Parece que no hay forma de escapar de las siglas. Tras el acrónimo que titula este post se esconde la «Asociación Libre de Ciudadanos por la Democracia». Acabo de firmar mi adhesión a la misma, sigo empeñado en mi pequeña «rebelión civil».
Hace ya mucho tiempo (casi desde los orígenes de este blog) que «Desde el exilo» está agregado en Red Liberal. Ahí encuentro muchos amigos que piensan como yo y otros que no lo hacen, pero todos se reúnen en torno a la defensa de la libertad del individuo. Lo bueno de Red Liberal está justamente ahí: unos son liberal-conservadores, otros libertarios, otros ancap, otros liberal-radicales, … si no te gusta lo que lees aquí, te vas acullá y listo.
También casi desde el principio de mi andanza internaútica soy miembro del Foro Liberal. Otro punto de encuentro para amantes de la libertad. Más privado este, más discreto, pero precisamente por eso más humano y entrañable. En Foro Liberal se discute, con acaloramiento en ocasiones, sobre la mejor forma de articular nuestra necesidad de libertad. Pronto será asociación y me contarán entre los suyos.
En los últimos días he conocido, gracias a nuestro «Iracundo» Isidoro, la «Asociación Libre de Ciudadanos por la Democracia» y me he subido al barco. Son diez las razones:
1. No tenemos un concepto estático ni purista de la democracia. La democracia es el sistema de gobierno orientado hacia el pueblo, dispuesto para garantizar la justicia sobre todo el pueblo, y donde el pueblo es soberano y protagonista de la vida pública.
2. Luchamos por la libertad y la democracia allá donde sea necesario, empezando por nuestro país, donde, después de 30 años de espejismo democrático, urge una reforma integral del sistema, una reforma que traiga un régimen verdaderamente democrático, que debe partir del pueblo, y donde el pueblo – todo él – debe ser el único portavoz de sus opiniones (nadie más, mucho menos nosotros, como asociación).
3. No tenemos grandes palabras elocuentes ni teorías magníficas para describir nuestros objetivos. Nuestra causa es despertar la conciencia crítica del pueblo y aunar todas las voluntades democráticas. Somos gente libre, deseosa de tender lazos entre ellos para hacer real este objetivo común, y como gente libre y como ciudadanos sencillos, no imponemos nuestras ideas, ni exigimos abnegación ni exclusividad, no damos lecciones democráticas a nadie, ni actuamos con hermetismo, escondiéndonos de la luz pública, hablando en clave o faltando a la verdad. Quien quiera sumarse, que esté dispuesto a aprender con nosotros de quienes realmente tienen algo que decir, que son los grandes pensadores de la historia, y que esté dispuesto a hablar y a que le oigan hasta los recién nacidos y los viejos más recalcitrantes.
4. No creemos en la gloria, ni en la honra, ni en el apellido, ni en la fama; no nos valen más la brillantez de los académicos que el esfuerzo de los trabajadores. Entre nosotros no hay líderes ni jefes ni obligaciones de ningún tipo.
5. Los motivos de cada uno son privados. No nos estimulan las consignas políticas ni de izquierdas ni de derechas ni de centro. No defendemos ninguna doctrina política, ninguna forma de gobierno, ningún planteamiento político, más allá de la defensa de la libertad del individuo. Mantenemos un compromiso que va más allá de nuestras filiaciones privadas, porque la democracia es una causa donde caben todos los hombres y mujeres de España.
6. La ALCD existe en la forma en que sus miembros la desean y conciben. La ALCD no viene a inventar una legitimidad nueva, ni necesita de nadie que legitime lo que hace, porque esta asociación sólo quiere despertar la llama de la dignidad que cada ciudadano lleva en su interior y para ello ni necesitamos una sede ni datos fiscales ni una jerarquía. Para participar en esta asociación sólo es necesario hacer explícita una adhesión a su ideario, pero, aún sin esto, alabamos y apoyamos todo esfuerzo, tanto individual como colectivo, a favor de la auténtica democracia. Por eso, esta asociación no necesita una batuta que elimine las notas discordantes, ni un metrónomo que marque el ritmo al que tenemos que avanzar. Somos un grupo cuya fuerza radica en la iniciativa de sus miembros y en su voluntad de colaborar, de aprender unos de otros y de seguir creciendo para hacer más efectiva nuestra lucha por la democracia.
7. No somos sino la avanzadilla de lo que vendrá después. En nuestros lazos de amistad está nuestra fuerza; por eso, cuantas más voces se sumen a nuestra crítica del ambiente político hipócrita y viciado de nuestros días, y cuantas más personas seamos capaces de reunir para hablar sobre democracia y para actuar a favor de la verdadera libertad, más nos acercaremos – con satisfacción – a nuestro propio final.
8. No nos reúne la lealtad en torno a nadie, no nos agrupa la compasión frente a la injusticia, ni nos mantiene unidos la complacencia en nuestra labor; no nos engañamos frente a la crudeza del mundo ni nos arruga la tiranía de los poderosos. Nosotros no queremos cambiar el mundo por cuenta ajena; nosotros estamos cambiando para hacer realidad nuestro sueño, porque no actuamos como los políticos, que dicen para luego no hacer, sino que venimos a presentar lo que hacemos, y a todo el que quiera le ofrecemos nuestras mismas herramientas para que nos ayuden en esta empresa.
9. Valoramos en su medida adecuada las tres fases de nuestra labor, pues sabemos que no podemos dejar de ver y juzgar para actuar, y que no podemos hacerlo sino a la manera de los demócratas. Por eso, en nuestra asociación, no podemos sino esforzarnos por ser cercanos, tenaces, valientes y libres.
10. Entendemos que nuestra lucha no puede excluir a nadie, o de lo contrario estaríamos dejando fuera del pueblo a sus propios integrantes. Desde nuestra sencillez, tratamos con honradez, con aplomo y de un modo pacífico, de luchar por la soberanía del pueblo, azuzando a los usurpadores del poder, a quienes, día sí y día también, sodomizan los derechos de los ciudadanos y venden el destino de las personas que – ingenuas o ignorantes – ven pasar la vida y sufren sus calamidades sin comprender hasta qué punto han sido despojadas de su dignidad, alejadas de su posición en el mundo e, incluso, les ha sido arrebatado su derecho a ser libres y tratar en lo posible de buscar la felicidad y participar de la convivencia.
No puedo decir que esté al 100% de acuerdo con todo (yo sí valoro el mérito personal -aunque no le ponga apellidos o títulos-, por ejemplo, lo que no sé si cabe en el punto 4) pero refleja de forma casi fidedigna mi «natural». Dénse una vuelta por su web, tal vez encuentren en ella un cristal roto en el que puedan verse reflejados, anque sólo sea en parte. Aunque sólo sea el convencimiento de que la democracia en España necesita un profundo movimiento de regeneración, un renacimiento que sólo puede surgir de los ciudadanos. No de la «ciudadanía», no de los partidos, no de unas instituciones mancilladas por y al servicio de estos.
Gracias Manuel. No sé lo que podremos hacer… ruido! haremos mucho ruido, tal vez así alguien gire la cabeza y se vaya pensando sobre lo que decimos. Ya entonces habrá merecido la pena.
Lo que 9 hombres libres son capaces de hacer no es ni la mitad de lo que pueden hacer 10 hombres libres. Bienvenido, Luis. Sólo quería saludarte en tu casa y darte mi enhorabuena por el pedazo de sitio que tienes. Es una suerte que contemos a partir de ahora contigo.
Con respecto al ideario, es una idea reciente y todavía no se puede considerar ni siquiera cerrada. Todo el mundo, incluso simpatizantes o simplemente curiosos, tienen la oportunidad de preguntar, proponer y sugerir ideas para mejorarlo. Cómo no, tu voz en esta cuestión es indispensable.
En la ALCD no existe una opinión oficial ni tampoco una opinión mayoritaria sobre la mayoría de los asuntos. El ideario sólo es una afirmación de nuestros principios comunes, los que definen cómo, cuándo y dónde vamos a actuar. El punto 4 al que haces referencia se refiere sólo a que no hay jefes, a que cada cual aporta con lo que puede y se le reconoce por lo que hace, no por lo que hiciera antes ni por quien fuese. Claro que creo en el mérito. Esforzarse por ser libre, de entrada, es un mérito personal del que muy poca gente puede sentirse orgullosa.
Ánimo y un saludo.