La historia empezó en Milán, donde el ciudadano paquistaní A.B. contrajo matrimonio por teléfono con su muy querida C.D. Ella pudo así viajar a Italia de forma completamente legal. El matrimonio funcionó perfectamente durante unos meses. C.D. se acostumbró a las modas y costumbres milanesas y como A.B. disponía de un buen trabajo nada se interponía entre ella y las carísimas prendas de ropa interior que tanto le gustaban. También las de Dolce&Gabbana.
Un buen día A.B. se llevó a su señora de vacaciones a Malasia. No se sabe bien cómo pudo ocurrir. El caso es que C.D. , sin duda pensando -en un lapsus imperdonable- que se encontraba en la isla para mujeres de los ayatolás, se plantó en la playa con el úlitimo modelo de bikini de la nombrada marca comercial. Su teléfono móvil sonó tres veces en poco más de un minuto. En pantalla el lapidario texto del SMS: «I divorce you» . Los papeles le llegaron al hotel donde ya no estaba A.B. y sólo la factura esperaba por ella.
Hoy trabaja de prostituta en una barriada de Kuala Lumpur.
Mientras, las feministas europeas andaban ocupadas organizando una manifestación contra ciertos carteles machista-misóginos-subversivos…