El Presidente norteamericano George W. Bush se presenta por séptima vez ante el congreso en una nueva edición del debate sobre "el estado de la nación". Tradicionalmente son los temas relacionados con la Unión los que ocupan el centro de estos debates. Senadores y representantes de la oposición olvidan, con la constitución americana en la mano, las rencillas partidistas y las políticas "de diario"; se trata normalemente de subrayar, a base de aplausos y ovaciones, el cierre de filas al lado del Jefe de Estado y la magnificencia de la democracia norteamericana.
Esta vez, sin embargo, es diferente. El Presidente que hoy se presenta ante la Cámara de Representantes en Washington y millones de compatriotas que seguirán el discurso en directo por la televisión está más solo que nunca. A Bush le espera una noche amarga – su credibilidad se encuentra en niveles mínimos. Según una encuesta representativa del Zogby-Institut, solamente el 29 % de los Americanos creen que los EE.UU están siendo dirigidos por el "camino correcto".
El Presidente ofrecerá un discurso breve, se anuncia previsoramente desde la Casa Blanca, conscientes los asesores del despacho oval de las pocas opciones que Bush tiene de entusiasmar a un público crítico y escéptico. "El Presidente se centrará en temas medioambientales y de Salud Pública", anuncia el portavoz Tony Snow.
Pero ha sido el propio Bush quien ha provocado que los ciudadanos americanos, cuando se habla de la situación de su país, piensen principalemente en Irak, en la contínua sangría de hombres y medios y en la falta de una perspectiva de paz y estabilidad. Casi cuatro años después del principio de la guerra, el republicano ha perdido buena parte de la confianza en él depositada por los ciudadanos norteamericanos. Incluso en su propio partido aumenta de forma amenazante el número de voces críticas a su política en Irak. Cuando Bush suba hoy al estrado de oradores, lo hará por vez primera en una Cámara bajo presidencia demócrata: Nancy Pelosi será el símbolo omnipresente de la soledad del Presidente.
Bush es consciente también del mínimo apoyo que le cabe esperar hoy en el Congreso. Sus asesores le recordarán hasta el último minuto que con los senadores Hillary Clinton, Barack Obama y Joe Biden (todos demócratas) así como con los John McCain, Sam Brownback y Chuck Hagel (todos republicanos), habrá al menos seis políticos entre los asistentes que quieren convertirse en 2009 en inquilinos de la Casa Blanca. No dudarán, ninguno de los seis, en aprovechar esta oportunidad de presentarse como clara alternativa de futuro.