Así titula Laureano Rubio su tribuna de hoy en el "Diario de León". Historiador serio donde los haya, Rubio se aleja del revisionismo histórico tan propio del nacionalismo excluyente al uso en otras regiones españolas y tan manido desde las cátedras de pseudohistoria para razonar, pausadamente y sin estridencias, la necesidad de recuperar la identidad leonesa en tanto que constructora de la española.
Si nos atenemos a esta definición creo que deberían sonrojarse no pocos comunicadores y políticos, pues existen muchas e importantes razones para hablar de la región leonesa por mucho que deje de interesarle a zamoranos o salmantinos. ¿Acaso los vascos dejan de ser españoles por mucho que digan que no se reconocen como tales?. ¿Por qué no se aplica el mismo criterio en nuestro caso?. Sea como fuere lo cierto es que la permanencia desde la Edad Media y hasta el siglo XIX del Reino de León y de sus instituciones (Real Adelantamiento de León), así como el reconocimiento que los propios pueblos o concejos de las tres provincias hacen ante los notarios de su adscripción al Reino de León justifica plenamente el valor y los derechos históricos de un territorio bien definido geográfica y socialmente.
Un territorio con un mismo sistema de poblamiento, con recursos similares, con vías de unión que generaron una unidad cultural y social y sobre todo con una estructura político administrativa local y territorial que no sólo es única en España, sino que refleja el arraigo de un pasado histórico común. El papel de los concejos, de las juntas vecinales y la conservación de la mayor parte del territorio bajo régimen y autogestión de las propias comunidades campesinas son algunos de los ejemplos que nos conducen a un mismo Derecho Consuetudinario y a una misma identidad cultural y social. La obligación de los historiadores, que vivimos del erario público, para con la sociedad que nos paga es la de velar porque se mantenga viva la memoria histórica; porque no se prostituya nuestra historia, por difundir los derechos históricos reconocidos a otros y por recordar que el Reino de León, y dentro de él los bercianos y montañeses, fue el pilar fundamental en la proyección de España y como tal y en igualdad de condiciones a Castilla, Aragón o Navarra, aportó su pendón y su León a la enseña nacional. ¿Acaso pedir que se conte mple este reconocimiento en el articulado de un estatuto, que dice representar a todos los ciudadanos, es mucho pedir, o más bien es algo que en modo alguno debía plantearse en el seno de una comunidad seria y responsable?
Entero aquí.
Las cuatro preguntas se responden por si solas. Creo que es evidente el interes de León por hacerse con el dominio en «su» parte de la tarta.
Cuando leo que la region leonesa esta definida geograficamente se me ponen los pelos de punta……sinceramente.
Y aunque a algunos les suene a chiste, Valladolid pierde dinero con este invento. Si algun economista serio lee esta pagina que lo comente.
Por cierto, el Reino de Leon en su afán por defender la igualdad de trato entre sus tres provincias podia haber tenido otro comportamiento en aquello del AVE por Zamora. Recordamos ¿verdad?.
Al resto de los habitantes de CYL nos cuesta mucho dinero mantener un aeropuerto , por ejemplo, en León cuando todos sabemos que su importancia es testimonial. Pero claro no iban a ser menos que Valladolid o Salamanca..o Burgos.
Me puede usted decir …¿Cuando se ha hablado el Bable en Salamanca?, ¿En que conceptos geográficos se ampara usted para encontrar «la diferencia»?.
¿Donde está la barrera natural que diferencia por ejemplo Santas Martas y Mayorga de Campos?.
Vamos a ser mas serios..y si..menos provincianos.
Buf, que vericuetos…
Mira que yo soy de Ponferrada y mi madre de Coyança… Bueno, vale, de Valencia de Don Juan… ;-P Pero no puedo de dejar de pensar que efectivamente concuerdo con José. Además, la unión político-económica se produce de facto con Fernando I el Magno. Por eso cuando el secretario de Felipe II elude la Justicia castellana corre a Aragón, y no a León…
Pero vamos, que, personalmente, como esto no me deja de dar la impresión que sería un «quítate tú pa ponerme yo», me da bastante igual: a mí ya me machaca a impuestos Gallardón…
Ni mas ni menos que felicitarte por el texto. Aunque el tiempo pase (es de 2007) la internet nos ofrece seguir leyendo textos como este y disfrutar con lecciones magistrales en cada post.
Tal vez sea la diáspora la que tenga que levantar de nuevo nuestro Reino.
De un exiliado a otro.
OestePURPURA
LEÓN:REINO Y REGIÓN. El Reino de León estaba formado por: LEÓN, ZAMORA Y SALAMANCA. ¿Porqué nos incluyeron con Castillas.¿Porqué no nos dan la autonomía a la que tenemos derecho por nuestra historia, y que está recogido en la Constitución?¿Será porque si nos dan la autonomía Castilla no se quedará con los presupuestos y subvenciones que van dirigidas al Reino de León?QUE NOS CONCEDAN LA AUTONOMÍA YA
Lo siento Luis, sigo sin entender al leonesismo. Me sigue pareciendo
más fruto del despecho y de la envidia ajena que otra cosa (como otros
‘ismos’). Es esa envidia al protagonismo ajeno, tan popular en esta
sociedad donde quién no da que hablar no existe, y al gran beneficio
que sacan otros con él, y no hace falta que diga a quién apunto.
Entiendo perfectamente el resquemor a un nuevo ‘centralismo’, léase
supeditación a Valladolid. Pero me parece a mí que el desarrollo de
León, de Salamanca y de Burgos, pasa más por un dinamismo propio que
por un dinamismo ‘facilitado por una auto administración’. Obtenida la
propia autonomía, que observo que apuntas como uniprovincial, ¿acabados
todos los problemas? ¿o sólo los del ego?
Sí el dinamismo va ligado a una administración más cercana, ¿la falta
de está es sólo culpa de la actual configuración autónoma? ¿no tendrá
que ver también la administración provincial o la diputación, o el
ensimismamiento de las élites locales en una situación que perpetua su
poder, y que al no promover un crecimiento general que
repercutierá en toda la sociedad puede resultar contraproducente a
largo plazo?
La configuración política puede ser un estímulo, pero también puede
anquilosar otro tipo de problemas, al ‘ocultarlos’ tras la parafernalía
identitaria?.
La cuestión general en Castilla y León pasa por una alianza real, con
distribución de la riqueza y competencias, entre todas sus ciudades y
comarcas, y sobre todo para agilizar el dinamismo de su sociedad civil
que no ‘politica’ (últimamente y a nivel general más lacra que activo),
de sus empresas y de su población productiva.
El ideal identitario, tan ‘necesario’ a veces en este mundo globalizado,,
demasiadas veces sólo funciona como sustituto o tapadera de otras
carencias más fundamentales.
No seguirás siendo español tan fácilmente ni esto es una minarquía. Hemos cambiado de frustración o de pedrusco, nada más y nada menos.
Como Sísifo, condenado a resbalar eternamente dejando caer su gruesa piedra cuando está llegando a la cumbre liberadora, muchos políticos son Sísifo mientras no obtienen su clientela y Zeus cuando la obtienen. Una vez en la poltrona, ya procurarán desquitarse.
Cuando eran don nadies provincianos odiaban recibir órdenes, ahora las multiplican sobre la cabeza de sus conrregionales con refinada saña.
Cuando eran esclavos hacian lo que los otros querían; no han aprendido a ser servidores: servidores son los que hacen lo que los otros necesitan.
Hay una diferencia absimal entre satisfacer deseos y atender necesidades. Diecisiete.
(*) Es lo que suele ocurrir cuando no sabes cuidar del árbol, cuando podas las ramas que no se debe, injertas las que no se puede, sólo protejes parte del viento, inviertes más abono en algunas raíces que en otras y sangras la corteza siempre por el mismo sitio.
Eso sí, hay un reproche que jamás aceptaré sin más: no he perdido la memoria. En este estado de las autonomías soy leonesista, en un estado centralista sería gordonista. Pero en ambos casos seguiría siendo español. Es el tributo que he de pagar por mi esquizofrenia: pienso minarquista, siento español. Imposible? Mi psiquiatra dice que ni con marihuana. Yo le digo que a nadie le importa lo que siento, que es sólo mío. Eso me salva de la locura total: puedo defender lo que pienso (y en lo que creo) porque guardo para mí lo que siento. Es … desconcertante.
Creo que la España que querríamos nosotros no es aquella en la que cada «identidad» responde ante sí msima; esa es la que quería Pujol, pero bueno, si han vaciado el estado central ¿a dónde mira uno?
La belleza de «el proceso» – que al parecer no es responsabilidad de este catedrático, ni de su paisanos leoneses y que encima es «imparable» – es que a partir de un determiando punto son los propios expañoles los que empuñan la sierra y cortan la rama sobre la que están sentados.
José, intento darte «mis» cuatro respuestas breves (repito, son sólo las mías):
– Sí, es la impresión que da. Pero es equivocada. Lo primero: ni zamoranos ni salmantinos deben de estar obligados (como nos ha ocurrido a los leoneses) a formar parte de una CA indeseada. Para eso están los referenda, esas cosas que en España no se usan. Lo segundo: el empeño radica en que León es una región. Siempre lo fué y lo seguirá siendo.
– Si no fuésemos capaces de salir de la partidocracia podrida en la que nos encontramos terminaríamos en lo que describes. No basta con proclamarse leonesista, yo soy claramente minarquista: el poder a los ciudadanos, que son sus legítimos y únicos dueños. Y las administraciones cuanto más pequeña, mejor.
– El Bierzo, y la Montaña Central, y el Páramo, y las que los ciudadanos crean oportunas. Repito, las unidades administrativas (con plenas competencias) cuanto menores más controlables por tí y por mí.
– Yo no pertenezco a grupúsculo alguno y me declaro rotundamente leonesista.
Saludos cordiales,
Luis I. Gómez
«… por mucho que deje de interesarle a zamoranos o salmantinos …»
Cuatro largas preguntas de un salmantino desde Madrid:
– ¿No se tiene demasiadas veces la sensación de que tanto empeño en una
región leonesa sólo trata de enmascarar el deseo de emular el dominio
regional que ejerce Valladolid dentro del conjunto de Castilla y León,
está vez por parte de León y en la región leonesa?
¿Qué diferencias encontrarían los zamoranos y salmantinos entre
Valladolid y León? ¿León les garantizaría una mayor inversión o lo que
realmente quiere es acaparar un mayor pedazo de la tarta?
– ¿No suena demasiado todo esto a lucha de egos, entre ciudades como
Valladolid, Burgos, León, y en grado menor, Salamanca, y demuestra la
poca predisposición de sus élites locales a innovar y arriesgarse?
¿Mayor riqueza únicamente como mayor pedazo de la tarta administrativa?
– ¿Y al Bierzo, se le ignoraría, o León estaría dispuesto a permitir una
‘cuarta’ provincia leonesa?
– ¿No sería más interesante luchar de otro modo contra el predominio de
Valladolid? ¿No suena todo esto demasiado a esos grupusculos políticos
cuyos partidarios, todos poseedores de la verdad, se fracturan en grupos
cada vez más exiguos en busca de un poder, aunque sea cada vez más
pequeño?