Legislar la ética y la moral hasta llegar a la cama de la gente me parece tan peligroso como legislar la economía. El problema es que si unos quieren hacerlo en un sentido, otros dirán que puestos a meternos en la vida de la gente y a decirles cómo tienen que vivir, ellos también tienen un modelo que imponer. En ambos casos el problema es el mismo: las leyes no son mágicas, no nos hacen necesariamente más responsables, pero tal vez sí más hipócritas.
Leída en casa de Libertymad.