El bueno, el feo y el malo

Leone amaba las ambigüedades en su cine. Y no lo hacía por snobismo. Sus personajes derraman una moralidad difusa, adaptada a la complejidad de las situaciones que viven. Casi, casi, como todo aquél que, manteniéndose coherente con lo que cree, abandona la liga de lo políticamente correcto para ser protagonista de sus propias circunstancias.

No conozco mucha gente así, pero Carlos J. Muñoz es uno de ellos. Y tiene blog: El bueno, el feo y el malo.

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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