Debe ser agotador dirigir un ministerio sin más competencias que las de gastar el dinero de los contribuyentes en gestar ideas absurdas sobre cómo convertirnos definitivamente en siervos del estado. En un país en el que la redacción y aplicación de las normativas sobre educación esta prácticamente transferida al 100%, la figura del (o la) Ministro/-a de Educación se me antoja decorativa. No sería así si ese ministerio se encargase (y tuviese poder para ello) de coordinar las diferentes normativas autonómicas en materia educativa para garantizar el cumplimiento de la Constitución en todo el territorio nacional y los derechos de todos los españoles. Pero ni eso. Y de esto no tiene la culpa la ministra, que se ha encontrado un despacho en medio de la nada gracias a ese federalismo (que sería fantástico en cualquier otra circunstancia) que nos han colado a los ciudadanos por la espalda y con alevosía. A mí siguen sin preguntarme.
A lo que iba: la ministra Cabrera esta confusa. Ahora dice que si no se aprueba la asignatura esa de formación del espíritu nacionalsocialista, no se tendrá acceso a ningún título académico. Independientemente de que la cosa no funcionará si nos atenemos a lo que sabemos de la LOE, un par de suspensillos son pelillos en el océano buenista del sistema, su arrogancia le impide ver la realidad más allá de los meses (pocos) que le quedan de mandato: habrá CCAA que jamás apliquen esa normativa, las otras harán la vista gorda y la vida media de una ley de educación inservible y partidista es de, como mucho, 8 años.
Yo pensaba que para ser ministro de educación (y ciencia!) se necesitaba un cierto grado de competencia. Ya veo que no. Ni para ese ministerio, ni para otros. Y no se alarmen: si estos señores y señoras se salen con la suya, la incompetencia será la tónica general de nuestro país en los próximos 50 años.
Pero que importa eso ahora ya. En 50 años estaremos todos muertos victimas de la «caló». Será esa la razón del cortoplacismo de Cabrera? Sabrá ella algo que los demás ignoramos?
La idea de un ser sobrenatural que rige los fenomenos de
la naturaleza y el destino de los hombres, es posible que sea
la primera, o una de las primeras muestras de racionalidad que
da el cavernicola.
De esta idea elemental, fruto de la evolución de sus cerebros,
nace la superchería, que va siendo engalanada con ritos,
conjuros,exacerbacion de los miedos y amenazas por los que orquestan
las innumerables sectas. La que tenemos mas proxima, la CAR.inicia su
Esta señora es como la cantante María Dolores Pradera, rezuma ansiedad y por no escuchar, no se escucha ni a sí misma.
Procede del Colegio Estudio, un sitio en plan Institución Libre de Enseñanaza, para hijos de familias económicamente instaladas, tendiendo a intelectuales incluso, en el cual, aunque no haya fe ni creencias religiosos – hay “opción” a ellas, etc. – se pretende imbuir y practicar una ética impecable de inspiración rusoniana-rawlsiana. Y esto, con niños sacados de lo más pijo de Madrid, puede dar buenos resultados.
Los autores de las leyes educativas sociatas sueñan con imitar ese ambiente, o generalizarlo, lo que ocurre es que el contexto social de la inmensa mayoría de los «estepaisanos» es bien distinto, que la cultura ética de las familias es muy diferente en Alcorcón, que no abundan los intelectuales filokantianos en Villaverde Alto, que la mayoría de los alumnos proceden de la España profunda o el ancho y hambriento mundo y que, en conscuencia, en sus casas no reciben esa formación humanista de modernidad líquida, clases particulares de bajo o esquí y veranitos en Salzburgo – o Dublín para los depravados…
Se están palpando actualmente los duros resultados: en situaciones límite o de crisis personal o con la «churri», o cuando el alcohol o las drogas desinhiben, brota el perverso polimorfo [= niñato, en freudiano], Mister Hyde, y si no hay un sistema ético ni un universo de referentes últimos, por leve que sea, que lo contrarreste y oriente, el niñato y el grupo no son dueños de sus iniciativas y se dejan llevar de las tendencias destructivas que van desde el gamberrismo al asesinato, pasando por el atraco, el robo o la violación o la violencia gratuita y anónima.
Y esto es el hombre, y no da mas de si, dejado a la buena del Consenso… conque no nos empeños en hacer de él una criatura inexistente, angélica o progre.