Moore contra Wilders. Buscando las diferencias

Los occidentales escondemos la cabeza en la arena, en la esperanza de que la realidad que nos rodea desaparezca. Les suena? Todo tiene su lógica. El Islam es una religión amante de la paz y quien opine de otra forma se arriesga a sufrir el fuego o la bomba en sus propias carnes. «Fitna» es un cortometraje peligroso. Todos contienen la respiración, desde Le Monde hasta la hoja provinciana de mi pueblo. Los mensajes de condena se multiplican y el Ministro de Asuntos Exteriores iraní dice que la peliculita es denigrante. Sin duda se trata de alguien de espíritu fino y frágil, un metosexual musulmán.

Ocurre que la película de Wilders no es en sí misma en absoluto original. Ya habíamos visto las imágenes, sabíamos de las peroratas cargadas de odio de los Imanes citados, hemos visto morir a mujeres lapidadas, homosexuales colgados de una grúa, conocemos los pasajes del Corán que se citan … nada nuevo que pudiese provocar un recrudecimiento de la discusión islamocentrada.

Son las reacciones a Fitna las que nos abren nuevas perspectivas. Es la opinión pública, escandalizada, perfecta al compás marcado por esos dechados de tolerancia que hoy se rasgan las vestiduras, quienes dan significado a la obra de Wilders, lo cual no deja de ser una ironía. Wilders afirma que el Islam ahoga la libertad y, visto lo visto, puede darse palmaditas en el hombro mientras dice, sonriendo para sí: «lo ven? tenía razón! esto que está pasando ahora es la mejor prueba de ello».

Viendo el documental de Wilders no puedo dejar de acordarme, en sus maneras, de Michael Moore, sólo que no tan divertido. No es tan divertido porque, aún compartiendo ambos una falta absoluta de talento artístico, no es comparable la comicidad de una crítica a Bush con la penetrante crudeza del primer plano que Wilders nos ofrece del Islam.

Podemos reirinos de ambos, pero viendo las reacciones de los Imanes, las disculpas mojigatas de la «intelectualidad» occidental -explicando la reacción islámica en la misma frase en la que condenan su crítica- se nos congela la sonrisa en los labios apenas brotada.

La diferencia entre Moore y Wilders es la reacción que generan. Mucho más interesante que sus «producciones». Criticar a Bush supone un premio en el Festival de Cannes y aplauso generalizado. Criticar el Islam es algo serio, y la escandalizada inteligencia occidental necesita las sales patra salir del desmayo, mientras sus lacayos burócratas se ponen a buscar desesperadamente argumentos para prohibir la cosa. Y si no hay argumentos, se inventan.

Hemos leído muchas palabras estos días sobre Fitna. Pero permítanme que les pregunte: dónde creen ustedes que se venden hoy la mayoría de ejemplares de «Mein Kampf«? Dónde se lee con mayor fruición «The Protocols of the Elders of Zion«? Dónde se educa a los niños en el odio a los judíos y occidente? Quiénes son los que quieren borrar a Israel de la faz de la tierra? Dónde están los que dicen que Hitler tenía razón? Efectivamente. Así es.Wilders es un productor y un manipulador primitivo y mediocre, pero no es el autor de los retazos de que se compone su obra. El no fué quien lanzó los aviones al World Trade Center. El no fué quien puso las bombas en Madrid o Londres. El no fué quien cortó la cabeza de rehenes occidentales ante las cámaras. Él no escribió los versos del Corán. No fué Wilders quien acuchilló a Theo van Gogh.

Curiosamente parece que la opinión pública occidental ha llegado a un acuerdo tácito por el que los hechos arriba citados son terribles, pero un documental sobre ellos lo es mucho más. Es como si creyésemos que cerrando los ojos, al volver a abrirlos la realidad se habrá transformado como por arte magia: todo ha sido un mal sueño.

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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9 comentarios

  1. Este Kantor aparenta más edad de la que tiene:

    «Cuando en una sociedad los individuos dejan de decir lo que ellos piensan para decir lo que sus oyentes quieren oir, el camino de la decadencia está muy andado».

    Hala.

  2. Perdón, quería decir un saludo al autor de aquello. La fitna, la división interna, la tenemos los occidentales.

  3. Estoy aprendiendo que cuando sea más mayor, todavía, quiero ser un provocador pero… del tipo Moore; mis huesos ya no aguantan para ser un Wilders en una sociedad sanchopacista.
    Hablando más en serio es MUY preocupante el síndrome de Estocolmo de la sociedad greco-judáica-cristiana que se supone constituye la Europa de los que seamos, pues con los balcanes, vascos, catalanes, flamencos,eslavos de una clase u otra etc. ¿¡a saber!?. Es descorazonador leer a una feminista superprogresista como Maruja Torres (la pongo sólo como ejemplo) en sus crónicas para El País sobre los sucesos en el Líbano; allá sólo hay dos malos: los israelíes y lo poco que queda de cristianos maronitas o no.
    No vale con pensar que la tal Maruja ya es despojo de mujer pues al menos en esto, no hace más que decir lo que otras/otros no se atreven a manifestarse con tanta afinidad o beligerancia.

  4. Los apaciguadores ya han elegido con que bando estarán cuando finalmente todos nos demos cuenta de la guerra —2.0, pero guerra— que tendrá lugar contra el Islam de aquí a no poco tiempo.

  5. Wilders vive hace ya tiempo en semiclandestinidad y vale para él lo que Yuste decía del Papa, sus palabras, «…más tácticas que sentidas y se notaba, han sido dictadas, sin duda, por el pánico a la derrota mediática y política (…) La eficacia del asedio formal, político y teológico que el islamismo ha impuesto a Occidente es espectacular en sus formas como en sus contenidos y abundan los hechos que hacen temer por nuestra derrota.». Es para leerlo entero y un saludo de aquello y al de Desde el exilio.

  6. Esto de fitna me recuerda a esa fábula en la que nadie se atrevía a decir que el Rey estaba desnudo por el qué dirán, y cuando alguien lo hacía, todos lo miraban mal y se hacían los escandalizados.

    Theo Van Gogh murió de un resfriado debe pasar a ser la verdad oficial.

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