva el Estado de cada litro.