… el mundo no te gusta como es. Quieres que cambie. Pero lo que realmente te gustaría es que lo hiciesen otros por tí.
… crees tener derecho a cambiar el mundo y que ese derecho trasciende tu propia existencia, utilizando tu creencia para «demostrar» que los demás tienen las mismas obligaciones que tú.
… te resulta insoportable (aunque no lo digas casi nunca) que algunos tengan más, otros menos que tú. Quieres cambiarlo y lo mejor sería que esto también lo hiciesen otros por tí. A ser posible, sólo los que «más tienen».
… lo realmente amargo para tí es que alguien que tiene mucho más de lo que tú tienes haga precisamente esas cosas que según tu opinión no debería hacer en absoluto.
… crees en la humanidad como ente supremo encarnado en el «colectivo». No puedes demostrar que ello sea así, pero necesitas la «existencia» del colectivo para justificar aquello que quieres imponer a los otros como su «obligación social».
… contínuamente nos cuentas, en tono magistral y desde tu profundo convencimiento, que sabes cómo gira el mundo. O cómo debería girar. Lo que realmente te gustaría es que todos y todo se moviesen como tú te has imaginado. No acostumbras a darnos argumentos: tu convencimiento es tan profundo, que no son necesarios.
… te alegras cuando otros se ven obligados a hacer lo que tú crees que es lo mejor para ellos.
Da gusto leerle, don Luis. Enhorabuena… Besos!!
No creo que los argumentos que expongo sean los que nos corten las manos a usted y a mí, señor (*)
Y sí, siempre merece la pena.
Gracias, Manuel… aprovecho para «disculpar» mi «ausencia»… te mando un e-mail en cuanto pueda.
Nunca iremos de la mano pero la lectura ha merecido la pena (December 2nd, 2007 0:31).
De cabeza al blog, Luis.
Enhorabuena.