No sé muy bien por qué Jorge decidió premiarme como Blog Solidario. Hay otros blogs, muchísimos, mejores que este y comprometidos con la libertad. Como supongo un cierto grado de empatía, me siento agradecido y honrado a la vez. Gracias Jorge.
Difícil concepto este de la solidaridad. Los alemanes dirían "schwammig", que viene a significar algo así como borroso. Para ser solidario no basta con ingresar 10.- € en la cuenta de UNICEF, del mismo modo que no basta con dejar 50.- céntimos en el cepillo de la iglesia para ser caritativo. La solidaridad es algo más que eso. Tampoco debemos confundirla con la solidaridaaaazzzz, tan al uso en estos días de régimen zapateril. La solidaridaaaazzzz está tuerta y se arrastra coja de una pata. Para ser solidariosssss basta con serlo con los amigos, los de toda la vida o los coyunturales, amén de negarle el pan y el agua al enemigo, al de toda la vida y al coyuntural. Que se lo pregunten a las víctimas de ETA, que son las que más han sufrido la solidaridaaaazzzzz.
Para ser solidario ha de ser uno responsable y absolutamente consecuente con, al menos, un principio: desear que al vecino (aunque sea un tocapelotas) le vaya como a mí. Nada fácil, sobre todo si pensamos que hay vecinos que no dirán nunca gracias y otros que incluso se aprovecharán de tu esfuerzo para dejarte a tí en la cuneta. Pero es lo que tienen estas cosas. Yo, por ejemplo, me siento totalmente solidario con los terroristas de ETA. Les deseo el mismo derecho a la vida y al disfrute de su libertad que deseo para mí mismo. Por eso es absolutamente solidario exigir que vayan a la cárcel -quien infringe las normas sociales debe ser castigado por la ley- para que puedan recapacitar sobre su propia responsabilidad y para que, a su salida, puedan intentar convencer a vascos y españoles, por vías legales y democráticas, de su sueño para Euskadi. Es su derecho, el mismo del que hago uso yo para proclamar que juntos podemos más.
Solidaridad exige responsabilidad y consecuencia. Y esos son mis criterios para otorgar este premio a:
Hecho, aunque con las prisas de siempre 😉
http://blogs.periodistadigital.com/semueve.php/2007/10/07/blogs_solidarios
Muchísimas gracias por tanto honor, Luis, de verdad.
Efectivamente la solidaridad es desear que al otro le vaya como a uno y hacer algo al respecto, aunque solo sea tener eso presente en la vida cotidiana.
No se entiende gran cosa. Quise decir que el «estepaisano» ni siquiera es solidario con sigo mismo, como para serlo con los demás…
Sin embargo el mal, el sufrimiento y la desgracia son incorregibles y con pertinaz descaro se presentan aun sin haber sido invitados, incluso de forma vehemente en el momento más inoportuno, hasta el extremo de extenuar la capacidad de resistencia. Llevan, portan e incluso de-portan al sujeto, incapaz de sobrellevarlos o simplemente de llevarlos, y lo en-tierran, lo devuelven a la tierra.
Bajito es el umbral de resistencia algésica del contemporáneo. No se le quiere reconocer su carta de naturaleza al dolor, no es lo que nos fue prometido, y lo usual es entonces reprimirlo, maniatarlo, amordazarlo, ocultarlo, recluirlo, encerrarlo, atiborrarlo de lo que sea, todo antes de que despierte y se eche al ruedo pidiendo una oportunidad.
El que tiene salud teme, por su parte, al contagio y recurre a todo. Antes reprimir y más tarde disuadir. Es la manera en que acostumbra a mantenerse la calle limpia, método Giuliani: amontonando los “changos” de Manhattan en Newark; y para que en La Moncloa luzca el sol sobre los bonsáis, en las salas de los ambulatorios de cuarta han de reinar las sombras de la noche insomne.
Allí en el fondo de la caverna, a la altura del ángulo en que las sombras desfiguran la realidad, el esclavo de que hablara Platón sigue mirando, cara a la pared y con la camisa vieja, las sombras que se le escapan.
Henos, vayan acabando, señores, en un mundo que se niega a reconocer sus males y que se priva de la posibilidad de rehabilitación que sólo vendría del reconocimiento del derecho al propio doler. Dolores y yo. De entrada, las nuestras son relaciones de huida, que favorecen la victoria ajena. Canijo a la hora de soportar el sufrimiento, recurro al analgésico antes de que me duela, lo que a su vez baja cada vez más el nivel de mi capacidad para soportar los males. No s falso decir que el hombre de por aquí sufre, sufre “bucho” y esa superprotección a la cual se aferra le lleva a salir perdiendo, a sufrir “bucho” más.
En teoría, sin embargo se ha desarrollado mucho la noticia del mal ajeno, a lo que han contribuido notablemente algunos de los camisas viejas de arriba; eso está muy bien, pero se ha perdido el paladar de Sócrates, as quien dolía más hacer justicia que padecerla. Lo que duele hoy en «estepaís» o “estepaíses” es la muela del propio dolor; el conocimiento de la desgracia ajena estimula a la protección propia y sólo a eso.
Vaya por delante que tan irreales son las épocas que blasonan de progreso como las que se regodean en la crisis, pues ambas carecen de una visión ajustada de la complejidad de la realidad humana.
Cuando Aristóteles aseguraba que lo finito se compone de potencia y acto estaba demostrando mucho sentido común y estableciendo, en la salud, la posibilidad del desequilibrio en la enfermedad.
Solamente lo inmóvil está a salvo del cambio y de pasar a ser lo oto que era. Solamente por real – perdón – decreto podría pretenderse la erradicación de las crisis y solamente por un cato de fantasioso desequilibrio, irónicamente, cabría pensar en equilibrar el mundo a tal punto que se frenase su movimiento.
Con similar hipocresía, solo pueden negar las crisis quienes firman expedientes de crisis que pagan los demás, mientras el propio peculio queda a salvo de las más remotas contingencias; o quien da la alarma mundial sobre reales e imaginarios peligros pero suelta en el patio ajeno los perros de la guerra que encadena al volver a casa.
Se hace campaña contra lo indecoroso mientras se produce inmundicia sin límite y se considera de mal gusto la protesta ajena aunque se levante en falso la propia queja, el lamento o el grito…
Muy honrado Luis, a mí estas cosas siempre me han hecho ilusión, claro que con esto de la solidaridad me ocurre como a ti, es un concepto muy recurrente, muy manido y casi siempre falso.
Un fuerte abrazo, algo haremos con ello.