Ya venía sospechando hace tiempo que Hugo Chavez no podía ser un hombre normal. Y no por mostrar rasgos en ocasiones «paranormales», sino por su ceguera crónica absolutista, sin duda de origen neuronal. Hay quienes se ponen tontos con el alcohol (el etílico) y cabía pensar que el bolivariano de oro abusa en ocasiones del buen ron venezolano. Pero parece que no es así. El güisqui tampoco le va. Bueno, como que quiere declarar Venezuela «zona libre de güisqui», sobre todo si es importado, pues de todos es sabido que el bourbon (especialmente el de Kentucky) contiene peligrosísimas noxas neocapitalistas, de las que hay que proteger al pueblo revolucionario. No, a Chavez le pone un mix de petróleo con unas gotitas de caldo de plutonio. Apenas media copa del nuevo cocktail caribeño-pérsico y Don Hugo pierde los estribos, y el sentido.
Se sube al estrado y comienza su diatriba insultante, su discurso populista y con sus profecías estratosféricas. «El capitalismo está condenado a la derrota»
Venezuela ha dejado de ser la Venezuela de todos los venezolanos para convertirse en el cortijo de un Chavez hidrocarburiplutonizado. Y como las resacas no devuelven la razón necesariamente, en un momento de gloria ha decidido quedarse en el poder para siempre y no ha dudado en violar la Constitución venezolana para alcanzar sus objetivos. Nada extraño si pensamos que el 60% de las violaciones se cometen en estado de embriaguez. Bueno, en casa del vecino favorito de Hugo no. Allí no beben alcohol (dicen), que se lo prohíbe Mahoma. Allí simplemente violan porque las mujeres y los adolescentes apenas si son algo más que agujeros con patas.
Es duro tener un alcohólico (en este caso un hidrocarburiplutónico) en casa. Los primeros que rechazan la presencia del maleducado que siempre da voces y lleva los pantalones húmedos en su propio orin son los vecinos. La comunidad internacional (salvo contadas excepciones, debidas, como en el caso de España, a ser países dirigidos por entes aneuronados) da la espalda al faltón y lo declara asocial. En casa en más difícil. Muchas familias se convierten en co-alcohólicas, sin quererlo, sólo por respeto o cariño al sujeto. Grave error.
Me alegra especialmente observar cómo cada vez son más los venezolanos que no están dispuestos a convertirse en co-hidrocarburiplutónicos, en esclavos al servicio del sátrapa, en números al servicio de un estado que les roba la libertad. Este post (y todos estos otros también) va dedicado a todos ellos, a los venezolanos que creen en la libertad.
Juer, Elentir, no me seas ingenuo! 😛
Desde cuándo tiene que demostrar nada un dictador? Les basta con gritarlo; mira nuestro Pepiño y aprende.
Yo también me he unido a este día de acción bloguera. Por cierto, me pregunto cómo va a demostrar Chávez el «fracaso del capitalismo», cuando este individuo está hundiendo la economía de Venezuela con sus cafradas, que ponen en fuga a todos los inversores.