El Estado y nuestros hijos

En las últimas dos semanas la opinión pública alemana (y la europea) se ha visto sobresaltada por varios casos de infanticidio. Madres que deciden acabar con la vida de sus hijos, en algunos casos en circunstancias especialmente crueles. El caso de la madre que dejó morir a su hija de hambre y sed permanecerá por mucho tiempo en nuestro recuerdo. Ante tales hechos yo siempre me he preguntado qué medidas se deben de adoptar para evitarlos. Cómo devolver a estas personas el sentido de la RESPONSABILIDAD? Puede el Estado ocuparse de ello?

Por supuesto que no. Un Estado que apuesta por el control y la desconfianza en sus adiministrados jamás podrá fomentar la responsabilidad en el individuo. La medida en boca de todos los políticos alemanes es la de convertir en obligatorias las revisiones infantiles en los servicios de pediatría. “Queridos padres, no nos fiamos de ustedes, lleven a los niños al pediatra que queremos saber cómo los alimentan, cómo los cuidan. Vamos a controlarles.”

Y quién controla a los pediatras? Y quién a los controladores de los pediatras? Y quién controla los controles de los controladores? Y quién decide y organiza el sistema de control? y a estos, quién les controla? O empezamos a retomar el camino de la confianza en las personas o el recelo terminará por consumirnos definitivamente. Y no les menciono ya casos en los que los sistemas de control burocratizado fallan hoy (como falla todo aquello en manos de humanos), que no terminamos nunca.

Lo más curioso del asunto es que, al mismo tiempo, el Estado no tiene inconveniente en legislar sobre el aborto concediendo generosamente a las embarazadas toda la confianza en que su decisión sea responsable. Es más, hay quien opina que el aborto puede ser incluso un acto responsable. Pero a los padres de un recién nacido se les obliga, en la más absoluta desconfianza, a someterse a la vigilancia del estado, esta vez con los pediatras como ejecutores máximos. Si resulta que , y después de todo, algo va mal (lo cual no es imposible si pensamos en las limitaciones de cualquier profesional) a quién reclamamos? A los jueces del Estado, cuya policía nos han llevado a mis hijos y a mí al pediatra?

Que no se me olvide: y quién controla mi nevera? Acabo de ver un trozo de queso recién caducado del que bien hubiesen podido comer mis hijos. Por Dios! necesito urgentemente ayuda del Estado! Lo mejor sería que se encargase de la compra, de cocinar y nos llevase de la mano al trabajo.

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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