Uno de los pilares de una verdadera democracia es el de la SEPARACION DE PODERES. Garantizar la INDEPENDENCIA DEL PODER JUDICIAL es uno de los rubicones que separan una dictadura de una democracia. El PSOE acaba de enterrar definitivamente a Montesquieu (ya le habían "matado" antes):
El Gobierno ya puede premiar con ascensos a los fiscales fieles
Se van despejando las dudas, pocas, que aún quedaban.
El sistema electoral, la tendencia a la conquista de un espacio electoral amplio, la voluntad de exclusión de «la otra» expaña, el nihilismo ambiente, la codicia han contribuído a flexibilizar los acuerdos poselectorales entre los aspectos más supuestamente innegociables de los programas respectivos, produciéndose coaliciones que en sí mismas constituyen un delito contra la lógica, transfuguismos individuales o colectivos (¿Cómo se permite la fuga de un diputado a otro partido si no recibió los votos para ello; a quién pertenece entonces el acta de diputado, al votante o al votado; qué grado de autonomía se le supone al señorito para hacer lo que quiera con los votos emanados de las urnas; quién cogno controla al señorito?), conceptos discutidos y discutibles, etc.
Brilla entonces por su ausencia el control de los partidos politicos, tras haber procurado el ejecutivo invadir el poder judicial saltándose a la torera la separación de poderes recomendada por Montesquieu como la base de todo estado de derecho. La justicia es demasiado importante para dejarla en manos de juristas, viva la bermejocracia.