Si hace unos días Angela Merkel nos daba una de cal, plantando cara a la dictadura china (ver aquí), hoy nos ofrece lo peor de sí misma derramando sobre la mesa una buena porción de arena. Nos lo cuenta el Standard austríaco. Según Merkel, la subida en los precios de los alimentos no tiene nada que ver con los biocombustibles. Las verdaderas razones son las nefastas políticas agrarias de los países en vías de desarrollo, el aumento de consumo de leche en China y el hecho de que los indúes comen dos veces al día.
Bueno, que un aumento de la demanda lleva asociado un aumento en los precios es algo tan obvio que no voy a discutirlo. Pero de un político con capacidad de decisión espero no sólo interpretaciones de libro de colegio, espero sobre todo, identificación de los procesos causa-efecto y soluciones a los problemas encontrados. Si debido al aumento de consumo de lácteos en la China comunista la cuotas lácteas se van al garete, resulta que el problema es el mercado sobreregulado, sobrecuotizado de los lácteos en la Unión Europea (no se puede referir a otro, pues es el único con cuotas). La solución sería eliminar las cuotas y liberar tanto la producción como el mercado de los lácteos (después de todo es bien sabido que los planes de mercado y la economía planificada no funcionan, precisamente porque los productores y los consumidores no tienen por qué ajustarse en su costumbres a ningún plan, y casi nunca lo hacen). Acogerse a las tesis malthusiánicas, según las cuales un crecimiento demográfico exponencial conduce inevitablemente a un aumento en los precios de los alimentosy por ello a guerras, genocidios y catastróficas hambrunas, pues la producción de alimentos sólo permite un crecimiento proporcional, apenas resiste un análisis serio sobre las circunstancias y factores que afectan a la producción de alimentos. Hacerlo tras la cortina de humo de 300 millones de hindúes comiendo dos veces al día (serán osados! cómo se les ocurre comer dos veces al día? y caliente, seguramente!) es, cuando menos, ruin.
Y sobre las “nefastas políticas agrarias de los países en vías de desarrollo”, tras lo que deduzco una velada alusión a la falta de inversiones para la producción agraria en ellos, sólo puedo añadir una cosa: es “gracias” a las exportaciones de alimentos, subvencionadas bajo la máscara de las “ayudas al desarrollo”, que se genera la apatía inversora en los países objeto de tales medidas “solidarias”.
PD: pido diculpas por estos tres días de práctica inactividad. Ando muy mal de tiempo, o lo que es lo mismo, hasta las cejas de trabajo. Sólo por ello no he participado activamente en los hilos de comentarios. Sorry 🙂
Un momento, ¿es que acaso las políticas agrarias de los países en desarrollo no están dirigidas por los países desarrollados que les decirmos lo que tienen que producir?
D. Luis, estimados contertulios, si me permiten un “offtopic” y consejo, no dejen que le arrastren a discutir payasadas, el socialismo “patrio” ya sabemos lo que da de sí, ya sería lo último avenirse a debatir en sus términos gilipollescos.
Enrique, penoso y evitable. Pero lo verdaderamente lamentable es que en occidente se hagan diagnósticos tan desacertados como este que nos hace Maerkel. Lo de Evo Morales es, además, surrealista. No se puede pensar en el futuro de un país cuando sólo se atiende al mito de ayer.
Balsero, el primer sorprendido fui yo. Por ello lo traigo. Gracias por el enlace… muy interesante!
Es curioso que Merkel diga eso. Un informe de 2008 de la FAO dice que no. Que China es una exportadora neta de cereales y que las importaciones de la India son muy pequeñas en relación a su consumo. Atribuye la subida de los precios al incremento de superficie dedicado a biocombustibles y a las subvenciones de tales cultivos y a la sequía australiana. Por otro lado dice – no podía ser de otra manera – que el clima afecta a la agricultura, cosa que todos sabemos, pero que no se sabe si los efectos de los cambios sn perjudiciales o no, en franca contradicción con sus muy alarmistas primos de otro organismo de las NN.UU, el IPCC. Aquí
saludos
Que penoso que los países pobres estemos frente a ese grande riesgo de la carencia de alimentos. Doblemente penoso para mi país, Bolivia, donde el gobierno (Evo Morales Aima) ni remotamente percibe el problema, más aún habiendo un importante nivel de desnutrición y hambre en la población, en especial campesina. Así estamos en mi país. El gobierno está más ocupado en la guerra interna, -a la oposición política, a los empresarios a las regiones opositoras- y en buscar y garantizar su prorroguismo.