Y si no lo creen, pregúntenselo al presunto asesino de Alexander Litwinenko, un tal Andrei Lugovoi. Con un gesto así, la democracia rusa se coloca al nivel, por lo menos, de la española. Casi nada!
Y si no lo creen, pregúntenselo al presunto asesino de Alexander Litwinenko, un tal Andrei Lugovoi. Con un gesto así, la democracia rusa se coloca al nivel, por lo menos, de la española. Casi nada!