La evolución del Homo sapiens se desarrolla a lo largo de algunas decenas de milenios. La institución "Estado Nacional" y/o "Estado Nacional central" es, en comparación, relativamente joven. Algunas ventajas respecto a otras formas de organización social debe de presentar, de lo contrario no se habría impuesto "evolutivamente" como lo ha hecho y, no les quepa duda, habría desaparcido ya. Pero en los tres siglos de Naciones-Estado, los peocesos de consolidación de este sistema han provocado numerosísimas víctimas. No sólo las víctimas de las guerras europeas y mundiales, también las de los procesos de racionalización y efectivización socioestatal (comunismo y fascismo).
Este fin de semana he estado repasando algunas lecturas. Me niego a considerar, como hace Hegel, al Estado(Nacional) como la cumbre final y perfecta del proceso de socialización del ser humano. Me quedo con la versión de Franz Oppenheimer según la cual el Estado es una institución inventada por una minoría de invasores nómadas agresivos para avasallar indefinidamente a la mayoría de los habitantes cultos de una región determinada. Tal vez por eso sean precisamente los inmigrados e hijos de inmigrados en Cataluña los nacionalistas más interesados en no perder las riendas del estado. Tal vez por eso la izquierda abertzale tenga tanto interés en ampliar las fronteras de su nación. Tal vez por eso resulta tan sencillo imponer una política lingüistica excluyente e las dos zonas mentadas y en Galicia. Tal vez por eso a buena parte de la clase política de derechas española le asuste tanto cualquier medida que mine la "autoritas" de la nación-estado española.
No tengo ni la más remota idea de cuál será la forma de organización social que se establezca después de la etapa del Estado-Nación (lo más seguro es que no me toque vivirla). Lo más fácil es que surgiese de la libre competitividad entre pequeños esperimentos descentralizados., para demostrar primero que el modelo "menos estado" funciona. Probablemente las dificultades de un modelo "ningún estado" serían mayores. Pero algo me dice que las diicultades, tanto en un modelo como en el otro, no vendrían dadas por los participantes en el experimento, sino por los acomodados en las "ventajas" el etatismo vigente. La prueba la tenemos en casa (España): la descentralización no ha servido para reducir el etatismo: lo ha fragmentado para endurecerlo.
Bueno, pero eso también lo comparto yo. También me parece dudosa la idea de progreso si le queremos entender en un sentido absoluto. Lo único que pretendía es rebatir el argumento de que la época de los estados nacionales o de las ideologías republicanas hayan aumentado la violencia con respecto a las épocas anteriores (como asegura Hoppe, por ejemplo), y ello sin negar que el republicanismo moderno también se haya cobrado «numerosísimas víctimas».
Mooomento, Eduardo! Yo no he dicho que antes fuera mejor (el tema de la violencia). No sé si podremos saberlo, como apuntaba. Lo que sí he dicho es que la evolución no ha sido precisamente a para mejor.Y que ha costado numerosísimas víctimas. Si llego a saber que te quedas en los números, no te sigo el hilo 🙂
Es que me temo que en esto no se puede estar en desacuerdo, Luis. Es una cuestión de hecho. Bueno, salvo que manejemos nociones de «violencia» sumamente metafísicas y aún no aclaradas.
Por supuesto que no podemos conocer exactamente la cantidad de violencia en la edad de piedra, pero podemos hacer extrapolaciones a partir de estudios en sociedades tradicionales no europeas (lo que antes llamaban, sin más, «sociedade primitivas»), esto sin perjuicio de lo que ya conocemos sobre la vida de los homínidos o de los homo anteriores al sapiens, hechos bastante poco edificantes como la proliferación del infanticidio o las prácticas caníbales en Atapuerca que han ayudado a desbaratar el antiguo mito del «buen salvaje».
La imagen de un siglo XX más violento procede fundamentalmente de los medios de comunicación y del relato de los intelectuales. En realidad, se sabe que la tasa de homicidios o de muertes violentas no ha hecho más que descender desde el siglo XIX hasta aquí, es decir, justamente coincidiendo con la edad de los estados nacionales y del capitalismo industrial. Contando con las dos guerras mundiales, el porcentaje de muertos violentos ha caído en picado si lo comparamos con la edad media o el renacimiento. Incluso las condiciones de vida mejoraron ostensiblemente en la Unión Soviética, a pesar de las hambrunas deliberadas o de las purgas de Stalin. ¿Significa que los hechos de Auschwitz, Hiroshima o del «terror rojo» quedan de algún modo legitimados? En absoluto, pero ayuda a desmitificar la idea de un pasado mejor.
Hay un trabajo de Steven Pinker que aporta datos más contundentes y un razonamiento más ordenado del que he dado.
Eso encima, Lino: ya sabes, bajas «colaterales» 🙁
Hace üpoco vi un documental sobre los bombardeos de Hamburgo: terrorífico.
Dejando para otro momento un debate más profundo por mi parte, no puedo dejar de apuntar que el número de víctimas se corresponde con una mejora en la tecnología empleada en la guerra, no en un aumento de la violencia propiamente dicho.
A mi lo que me desagrada, además de este aumento cuantitativo, es la «profesionalidad» de los artifices. Es decir, antaño, los soldados esran los principales receptores de esta violencia, eran por lo tanto personas conscientes de la peligrosidad y responsabilidad de sus actos, y mientras que ahora son guerras teledirigidas desprovistas de compasión.
Creo que algún autor ha llamado a este periodo como el de la tecnobarbarie
Saludos
Eduardo, no estoy de acuerdo. No veo disminución alguna en la violencia. Si por vuiolencia sólo entendemos la física … tal vez. Y digo sólo tal vez, pues va a resultar imposible hacer un baremo de víctimas durante los primeros 15.000 años de la humanidad. Más fácil es hacerlo de las tres últimas centurias… y me temo que sale un número de víctimas espantoso. Los primitivos mataban a 100 ó 200 en una batallita cada año. Luego llegaron las grandes civilizaciones: ya podemos hablar de decenas de miles de muertos en una batalla cada x años (no les daba tiempo a tener más batallas más frecuentemente: no había coches, ni aviones) No sé, creo que muy probablemente las guerras europeas de los últimos siglos y las mundiales del pasado, sumadas a los fascismos y comunismos, dan una cifra increíble.
Por otro lado, la violencia de los estados sobre los ciudadanos, normalizando el ámbito de lo privado, también cuenta. Creo yo.
Tienes razón en que no sabemos qué va a ser de la organización social o política futura. Pero no en que los tres siglos de estados nacionales han producido más víctimas que los milenios anteriores, si has querido decir esto. Por el contrario, todo indica que la violencia ha descendido considerablemente (incluso en el siglo XX, incluso teniendo en cuenta las dos guerras mundiales, e incluso abarcando el terror rojo o fascista), no sólo con respecto a las sociedades llamadas «primitivas», sino con respecto a las formas de organización política previas al estado nacional (reinos, feudos, tribus, imperios…)
H. muy negro me lo pones:
No hay más soluciones? No hay alternativas? No es posible devolver la responsabilidad a las personas? No sabrían que hacer con ella? Yo sigo siendo optimista.
La retórica político-intelectualoide con pretensiones de escueta definitividad que en diferentes versiones se vulgariza hoy ha dejado de responder a la autenticidad de experiencias vividas y de creatividad intelectual verdaderamente analítica de la realidad en sí, para convertirse en una forma cómoda de racionalizar las decisiones del progresisimo progresado, o en arma de resentimientos adolescentes.
En último caso, parece que todo cuanto existe, por el mero hecho de existir, de hallarse en su ser concreto y dotado de unos contornos determinados, evidentemente limitativos en algún sentido, exacerba este espíritu progre-crítico contra lo impuro de la realidad y le mueven, a base de tópicos, a negativizarlo, a negarle el derecho a ser y de ser así y de postular su destrucción. Hasta la vista, baby.
Esa actitud mental se cree lúcida o ética o racionalista o etcétera, pero en el límite resulta romántica, por lo perfeccionista, por lo utópica y porque vive ciertos fenómenos como si todavía fueran realidad actual, cuando pertenecen al pasado o a un futuro indeterminado.
Uno, digo uno, de estos fenómenos es el “estao”, en su forma clásica y todavía a escala humana, en el que todavía puede saberse quién era quién, y en el que los cambios todavía podían poseer la certeza de su alcance y fines.
Y tal vez este antiguo, ya antiguo, “estao”, con sus monedas antiguas, sus fronteras y sus soldaditos, que tan buenos servicios nos había ofrecido – liberación del Islam, del absolutimso o del caciquismo – llegue muy pronto a ser objeto de añoranza, en presencia de las formas de gobierno impersonal, fríamente tecnológico, anónimo y drástico en el funcionamiento de sus mecanismos, que se nos avecinan por una parte y el cantonalismo, el choque étnico y la ley de la selva, por la otra.