El zoco ibérico

El olor a gasolina quemada, asfalto recalentado y aguas mal depuradas se mezcla con el del césped recién cortado, las morcillas a la parrilla y el pinar en ebullición. El lenguaje soez que nos arrojan desde las televisiones (qué placer ver películas en Alemán, libres de "hostias", "joderes", "putas" y "cojones") apenas disimula los mensajes baratos de la publicidad (mediocridad-pepsi, catastrofismo ministerial "total") y la propaganda telediaria. Los puestos son de cartón piedra, espectantes de su lobo particular, desvencijados al sol tras la fachada de nuevo-a-200-mil-euros-dos-cuartos-de-banyo, como sabiendo de su labilidad y provisionalidad. Entre los puestos calles mal asfaltadas, llenas de badenes y puentes mal nivelados (voy entendiendo por qué la velocidad máxima es de 120 … hay tramos en los que es realmente suicida).

Es el zoco ibérico, mercadillo de voluntades, carne y sudor. Si se dan un paseo por los puestos más periféricos podrán ver incluso algún que otro personaje famoso comprando su impunidad, vendiendo su palabra, comerciando con sus dineros de usted. El otro día nos enteramos, fíjese, que hasta los jefes del PSOE habían pasado por aquí a comprar una poltrona y un premio nobel de la paz. 1.500 euros por barba para cada peonero. Y una toallita "kandoo" a cada uno para limpiar la sangre de las manos.

 

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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6 comentarios

  1. Juas! Contradecirte? Cuando escribes un comentario poniendo en tela de juicio un post mío, lo dejo tal cual. El lector dispone así de una mejor visión del problema aludido. Yo también. Esto de aprender, querido amigo, no acaba nunca. Menos mal que es así.

  2. Serás es joven mientras aceptes que te contradigan y seas capaz de adquirir nuevos hábitos mentales. Yo vengo aquí a que me contradigan D. Luis, Smith, Suances-el-de-La-Frase-Progre, Gozalbo y otros liberales de excelente reputación; a otros foros para que lo hagan conservadores, cristianos, madridistas, etc.

    PS.- Sí, se puede aprender mucho de algunos madristas :-P. El mejor periodista deportiva de España escribe en internet, es un sujeto apodado Hughes al cual admiro.

  3. Si no fuese por las «experiencias» pasadas, diría que más de una vez he estado tentado de invitarle a escribir en esta casa.
    Al final termino pensando que lo mejor sería que H. se decidiese de una vez a montar un blog. Aunque luego le referenciase el 80% de sus escritos 🙂

    Y otra cosa: mientras no tenga blog, comenta aquí (entre otros sitios). Y eso es un lujo al que no me gustaría renunciar. Déjenme ser un poco egoísta!

  4. Luis, tu descripción me ha recordado a lo que sentí al regresar a España después de pasar un verano en EE.UU. Se me cayó el alma a los pies. «Reverse cultural shock», creo que lo llaman. Redescubrir el cutrerío, sería mejor decir.

    H., siempre es un placer leer tus comentarios. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Añadiría de forma más explícita que el hedonismo se ha apoderado de nuestras vidas. Nos falta madurez democrática, suelo pensar cuando veo la deriva de nuestra querida nación. Últimamente me asalta el frío miedo de que hemos alcanzado nuestra cota de madurez democrática, de que no vamos a llegar a más; tan haraganes, corruptos y dejados somos para con nuestra propia casa. Sigo echando de menos un blog tuyo…

    Un abrazo,

  5. La política confederal de ZP no interesa a nadie porque lo más parecido que tenemos en España a una institución democrática es la televasión, esas nuevas tablas de la ley, aunque lo que se celebra en el nuevo borreguismo es el viejo becerro de oro, el precio justo y todo tipo de diversiones para evitar los “pobemas” del parado y del paralizado. Desde luego hace falta querer vivir en la realidad nacional babiana para no comprender que si en la calle se lleva la cultura del ocho igual a ochenta, entonces la famosa tele no puede lavarse las manos y decir a mí que me registren. Sociedad irracional, aquella que confía en educar a la gente enterrando su cabeza en ajenos escotes y lamentándose más tarde.

    Afirmaba Lord Acton que el poder corrompe, pero es que no conocía la pantalla amiga, dos que permanecen unidos contemplando la televisión regreden juntos. Después, de treinta años de ver la tele, él le dice a ella:

    – ¿Por qué no hacemos esta noche algo interesante?
    – Bueno, le responde la aludida.
    – Venga, intercambiemos los asientos.

    Varadero del ocaso al cual se llega cuando el pulso cotidiano ha disminuido, cuando ya no se sabe recalar en ninguna otra parte, cuando el aburrimiento, en definitiva, resulta ser el regüeldo agrio de una tarde fría y desabrida. Y al final el aparato cobra existencia autónoma, hipostática, funciona con o sin nosotros y nos preguntamos desde el cuarto de baño qué estará haciendo, convencidos de que nada existe fuera de la dialéctica “yo y mis numerosas pulgadas”.

    Sinceramente, las gentes se aburren como ostras y buscan el calor del hogar en el último refugio, reculando sobre las propias excrecencias contra las tablas donde serán apuntillados. Y los jóvenes con internés, pues lo mismo. Los universos o universillos interiores carecen de la menor densidad y necesitan ser rellenados desde fuera con el garrafón de ese tintorro cutre que vienen a ser las interminables series, el emule, el mésenyer, la chabacanería rosa, la tertulia merengada, la blandenguería cultural y similares circos para romanos poco exigentes, para romos romanos.

    Díganme ustedes, ¿qué harían las buenas gentes sin darle gusto al gatillo? Enumeren los periapocalipsis por veinticinco gallifantes:

    ¿Leer? Ya leo bastante durante el día.
    ¿Reflexionar? ¿El qué? ¿No es mejor llamar por teléfono?
    ¿Pasear? Pues el barrio no se ha vuelto peligroso para andar dando vueltas…
    ¿Acostarse? Ah, pues mira, no es mala idea…

    ¿Qué luego viene lo que viene, esos adultos y esas adultas amorfos, mesomorfos, víctimas y victimadores de una sociedad sin forma mentis humana? Sí, ciertamente, pero, en fin, bueno, hay cosas peores, por ejemplo no ver la televisión o sermonear a las personas mayores. Baja la voz empieza la segunda temporada de “Jodidos”.

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