En las últimas semanas mojes budistas y civiles de coraje han participado en las mayores manifestaciones pro-democracia que ha visto Birmania desde los acontecimientos de 1988. Las protestas, provocadas en última instancia por el maltrato a los mojes y la subida de los precios de los combustibles, terminaron en un clamor popular pidiendo un cambio de régimen, la caída de la dictadura militar.
La respuesta gubernamental consistió en una serie de acciones brutales de las fuerzas de represión que culminaron en la detención de miles de manifestantes y, al menos, diez muertos. Pero son muchos los activistas que siguen trabajando en la clandestinidad y la calma tensa que se respira en el país no augura nada bueno para los amantes de la libertad en Birmania.
Ha llegado la hora de ejercer la máxima presión desde los gobiernos democráticos del planeta. Desesperante resulta la parsimonia de la diplomacia y la falta de unanimidad en órganos como la ONU, donde, una vez más, queda demostrada su absoluta falta de efectividad a la hora de dar respuestas rápidas y contundentes cuando de defender los derechos humanos se trata. Demasiados gangsters en su seno con voz, voto y veto.
Qué podemos hacer nosotros? Promocionar las vías de comunicación de los birmaneses, por ejemplo.
Aquí pueden los birmaneses manifestar libremente y de forma directa sus opiniones.
Les animo a que enlacen el sitio y le den publicidad.
La ONU como siempre apoyando a los suyos (las dictaduras). La OTAN sería un buen instrumento para ayudarles y la forma de darle algun sentido a su existencia.