Llevaba año y medio leyendo en su blog y sus artículos en otras publicaciones. No era sólo su estilo el que me encandilaba, eran su decidida defensa de la democracia, de la representatividad directa, de la devolución de la soberanía a los ciudadanos los que estaban, poco a poco, convirtiéndose en pilares de mi forma de entender "democracia". Nuestro encuentro en Sevilla el pasado verano no hizo sino reafirmarme en lo que ya suponía y asentar las bases de una amistad, compleja por la distancia que nos separa, pero sincera.
A nadie que conozca "Voto en Blanco" se le escapa la rotundidad con que Francisco Rubiales defiende los principios más íntimos de la democracia. La misma rotundidad que usa en su crítica, no pocas veces despiadada, a la oligarquía partidocrática. De esa mezcla de reproche sincero y afán demócrata nació su libro "Políticos, los nuevos amos". En esta obra, que recomiendo a todos los lectores de DE (de derechas y de izquierdas) podemos leer afirmaciones tan rotundamente ciertas como ésta:
La rebelión de los hombres de bien, de los injustamente proscritos y de los seres libres puede todavía triunfar y alumbrar un mundo mejor, a pesar de que los enormes recursos y poderes de los depredadores los hacen parecer invencibles. Pero es necesario, primero, crear ciudadanos en masa, legiones de seres libres, dispuestos a asumir responsabilidades, a recuperar costumbres y valores democráticos olvidados, a debatir, discernir y plantarle cara a los gobiernos corruptos, a desprestigiar a los dominadores ilegítimos y a sustituirlos, finalmente, por estructuras de poder no profesionales, diseñadas para que florezca la ciudadanía y basadas en la autogestión y el autogobierno
Paradigmático resulta, pues, que desde esas mismas estructuras de poder que Rubiales critica – con la verdad en la mano, sin aspavientos retóricos, desnudando al sistema, provocando al lector para que recupere el mando sobre su propia vida -, se intente amordazar al mensajero. Qué otra reacción cabía esperar de quienes decididamente no creen la democracia? de quienes decididamente no creen en los individuos? de quienes decididamente usan la palabra ciudadano como eufemismo de vasallo? La censura.
Lean el relato que los hechos nos hace mi amigo Francisco en su blog. Y únanse a esta mi denuncia. Publicítenlo. Dénle difusión. Esto que tenemos, queridos lectores (y lectoras, no crean que me olvido de ustedes) no es una democracia. Nunca lo fué.