Luis:
España es un país cainita. Tópico, cansino. Una espada flamígera llama traidores a los que rechazan la nación española. «España y la libertad», insisten. En un binomio asociativo en el que parecen querer decir que son la misma cosa necesariamente. Llaman totalitarios a los rompedores de España. Simplifican: los elementos totalitarios del sustrato ideológico del nacionalista ibérico son reales, pero la sociedad que verdaderamente se vive no lo es, con sus incomodidades y hasta sus crímenes: entre lo trágico y lo absurdo, esto no es Korea. Las voces airadas parecen decir aquéllo de España antes roja que rota. El tono adquiere tintes melodramáticos que jamás serán entendidos por los verdaderos receptores del mensaje, por aquellos que no entienden o no desean España, la única nación.
Borbones, Esperanzas, cristianos, conservadores, castizos y liberales de salón han encontrado en un cuadro de Goya y una novela de Galdós alimento suficiente para evocar un mito fundacional. España nace ahí, dicen. Curiosamente, para la historiografía nacionalista el hecho de que los historiadores coincidan en que la España moderna empieza en ese justo momento supone el mayor de los alimentos: luego antes no existía. Luego el fracaso moral, económico y derrotista que termina con Bahamonde empieza ahí. Luego la uniformización empieza ahí. En fin, ya conocemos nuestra tragedia moderna.
Uno tiene la sensación de que estos discursos tienen por sentido la defensa de una España inevitable. Una España previa y que se encuentra por encima de cualquier realidad o voluntad de los ciudadanos del presente. Defendemos a los ciudadanos sobre la patria mientras no se toque la patria española. ¿Es primero España o la libertad? ¿Es imposible la una sin la otra? ¿Es posible simultáneamente una España rota y la libertad o las libertades? Que los magos de las patrias catalanas, gallegas, vascas o hasta guanches no sean mejores en lo ridículo, mitológico, tribal, aburridísimo discurso patriótico que el que ahora van a encarnar Daoiz y Velarde (y quedan cuatro años para el 2012, si esto no ha mejorado, vamos a ver qué película nos financian entonces), no hace que los que se presentan en defensa de la libertad – y de España – estén cargándose de razón superior: justificar España por una revuelta que terminó con la soberanía popular pidiendo el regreso del rey absoluto demuestra que la historia está para conocerla, no para usarla como arma arrojadiza o como excusa. Eso ya lo hacen con Rafael Casanova.
Termino con unas letras que le leo a George Orwell, alguien quien sí sabía de totalitarismo: who controls the past, ran the Party slogan, controls the future.
Tuyo,
Mardito Roedor
Traidores…
Qué palabra. ¿Y quién decide quién es el traidor?
Todo eso pasó hace 200 años. Tiempo para que los vivos tomen las decisiones que estimen oportunas.
(oiga, eso de «nación independiente bajo el reinado godo» entraña unas categorías teóricas que ni siquiera se habían inventado: recuerdan mucho a los tipos que se reunían bajo el roble de guernica a resolver sus cuitas)
Quien olvida la historia esta obligado a repetirla.
España Una desde la ocupación romana fue Nación independiente bajo el reinado godo… y fueron los mismos provincianos nobles godos los que a cambio de mas poder en su pareclita cedieron el todo a los «del sur».
La ocupación musulmana, que no realmente árabe, fue mayoritariamente bereber, o sea marroquí, y durante los trescientos siguientes años los «reyezuelos» cristianos de España se mataban entre si tanto o mas que a los moros. Mientras Asturias resistente se expandía y nacían los reinos de León y Castilla en occidente, los resistentes pirenaicos de Aragon y los vasallos del rey francés de Cataluña luchaban entre si.
Solo tiempo después cuando el apoyo del rey aragonés les permitió quitarse el yugo francés los condes catalanes se unieron a la corona de Aragon, que ahora algunos se apropian como si fuera suya, solo para mas tarde volverlos a traicionar hasta el punto que el rey Jaime I cuando conquisto Baleares y Valencia las hizo reinos independientes para librarlas de su influjo…. si el Rey levantara hoy la cabeza… y pudiera cambiar su vida igual se iba a Tierra Santa con los Templarios antes que realizar su gesta.
Pero eso fue hace mucho. Si algo nos enseña el dos de mayo, el día que Madrileños, Vascos, Catalanes, Aragoneses, Navarros, Valencianos y también Colombianos, Mejicanos, Argentinos, etc, por que no olvidemos que hace doscientos años toda América, al sur del Río Bravo, era Española se despertó como una sola nación, por encima de sus instituciones, ausentes o vendidas en ese día. Algunos, sin embargo, al no tener el problema del enemigo en casa despertaron como algo más que nación y no olvidemos que de aquel dos de mayo nació la independencia de los territorios de América, al menos de la mayoría.
Hoy doscientos años después no tenemos enemigo en casa, pero si autoridades vendidas hacen la traición a los ideales de la nación. Quienes deberían hacer bandera del dos de mayo que significo para España la perdida de todos sus territorios, ya que se apuntan a aumentar esa perdida callan, y quienes deberían callar, recordando que ese dos de mayo España era mucho mayor, lo usan de bandera como si no hubiera nada anterior.
Mal asunto para España cuando , al igual que otros nacionalistas, celebra como victorias sus mayores derrotas.
Mardito Roedor, mi respuesta a tu misiva, aquí:
Campandas para sordos.
Valga también como comentario a las anotaciones de Mónica, (*) y Carlos J.
La madre que nos parió setenta veces sólo nos toca a rebato cada quinientos años. Siempre coincidiendo con la traición de los descontentos con su puta suerta de malfollaos con malahembra. Unas veces Don Julián y otras el afrancesado. Los de siempre a trabajar doce horas diarias y los de siempre a pedir gratis total hasta el apareamiento.
Yo me pregunto por qué Francia se niega en redondo a fragmentar el poder de su Estado – o financia mezquitas, ya puestos-. ¿Esos gabachos que venian a salvarnos eran los mismos que se pasaron la mayor parte del XIX y del XX pegando tiros contra los alemanes? ¿Quién se quedó con Alsacia al final?
Antes o después todos nuestros «sectores públicos en mutua competencia» -habla la utopia liberal- todos esos territorios autónomos x + nacionales, se irán convirtiendo en protectorados de unas u otra naciones con voluntad de protagonismo, que lucharan entre si para lograrlo. Estamos como la Italia del XVI o como la Atenas y la Esparta de antaño. ¿Quién quiere unas islas Canarias?
Un hecho con el cual no se reconciliarán fácilmente nuestros progres de todos los partidos es que sin religión -ni símbolos concretos de lo que se dirimía- nuestros ancestros hubiesen tragado con los designios del megacarnicero Napo.
En nombre del laicismo se ha llegado a disculpar las atrocidades totalitarias Han en Tíbet. Asuntos internos, dicen. Ya vemos para qué «sirve» las cosas que no sirven para nada cuando la igualdad entre los españoles desaparece, el TC empieza a trinchar el pavo estepaisano y Marruecos aguarda para servirse un buen pedazo.
Lo que Napo no pudo hacer nos lo van a hacer los vecinos del sur, mucho menos impresionables.
Uy, Luis, pero si España para entonces ya era viejísima. Lo que dio en nacer por aquellos entonces, y aun sin saberlo, fue la Nación. Algo que poco o nada tenía que ver con la “nación en armas” –que diría Vestrynge- de la Revolución Francesa, hontanar de leviatanes de toda laya, sino más bien, por raro que pueda parecer a algunos, con algo bastante semejante a la libertad. Porque, lejos del centralismo burocrático, sin atender a oropeles ni a estrategias de generales, esta Nación hispana se paría a sí misma de forma anárquica, desde la carne y la sangre de miles partisanos que iban cada uno por su cuenta, organizándose sin organizarse, luchando acaso cada uno por un fin distinto (muchos, me imagino, incluso sin tenerlo claro en lo racional, sólo intuyéndolo) pero unánimes en el rechazo a la bota napoleónica. Al poder impuesto y al trágala del invasor.
Luego es verdad que el espejismo duró poquísimo. En cuanto a aquella Nación quisieron pasarla de las musas al teatro, ay, resultó ser que las filas de sus defensores ya habían menguado y donde antes hubo esforzados combatientes por la libertad ya solo quedaban pastueños servilones deseosos de servir de recua al infame felón. Ya se sabe que el noble pueblo español da para lo que da, razón por la cual los Blanco White y compañía vieron más conveniente coger el portante que permanecer aquí viendo el resto de la función. Y así seguimos hoy, muriéndonos sin acabar de saber si hemos nacido del todo todavía. España sí, que es matrona vieja, pero ¿la Nación de individuos libres?