Tan ocupados andábamos los mortales en nuestros asuntos menores, que -de no mediar la monición oportuna de las autoridades eclesiásticas- nos hubiésemos perdido la metamorfosis de Don Satanás. Y es que el diablo no corre, vuela! Los nuevos pecados del hombre moderno, los neopecados según el mordaz y acertado Santiago Navajas, necesitaban un hueco en la ya larguísima lista de maldades que adorna el currículum de la especie humana.
Sería fácil demostrar cómo lo que el obispo Gianfranco Girotti nos presenta, por ejemplo, bajo el vestido de «desigualdades sociales y económicas» no es más que la versión pseudosocialista de la añeja avaricia, con el agravante de que ahora, desde el momento en que por fin ha conseguido usted, tras años de trabajo y sudor, llegar a fin de mes holgadamente, comprarse una casita y tener un coche, por mor de la transmutadora «justicia social» ha de sentirse mal, muy mal, y salir corriendo al confesionario para arrepentirse de que el fruto de su esfuerzo no haya logrado ponerle un coche bajo palio a todos su ex-vecinos. Por el amor de Dios! no disfrute de lo que ha conseguido! no le da vergüenza comer todos los días mientras otros se mueren de hambre? Siéntase mal, buen hombre, lo suyo es pecado.
La Iglesia Católica, supuestamente fundada sobre los pilares del Cristianismo, mantiene su amnesia milenaria cuando de esos pilares se trata: no son el pecado y la amonestación; son el amor y el perdón.
Luego se quejan de que los laicistas no nos tomemos en serio estas cosas, o que los secularistas más radicales digan de todo menos cosas bonitas.
No, no les hablo de los «neopecados ecológicos», de idioteces no me ocupo.
La Iglesia es dogmática sólo en la doctrina de fe. Es contundente en la doctrina ética y moral. Pero no es, ni puede ser, guía estricta en los asuntos cotidianos. En el cómo cada creyente lleva su fe a su día a día influye enormemente la conciencia. Y ahí la Iglesia respeta la libertad individual al máximo. No es el catolicismo una religión del estilo de la musulmana que busque regular todos los aspectos de la vida…
En cuanto a enemigos, no está en el espíritu del catolicismo el preocuparse y enfrentarse a ellos. No hay guerra de poder ni afán de tener el máximo número de seguidores. Cierto que como católicos tenemos el deber de evangelizar y abrir las puertas a todos nuestros hermanos. Pero han de estar los que quieran estar, ni uno más.
Otra cosa son las debilidades humanas que destila la curia. Las acciones diplomáticas o políticas por mor de un afán mal encaminado no pocas veces. Pero los errores, si bien ocultan a la vista la esencia, no la anulan (no pueden al ser, según nuestra fe, obra de Dios).
Si observamos los enfrentamientos que ha tenido la Iglesia en el último siglo hasta hoy, ha salido victoriosa en todos los grandes a través de su acción congruente basada en la fe y la moral, dejando que el enemigo caiga por sí solo. No hay ni un solo enfrentamiento directo. Supongo que el creer pertenecer a un cuerpo místico que perdurará hasta el final de los tiempos te da otras miras a la hora de actuar…
Y lo dejo ya que ha quedado largo 🙂
«me pone de mala leche la facilidad con que las jerarquías simplifican el trabajo de quienes son sus enemigos»
Ahí te doy toda la razón, pero insisto, son humanos, y como tales, imperfectos. Si la Iglesia fuera perfecta los seres imperfectos no podríamos ser miembros de ella, que en el fondo, está abierta a todos. Todos somos Iglesia, la jerarquía y las monjitas que atienden a los desvalidos en aldeas remotas de África.
Yo creo que hay dos clases de personas, las que quieren controlar a los demás y las que no quieren controlar a los demás, ahora, si álguien odia la religión, está en su derecho, como si odia el triptófano, pero que no la confunda a las personas religiosas con el primer grupo ni a los progres o a los «científicos» con el segundo.
Más que atizando a la Iglesia (lo que supondría atizarte a tí también, querido Crispal) me pone de mala leche la facilidad con que las jerarquías simplifican el trabajo de quienes son sus enemigos.
Luis I.,
Bien empiezas tu nueva etapa post elecciones 2008, atizando a la Iglesia. Hmmm. ¿Nuevos tiempos en Desde el exilio?
(No te enfades, es broma). 😉
Los católicos observamos cómo la Iglesia sigue siendo una entidad formada por seres humanos y, como tal, imperfecta. También observamos cómo todo lo que se refiere a la Iglesia en los medios se tergiversa, se manipula, se amplifica y difunde con intención de escandalizar. En realidad los católicos (al menos yo) sólo pedimos que nos dejen en paz con nuestras creencias y se entienda que la Iglesia habla sólo para nosotros (los católicos). A un no católico ¿qué le importa lo que digan los curas?.
«…La piel de toro se ha convertido en campo de experimentación y manipulación para la izquierda postmarxista, desorientada tras la caída del Muro en 1989 y desencantada después del fracaso económico del socialismo democrático más radicalizado.
Es aquí y ahora donde, finalmente, se ha llevado a la práctica la estrategia del filósofo italiano Antonio Gramsci, que había fracasado cuando -en los años setenta y ochenta del pasado siglo- la ensayaron los eurocomunistas. Aburguesada e integrada la clase obrera, el campo revolucionario se traslada a escuelas, universidades, medios de comunicación, focos de creatividad artística, editoriales… Ya no se trata de invertir las estructuras de dominio económico, sino de cambiar el sentido común, es decir, las referencias valorativas, el modo de orientarse en el mundo, los tópicos de la conversación social, las costumbres sentimentales y el entretenimiento.
Sigue siendo una estrategia de dominio, sólo que más eficaz y penetrante. Pero lo que es más insólito en el caso español -a diferencia de lo que aconteció hace dos o tres décadas en Italia y Francia- es que la ocupación de los nudos intelectuales y artísticos del país no ha encontrado respuesta. La resistencia está siendo débil, tardía y más ruidosa que eficiente. No hay que esperar que sean los políticos quienes respondan o resistan. No lo harán, porque -al menos, entre nosotros- no consideran que sea lo suyo, y porque les preocupa mucho más el corto plazo que los planteamientos de fondo. Es una responsabilidad típica de la ciudadanía libre….»
(A. Llano.)
No creo que exista el diablo, pero estoy seguro de que él no quiere que crea en él.
No te enfades, Juano, no deja de ser anecdótico. Pero son el tipo de cosas sobre las que advierto: antes de pretender ponerse a la moda lanzando recomendaciones sobre esto o lo otro, la Católica (y si miro la evangélica de aquí, trees cuartos de lo mismo) debe exprimentar primero un serio proceso de modernización y adaptación a las circunstancias sociales de hoy. Interno, sereno, callado y profundo.
Hasta donde yo he podido indagar, pocas novedades hay en el pronunciamiento de la Iglesia. No dice que hacerse rico sea pecado, lo es el hacerlo de manera inmoral e ilegítima. No dice que el que no separe la basura en cuarenta categorías se va a condenar, dice que hemos de ser conscientes del medio ambiente y cuidarlo. Otra cosa es el sensacionalismo de los juntaletras que tergiversan para sacar un titular llamativo… Y tuercen las cosas hasta poner en boca de un cardenal cosas que jamás ha dicho.
Aumentan las probabilidades de que no nos perdamos de vista, pues 😀
Confirmado. Nunca iré al cielo.