Milady,
Últimamente andan las cosas revueltas tanto en el mundo real como en los mundos de Yuppi. Tanto que se han vuelto casi indistinguibles.
María se planta (debe ser que el nombre imprime cierta impronta), Esperanza pide reflexión, Mariano sigue mirándose el ombligo (que por el tiempo que lleva en contemplación debe ser como una plaza de toros) y el gobierno socialista sigue ahí, campando por sus respetos con el rey de su parte. Por otro lado, tal y como está el patio ¿qué otra alternativa visible tiene su Majestad?
Bien es cierto que Milady siempre me dice que el rey es el servidor de todos los súbditos o que así habría de ser y que ello le impide decantarse por ningún partido político, ya que dejaría “huérfanos” a quienes no sienten simpatía por esa opción. Por eso me pregunto si este rey es de los mundos de Yuppi o del otro.
Ya sabe Milady lo que valoro sus consejos y, abusando de su bondad, me gustaría comentaros una cuestión aparentemente sin importancia, pero que está causando ciertos trastornos a mi alrededor.
En estas tierras, mi Señora, la gente no presta atención, la regala. En la Región Lejana en la que me aloja don Luis en este exilio, hay personas que, en lugar de hacer oídos sordos a rebuznos, a críticas malintencionadas y al griterío de algunos chiquillos maleducados, escuchan con especial atención, anotan cuidadosamente las memeces y, para colmo de mi asombro… ¡contestan! Y los más afectados hasta se van, no por incomodidad, sino por las palabras rebuznadas (en sentido literario, Milady, aquí hay un burro que habla con diferentes voces).
¿Prestarían estos hombres una cantidad de reales de oro a un desconocido, un encapuchado o alguien de quien no conocen su procedencia? Lo dudo, mi señora. Y, sin embargo, siempre estan dispuestos a prestar una atención que bien pudiera dedicarse a leer a Santo Tomás (en el parvulario estamos iniciándonos aún) o a aprender latín, como me propongo hacer con mis horas de ocio (minutos más bien).
Como siempre me decís, Milady, hay que discriminar a quién se presta atención para no caer preso de maleficios y brujerías. Lo terrible es que en este mundo la costumbre es imitar lo que hacen los políticos y anda el patio como Mariano, mirándose ese ombligo de tamaño natural, para regocijo de los adversarios que tienen ganada la batalla sin esfuerzo, si esto sigue así (en este mundo y en el de Yuppi, que cada vez se diferencian menos).
Os mando una canción para vuestro deleite. Ilustra el caso que cuento porque el estrribillo repiquetea Parole, parole parole… chè cosa sei (palabras, palabras, palabras… ¿qué eres? o ¿qué cosa eres?).
Quedo a la espera de vuestra misiva con nuevos consejos,
María Blessing
Mi proceder no lo dicta la razón como el vuestro, mi señora, sino la defensa de mi honor o el los mios. No soy pendenciero en busca de lid pero, que me parta un rayo, jamás la rechazo.
Incondicionalmente vuestro
Cuanta generosidad la de doña María.
No contenta con regalar (y no prestar) un acertado consejo, además lo envuelve con suma elegancia.
Voy a hacerle caso a Blessing. Llevo varias horas golpeándome los dedos para no escribir nada sobre “liberalismos por la gloria de Dios”. Como bien dice la epístola, no voy ni a regalar ni a prestar mi atención.
Es que una da mucho de sí… y Celentano es un chulazo de los que ya no quedan. Tenía que sacarlo…
Además de a Siouxie también le saca partido a los momentos chic. Jo, qué bien.