Una cultura que dió al mundo la novela; la música de Mozart, de Beethoven y de Schubert; las pinturas de Miguel Àngel, da Vinci y Rembrandt no necesita lecciones de una cultura cuya idea del cielo, poblado de féminas vírgenes, se asemeja a un burdel cósmico. Occidente no necesita conferencias sobre «valores supremos» de una cultura en la que las mujeres se mantienen sometidas bajo la sharia, defiende la mutilación genital, lapida hasta la muerte por adulterio y permite el matrimonio con mujeres menores de nueve años; una cultura que niega los derechos elementales a las «castas» supuestamente más bajas, que ejecuta homosexuales y apóstatas.
Occidente no tiene ningún uso para las dracónicas homilías procedentes de sociedades que no pueden proporcionar sistemas de agua potable o de eliminación de aguas residuales, que no hacen ningún tipo de previsión para los discapacitados y que dejan al 40 ó 50 por ciento de sus ciudadanos en un analfabetismo profundo.
Esto sale de un artículo (que deben leer entero) escrito para City por Ibn Warraq , quien ha editado varios libros críticos sobre el Corán como Leaving Islam: Apostates Speak Out, Defending the West: A Critique of Edward Said’s Orientalism
Gracias, Werner, por el chivatazo.
No exageres hombre, Luis.
Algunos de estos países han evolucionado mucho, hacia una postura más cívica y humanitaria mediante investigación y aplicación de técnicas modernas que humanizan la vida. Por ejemplo en Libia.
Antiguamente al finalizar las ejecuciones públicas, retiraban el cadalso y la gente pisoteaba y escupía, maldiciendo, sobre los restos de sangre en la calzada. Ahora, antes de retirar el cadalso echan serrín. No es igual escupir y maldecir sobre serrín ‘colorado’, que sobre sangre.
Antiguamente cuando amputaban un miembro a alguien, por condena judicial, lo hacían con el miembro en posición inerte o distendida. El dolor y pérdida de sangre era tremendo, sin contar los riesgos de infección. Ahora le tensan el miembro para que el hachazo efectúe un corte rápido y limpio, menos doloroso y menos sangriento, e inmediatamente le ‘cauterizan’ el muñón en aceite hirviendo, preparado al efecto.
Así de orgulloso lo contaba un médico libio en TV, ufanándose de los avances cívicos y humanitarios de la justicia libia, según un amigo que abandonó el país y un muy buen empleo y sueldo, incapaz de resistir tanta crueldad.
Hay qye reconocer que lo del serrín fue un avance sustancial, en el aspecto cívico, pero lo de ‘tensar’ y ‘cauterizar’, ya se salen, dado su carácter ‘científico-humanitario’, debieron patentarlo y exportarlo a países musulmanes. Los reos saltarían de alegría.
¿Quién? Observemos al ejército de la UE en liza con el islamismo…
Je, Nora, como siempre, con el dedo en la llaga.
¿Quién? Les presento a uno de los principales destinatarios de ayuda estadounidense.
Lo que dice este anónimo warraq, les sonará a chino al grueso de los alianzados ya que suelen estar plenamente convencidos de la excelencia de lo suyo y los suyos, único lugar posible de salvación; y a lo mejor por eso sienten como propio todo lo que ocurra a cualquier miembro de la fe, mientras nosotros nos despellejamos cordialmente por unas células marde y así nos duran las reconquistas ocho y más siglos.
Lo cierto es que un musulmán es más proselitista que un usuario de linux y por eso tiene aprobada una Declaración Islámica Universal de los Derechos Humanos confieriendo a la ley musulmana un carácter universal: culto o inculto, rico o mendigo, árabe, bereber, turco, negro o rubio, practicante o no, todo musulmán está marcado en lo más hondo por este sentido de la Umma: no hay más divinidad que Dios y Mahoma es su profeta, lo cual que traducido se dice: “We´re the biggest, the best, better than the rest”, pues un musulmán que se precie, y se precian casi todos, se sabe pertenciente a la mejor comunidad, y se lo repite el Corán: “Sois la mejor comunidad que ha aparecido para los hombres”. El musulmán, como el redactor de Público, se cree en posesión de la verdaz total, por eso es inaccesible a la duda y posee menos curiosidad que el inquilino de un geriátrico, tiene el alma saturada, sin deseos de nada exterior, pues el Islam le da una seguridaz absoluta. Lo que digan los demás se la pela. Ausencia de espíritu critico, insondable tranqulidaz espiritual, adhesión total, maciza, sin grietas, lo tiene todo la criatura.
Su talante espiritual es mezcla de serenidad, fatalismo, contemplación de un pasado idílico (para los musulmanes) cristalizando en un carácter resignado, pasivo al que ni el sufrimiento ni la muerte ni la adversidad de las cosas terminan de inquietar: la vida, el mundo y todo lo demás no tienen pueden tener consistencia, por eso también el hombre carece de tarea perfectiva y su única perfeccion consiste en someterse a lo que Dios se antoje. Todo va bien, estacazo al que se queje.
Para el islámico lo que está en el Corán está por encima de critica y la certeza de sus proposiciones es absoluta; la verda toda la verdad y nada más que la verdad. Muchos apolojetas afirman que el Librito contiene todas las ciencias modernas, como los viajes a la Luna, la bomba de neutrones o el volapié, aunque existe un numero importante de personas que no cree en esa clase de Apolo – jetica y que tienen la valentía de decirlo: los demás se callan por miedo a la comunidad, que para eso es “la más perfecta que ha aparecido par..”. ¿Resulta constitutivo del Islam ese fundamentalismo, cambiará o permanecerá aislado, encerrado en un fanatismo cada vez más depauperado, masificado y violento?
La marabunta islámica no ha conocido ninguna de las revoluciones contemporáneas que desde el Renacimiento han transformado el mundo occidental: ni la científica ni la comercial ni la cultural ni la política ni la social. Y sin embargo, el Islam crece. ¿Crecerá precisamente por haber rechazado el hiperracionalismo disolvente? ¿Por qué no ha separado dentro y fuera como si lo ha hecho el occidental descreído? ¿Garantizará el auge de la islamez su armada grupalidad? ¿Será el confort no disfrutado lo que lo preserva? ¿Disminuirá el fervor islámico en tiempo de vacas flacas? ¿Quién nos va a preservar a nosotros?