El socialismo apela a las pasiones más bajas del ser humano para legitimar su proyecto político. Así ha sido a lo largo de la historia y así continua siendo para los partidos vagamente socialdemócratas. La envidia es la base del igualitarismo pregonado por la izquierda. Si no se ceba a aquélla, éste no arraiga.
El autor es Pablo Molina. Lo cierto es que todo su artículo es una sucesión de acertadísimas sentencias. No dejen de leerlo.
Pues no es el del insulto el ánimo que me mueve a poner estas cosas en el blog, Judas.
Luis, entradas como estas (en las que me siento insultado) son las que normalmente no te leo. Te lo digo más que nada a efectos estadísticos.
Lo peor del socialismo es que cuando se queda sin envidiosos, los importa, con todo lo que esto conlleva:
– Libertaz de no expresión.
– Apoteosis de la inseguridaz jurídica.
– Dilema autoritarismo vs. ley de la selva.
– Voto étnico.
– Fracaso étnico => Odio a la «market dominant minority» cristiana/china/judía etc => se rompe la baraja => rebelión etnica anticapitalista.