El escepticismo forma parte de mi natural. Y es sustancial a mi cuasi-esquizofrenia: piedra filosofal que transforma la vehemencia con la que defiendo aquello en lo que creo en entusiasta autocrítica cuando me equivoco (o creo que me equivoco, que ésa es otra). Y esto a usted qué le importa? Nada, en realidad; pero es una buena forma de acercarse a la raíz de aquello que fundamenta mi «negacionismo» en el tema cambioclimático-damelaspelas-miraquevieneelcoco-uuuuhhhhhh.
El escéptico le da la vuelta al espejo, temeroso de que, por quedarse fascinado en lo que ve, se esté perdiendo irremediablemente lo que no ve. Lo que nos lleva a la curiosidad. Lo que nos lleva al ansia de saber. Lo que nos lleva a la ciencia. Ahora hagan el razonamiento (o coloquen la frase) justo al revés: ciencia – saber que no se sabe – curiosidad – escepticismo.
Para no terminar loco de remate, lo mejor es salir a tomar el fresco. Un paseo por la nieve, o por la soleada playa, ayudan a pacificar las olas neuronales y sus efectos de erosión sobre los «fundamentos» de lo que sabemos. A esta frase también se le puede dar la vuelta: sin paseos por «ahí fuera» las olas neuronales terminan erosionándonos la inteligencia hasta transformarnos en simples peñascos fundamentalistas, que no fundamentales. Ya saben: «repitan conmigo: el calentamiento global existe, y es culpa mía» … es el mantra del descerebrado acomodado neuronal.
Los arribistas del cambio climático, esos que se han subido a la ola de un supuesto consenso inexistente, terminarán dándose cuenta de que la tabla que les sustenta está tan llena de agujeros como hombres de ciencia hay que no renuncian a su curiosidad innata. Y cada vez son más. La cosa hace aguas y amenaza con hundirse. Tanto, que sólo un verano supercaliente a nivel global puede ya salvarles los trastos. Y apenas eso. De hecho, ya no nos preocupa el «calentamiento», pero el «cambio» climático. Ya no es el CO2, pero las micropartículas contaminantes. Y así, ad infinitum.
Mientras, los que realmente manejan el cotarro, siguen enriqueciéndose a costa de la credulidad de los surfistas aficionados. Y mienten como cosacos.
Demoledor el artículo de Balsero en su Valdeperillos, «Las trolas de la Narbona y otros«. Lean, lean, y luego dénle un vistazo a la tabla bajo sus pies. Cuando la ola rompa, el revolcón será apoteósico.
Pues no le doy, no. Lo máximo que llego es a kartoffen. Así que me quedo igual 🙁
Hola Jordi!
justo sobre el tema asistimos a un pequeño escándalo hoy en ALemania. Resulta que la ZDF dio ayer noche la noticia en plan: consecuencia del calentamiento global y tal. Alguien ha debido de mover hilos en la central de la ZDF, pues hoy la noticia ya se presenta de otra forma: el fenómeno probablemente no tenga nada que ver con el cambio climático, se trate de un proceso natural debido al aumento de hielo acumulado en la Antártida. No sé si le das al alemán, pero te dejo el enlace aquí.
Bienvenido de vuelta, Luis I, el Negacionista! ;P Al hilo del tema cambio climatico, te dejo un enlace que habla del deshielo en la Antartida del que tanto se comenta estos dias. Cito algo que me ha llamado la atencion:
Dot Earth – Earth in Flux: An Antarctic Ice Shelf Crumbles
Las negritas son mias, pero el enlace es regalo de la casa.
Muy bueno el enlace. Luis. El problema que le veo (y como le he dejado allí en un comentario) es que esto no sale en los medios de comunicación y nos enteramos 5. Yo no digo que si esto se publicara todo el mundo iba a pedir la dimisión de Narbona (¡¡¡qué vergüenza!!!), pero al menos se enterarían de los incumplimientos (y las elecciones fueron el 9 de marzo…estamos a 27 de marzo). Y eso ya sería un primer paso…