Las señales eran más bien pocas

El sol golpeaba con fuerza la Peña Colorada y alguna trucha saltimbanqui se atrevía a salir del Bernesga en busca de mosquitos. Las vacas (de aquella había vacas!) pastaban cansinas en los prados de la mina vieja mientras el pastor se daba un paseo buscando setas cerca de El Faedo. El 1450 del practicante dijo que no arrancaba y el buen hombre tuvo que acudir andando. Llegó a tiempo.

No eran grandes, ni muchas las señales, pero eran las mías.

Qué gran libro de aventuras me regalaron (mis padres) aquel día. La aventura de mi vida.

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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