Juan tenía una estrategia y, sobre todo, estaba de muy buen humor. El éxito, pensaba, está garantizado. Invitará a su mujer a una cena de esas elegantes, le dirá cuánto la ama y le contará cuántos pares de zapatos y vestidos de Prada va a poder comprarse gracias a su nueva idea de negocio: la máquina expendedora de patatas fritas bio. En ese momento, y mientras le pide todo el apoyo del que es capaz una esposa, abrirá una botella del mejor champán, recordándole que forman el mejor equipo del universo.
«Cariño, ya estoy en casa», fueron las primeras palabras de Juan nada más cruzar la puerta. Fué directo al bar y se sirvió un güisqui de malta. Re pitió, esta vez más alto: «Cariño! Estoy en casa!»
«Tienes que dar siempre esas voces? No ves que estoy al teléfono?» Su mujer se detuvo, con cara de enfado, en el umbral de la puerta del salón, tapando el movil con una mano. «Vale, vale» susurró Juan saliendo con su vaso al balcón y dirigiendo su mirada al jardín. Cuánto hace de la última vez que ella se alegró de su vuelta tras un viaje de negocios?
«Hola Juan», dijo al cabo de un rato su mujer cerrando el movil. «Era Martínez, el catedrático, con quien estoy preparando una exposición sobre los nuevos realistas salvajes en el foro de la universidad». «Suena importante… catedrático!» respondió Juan. «Para mí es importante» le espetó ella. «Sí, claro, lo es. Cómo te va todo?» acertó a preguntar Juan. «Realmente te interesa saberlo?» «Estooo, pues claro!»; «Me iría mucho mejor si supiese que mi marido me da el apoyo que de él espero. Si PARTICIPASE de mi vida y me tomase EN SERIO». «Pero cariño, qué mosca te ha picado?» «Lo ves? Ahí lo tienes. Me gustaría no tener que explicarte siempre qué es lo que pasa. Me gustaría que tú, por una vez en tu vida, supieses qué es lo que pasa». «Pero Clara, cielo, acabo de llegar hace cinco minutos de un viaje …» «Y? podrías ser algo más sensible, no?»
«Clara, no quiero que discutamos. Me gustaría que saliésemos a cenar. Ya sabes, como nos gusta a los dos». «Siempre estás pensando en comer, Juan. Que no te falte el filete. A veces pienso que existe una relación directa entre tu consumo de carne y tu incapacidad para percibir que OTROS tambien EXISTEN». «Clara, por dios, no estás hablando en serio …» «Hay estudios que demuestran que los vegetarianos son personas mucho más sensibles». «Hitler era vegetariano». «Juan, por favor! No saques las cosas de quicio. Y típico que ya estés enganchado al vasito de güisqui. Cuántos llevas? Dos?» «Clara, créeme, hago todo lo posible por, hmmm, participar de tu vida. Sí. qué te parece si nos vamos a cenar a un sitio bonito?» «Las cosas no so tan fáciles como crees, Juan». «Por qué no?». «Porque no lo son». «Las cosas son tan fáciles o difíciles como nosotros las hacemos, Clara». «Puff, semejante simplicidad sólo podía salir de una mente masculina». «Querida, soy un hombre». «Tal vez sea ese el problema». «Por favor, no digas bobadas. Venga, ponte guapa y vamos a comer al restaurante de Luiggi». «No Juan. Lo siento, pero no estoy de humor. Hoy no. Se me han quitado las ganas tras esta conversación. Y además, sabes que a los vegetarianos no nos gusta comer en sitios donde hacen carne. Vete tú, si quieres. Bebe una botella de vino, comete tu chuletón y sé feliz».
«Sabes una cosa? Justo eso es lo que voy a hacer. Me comeré un chuletón con PATATAS FRITAS». «Anda! Desde cuándo comes tú patatas fritas? No sabes la cantidad de ácidos grasos insalubres que tienen?» «Desde que he pensado en vender máquinas expendedoras de patatas fritas bio». «Que vas a qué?» «Ya lo has oído, Clara». «Juan, deja inmediatamente el güisqui. Me das miedo». «Hablo en serio, querida. Las primeras patatas fritas biológicas en máquina expendedora. Llenaré el mundo con ellas. Por Dios, Clara, imagínate …» «Juan, no tengo tiempo ahora para tus ensoñaciones adolescentes. Estoy planificando una exposición. Haz lo que te dé la gana». «Cuenta con ello!»
De camino al restaurante de Luiggi pensaba Juan que las estrategias no funcionan con las mujeres. Aunque, pensándolo mejor, no acaba de decir haz lo que te dé la gana?
No, acabo de cambiar tu e-mail, por la otra…. y zas! funciona!
Ahora sí sale… Ejem… no había señalado la imagen… o_O
No, es el mismo que uso para todo… 😉
Nora, tal vez estés aquí logeada con otro e-mail que el que usas en gravatar.
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Offtopic… A mí no me sale el angelito y eso que sí me he dado de alta en Gravatars… y sale en haloscan precisamente por eso… (por lo menos las últimas veces no salía… :P).
Ya veo la monedita por todas partes. Ha funcionado ¡Y con efecto retroactivo!
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Has de tener paciencia, Germanico. Paciencia 😛
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Creo que no
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Gracias Luis, voy a probar. Espero que este sea mi último comentario con esa cara en sombra
Pues fácil, Germánico, no tienes más que darte de alta en Gravatars y subir una imagen. La ventaja? Lo haces una vez y aparecerás en todos los blogs que soportan gravatars (todos los de WP, por ejemplo)
Eso sí, usa en Gravatars la cuenta de e-mail que usas en los comentarios para identificarte.
Oye, una cosa que nada tiene que ver: ¿qué puedo hacer para que en mis comentarios aparezca una imagen propia (no esa que pone aquí tu gravatar)?
Es que «en ocasiones veo progres», como el niño del Sexto Sentido.
(*) magnífico texto el que nos enlazas.
Estimada señora de (*), escuchar lo que no se dice es saber que el otro tiene algo que decir. Los hombres somos en esa materia bastante ignorantes.
Germánico, no. Cuando escribí esto evité conscientemente toda alusión a progres o no progres. Son un hombre a y una mujer de hoy, en sus circunstancias, vaya.
Muy bueno. Me he reído de principio a fin.
La lucha de los sexos y la naturaleza humana quedan bien reflejadas aquí,
¡Y yo que pensaba que era mi mujer la única que maltrataba psicológicamente de esa manera, con los «no me entiendes», «ya vas por el segundo copazo», «eres un adolescente» etc etc. Hay partes que parecían sacadas de una de mis conversaciones con ella (de las de mal rollo, se entiende).
Una pregunta Luis: ¿son acaso tus protagonistas, para liar aún más la madeja y aumentar las contradicciones, un par de progres, con esos estudios antropológicos multiculturalistas de ella y esa vena bio de él?.
Mi cari es un poco tonto pero tiene buena voluntad. Una vez, cuando estábamos estudiando juntos, musité en voz alta.
– Tienes que aprender a escucharme
Levantó la cabeza de los apuntes y me preguntó si había dicho algo. Un nueve y medio en selectividad para esto:
– Escucha lo que NO digo, leñe.
Nunca exige como un derecho lo que pueda pedir como un favor. Sí, tiene buena voluntad.
A las mujeres a las cuales cohabitamos les suele sobrar un par de quilos y a nosotros un par de palabras…