Aparecerán diez espacios naturales nuevos, igual de hermosos. Me asusta este nuevo antropocentrismo cortoplacista disfrazado de altruismo. Les repito: no podemos hacer nada por cambiar los grandes ciclos climáticos. Ni somos culpables, ni disponemos de medios para detenerlos.
SIEMPRE ha sido así.
Estoy de acuerdo en hacer todo lo posible por mantener nuestro ecosistema lo más equilibrado posible. Pero para eso no hacen falta titulares falaces. Querido lector, recuerda siempre:
y determinadas cosas son como son:
y no como les gustaría a los profetas del miedo.
Has dado en el clavo Frid: somos un problema.
tienes razón. Profetas del miedo con ideología totalitaria. Sacrificios de la libertad de hoy para un incierto mañana. Hombres entregando la libertad a cambio de quimeras. Otros, que «ni se lo creen», poníendote el sello de «plaga biológica». Sacrificios de una vida rica en posibilidades y de satisfacciones y alegrías, tristeza existencial, desesperación. Mensaje para los «otros», para los que no son «verdes», para los que son pobres, para los africanos, chinos e indios. Teología de la muerte del mundo, que lleva a matar a todo ser humano «descatalogado» por pequeño o por enfermo. Religión que nos pide la libertad como sacrificio a la «nula certeza o seguridad». El CO2 actual por debajo de índices históricos entre 10 y 20 veces y produciendo menos del 0,3% del existente, con un mayor índice de fijación del CO2 y con serias dudas sobre si el Sol, del que depende la vida, no está en una fase de bajas raciaciones. Los desastres ecológicos anunciados son sólo desastres urbanísticos y, si se producen, se producirán nuevos entornos de riqueza ecológica nunca soñados. Prácticamente una de cada 100 especies «o más» se han extinguido. La tierra está en continua renovación. Y el hombre está de paso. Su misión: el Génesis: creced y multiplicaos y llenad la tierra. Y, también el Génesis: «Dios le entregó al hombre las plantas de la tierra, los animales del cielo, del mar y de la tierra para que les diese nombre y las cuidase y gobernase». Somos la «plaga rectora del mundo». Y todavía podemos ser más. Cada ser humano es un tesoro irrepetible, un fin en sí mismo. Un grito de libertad y de esperanza. Un problema para todo estado totalitario.
frid