Algunos comentaristas apuntaban ayer, sobre el comunicado del Foro de Ermua, que lo que ha ocurrido es una buena piedra de toque para determinar cómo están realmente las cosas. Y dónde está cada uno. Fíjense en el titular del diario ABC:
El PSE intenta desactivar la rebelión cívica con una moción contra el Foro Ermua
Si realmente esa era la intención del PSE, mucho me temo que se equivocan de estrategia. Leo en un editorial del mismo periódico:
Tiene motivos el Foro para negarse a aceptar el requerimiento del Ayuntamiento vizcaíno, que ha sido apoyado por socialistas y nacionalistas, así como por un concejal del PP que ya ha sido expulsado de esta formación. Este es un tiempo en que la resignación es el mejor aliado de las estrategias nacionalistas y el PSOE parece dispuesto a extender la idea de que no hay otra alternativa que las viejas fórmulas de concesiones permanentes al nacionalismo. El Foro Ermua está hoy tan legitimado como en 1997, y no sólo para seguir llevando, con la máxima dignidad, el nombre de esta localidad vizcaína, sino también para mantener la defensa de los compromisos que miles de vascos adquirieron por la libertad y la democracia después de que el sacrificio de Miguel Ángel Blanco removiera unas conciencias que ahora nuevamente algunos quieren adormecer.
Una vuelta por El País y El Mundo me deja como estaba. No parece este un asunto mayor. Recogen la noticia y basta. Tal vez más tarde.
Actualizado: El Mundo ya tiene su editorial sobre el tema!
Nuestra portada de hoy es un resumen muy gráfico del auténtico mundo al revés en el que se ha convertido la política vasca desde que los socialistas decidieron abandonar el consenso antiterrorista con el PP y aventurarse por el camino de la negociación con ETA y su entorno. Sin ese cambio, ni siquiera se habría votado en el pleno una propuesta como la que ayer aprobó el Ayuntamiento de Ermua solicitando al Foro que preside Mikel Buesa que deje de usar el nombre de la localidad.La iniciativa salió adelante con los votos del PSE y los nacionalistas y con el de un edil del PP que poco antes había cesado en su militancia. La propuesta es especialmente inoportuna apenas 10 días después de la agresión a Antonio Aguirre, ejemplo más evidente del clima de persecución a la que el PNV y sus acólitos someten a a la asociación. Como bien apuntó ayer el Foro Ermua, ¿por qué nadie solicita al PNV que deje de apellidarse «vasco» y al PSE que borre de sus siglas el topónimo «Euskadi»?
Especialmente significativo es el caso del alcalde, el socialista Totorika, que participó en la creación del Foro hace nueve años y que ahora respalda con su voto un texto que acusa a sus miembros de «criminalizar el diálogo y la pluralidad». Es él y no ellos quien ha cambiado de postura y quien debe justificarse ante los ciudadanos. En cualquier caso, su actitud hay que inscribirla en el giro de los socialistas, que han pasado de mostrarse inflexibles con el entorno proetarra a respaldar la blandura de la Justicia para con sus dirigentes en aras de un proceso de paz al borde del colapso.
Sólo en este contexto cabe entender el que la Fiscalía haya vuelto a librar a Otegi de comparecer ante la Justicia. El Ministerio Público ha retirado otra acusación contra él y ha obligado al juez Marlaska a archivar la causa por el homenaje al etarra Arkaitz Otazua, en el que Otegi arengó a los asistentes diciendo que «la izquierda abertzale tiene un puño de hierro». O sea, la implacable ETA. ¿Cómo explicará el Gobierno ahora el espectáculo de una Fiscalía empeñada en allanarle a toda costa el horizonte judicial a quien aún hoy no condena los atentados? Después de las últimas detenciones, ni siquiera puede echar mano del proceso de paz para justificar lo que no es sino una nueva cesión a ETA. Los últimos hechos han vuelto a dejar en evidencia la candidez del Ejecutivo, que a estas alturas aún parece convencido de que puede amansar a los terroristas.
Mientras, crece el estupor ciudadano por el obsceno contraste entre la lenidad con la que el Gobierno trata a Otegi y el afán de sus compañeros del PSE de marcar distancias con los apestados del Foro Ermua, acorralados, agredidos y amenazados por defender la libertad en el País Vasco.
Las rebeliones cívicas, si son sinceras, no se paran en nombres ni en siglas. A mí me dará exactamente igual como se llame una plataforma que defiende la dignidad de las víctimas del terrorismo y está en contra del diálogo con los asesinos de ETA mientras estos y sus secuaces no depongan las armas y se rindan incondicionalmente. Yo estaré con ellos.
En otro orden de cosas: imaginemos – no cabe imaginar otra cosa, por cierto – que el concejal del PP que votó a favor de la moción lo hizo en conciencia. Meritorio, aunque no se esté de acuerdo con él. Parece que el PP ha iniciado trámites para expulsarlo del partido:
El edil del PP que respaldó la propuesta, Francisco Rey, señaló tras la sesión que el Foro Ermua «no está formado por gente de Ermua» y se mostró a favor de apoyar las iniciativas promovidas por los vecinos de este municipio. El Partido Popular le ha expulsado de su grupo.
El presidente del PP del Vizcaya, Antonio Basagoiti, lamentó que el concejal respaldara la propuesta y aclaró que Rey había entregado hace diez días el carné del partido y añadió que, tras su actuación, «queda automáticamente expulsado del grupo municipal por no cumplir la disciplina de voto».
Esta democracia nuestra necesita urgentemente una reforma. Los representantes políticos han de ser representantes de los ciudadanos, no de los partidos.