Cada vez son más. No me refiero a las más de 100.000 personas que acudieron a las manifestaciones del sábado 13-E de buena fe, tal y como hubiese acudido yo, en nombre de la libertad, la paz y la derrota de ETA (eufemismo patrio de violencia). No. Me refiero a las otras 100.000 personas que acudieron a manifestarse enarbolando las bandera del progresismo, lanzando hosannas al nuevo crucificado Zapatero al tiempo que le pedían al Pilatos de turno la cabeza de todos los no-creyentes.
Son los nuevos convertidos, los nuevos enajenados.
"Cuán ingrata es la tarea del profeta!", con estas palabras cita Trotzkij en su autobiografía ("Mi vida", 1930) al fundador de la socialdemocracia austríaca, el Dr. Victor Adler. Durante el Congreso de la Internacional Socialista celebrado en Stuttgart(1907) y ante la intervención de un místico australiano que preveía el día y la hora de la próxima revolución mundial socialista, Adler se sentó al lado de Trotzkij para susurrarle: "puede ser, pero a mí los pronósticos políticos sobre la base de escenarios apocalípticos me resultan más agradables que las previsiones hechas en base a la interpretación materialista de la historia."
El marxista ruso quedó asustado, pero tal vez tenía razón el marxista autríaco. A día de hoy el socialismo, como la mística y el apocalipsis, nada en el amplio lago del esoterismo. El socialismo nos ofrece un mundo diferente (griego esotera). Crece en el interior de cada hombre como un inexorable deseo, ansioso por salir al exterior en forma de verdadero reino del ateismo. Invita a la catarsis interior, a la metamorfosis del alma para explotar y conquistar orgullosamente el mundo, convirtiendo a todos los humanos a la nueva fe – resurgiendo desde las enseñanzas secretas de las que sólo un grupo de iniciados son depositarios. El David socialista contra el Goliat capitalista. Ecologismo, igualitarismo, estatalismo y pazzzz. A cualquier precio. Después de todo, qué cruzada no es sangrienta?
Ya lo advertía Marx en su "Brief an Sorge" del 19 de Octubre de 1877. Siempre ha exisitido ese "socialismo interior", sueños y deseos esotéricos de tercera fase, calificados por Marx de "Mythologie von den Göttinnen Gerechtigkeit, Freiheit, Gleichheit und fraternité" (dejo la frase original, que suena muy bien. Viene a decir: mitología de las diosas Justicia, Libertad, Igualdad y Fraternidad).
Recomiendo a todos los progresistas de buena fe releer de vez en cuando a Marx. Es la mejor terapia para seguir siendo ateos, para no caer presas de la nueva religión. Con Marx en la mesita de noche no habrá sitio para las estampitas de Zapatero ni para altares audiovisuales a Blancos y de la vegas.
A los progresistas de la pancarta anti-lo-que-no-piensa-como-yo les recuerdo (se que en vano) tres de las certeras tesis de Aristóteles a la hora de definir los criterios de la mentira:
- La mentira satisface. Es una satisfacción creer en el socialismo y propagarlo por el mundo. No importan los muchos milones de muertos fruto de las doctrinas socialistas. La iglesia socialista, como las otras iglesias, es una iglesia de pecadores. Y ya saben: el pecado no disminuye la satisfacción, la engrandece.
- La exageración, por obviamente falsa, es sólo mentira a medias. Está de moda presumir de los logros del socialismo. Logros que nadie que realmente vivió un régmen socialista jamás vió (desde que vivo en Leipzig estoy aprendiendo mucho del socialismo real). Pero soñar con las ventajas hipotéticas de un socialismo inexistente ante la amenaza cierta del "monstruoso" capitalismo reinante es un consuelo para el alma tribulada.
- La mentira se disfraza de humildad. El socialista como masoquista: en contínuo y aparente acto de penitencia por sus errores, sus crímenes, los "accidentes" provocados por los demás. Pero esta nueva humildad en realidad es coquetería. Con la vista baja, reclutando a los nuevos aspirantes.
Bienvenidos a la secta.
Hola H. Feliz año a tí también. Estoy de acuerdo con tu análisis. Sobre los vicios conservadores podremos escribir algo en función de como se desarrolle la manifestación que ha convocado el Foro de Ermua.
La manera derechista de hacer política también presenta una peculiaridad viciosa inveterada muy inquietante: no cuenta con las posibilidades, los intereses y las fuerzas o elementos reales que podrían y deberían entrar en juego, pero no salta por encima revolucionariamente en favor de la utopía, sino que por el contrario, trata de paralizar su dinámica (o cuando menos ralentizar la dinámica de la vida real) para prolongar la existencia y el juego de la dinámica y el equilibrio de fuerzas del pasado.
Tanto unos, revolucionarios a ultranza, como otros, conservadores, pecan contra lo actual y posible, sólo que unos lo hace a favor del futuro, vivenciado como algo absoluto y perentorio, cuyo advenimiento hay que precipitar, robando pisos o territorios ajenos por ejemplo, y otros a favor del pasado vivenciado como consagrado y absolutamente debido o respetable, sin transformación posible o lícita más allá de un determinado punto.
Y está también la manera psicótica de hacer política, fruto de la renuencia a admitir que se puede actuar y se puede cambiar cosas, que se puede hacer algo con los problemas. Es no poder enfrentarse al hecho de que se es libre y no un objeto desgraciado y lamentable, por impotente.
En España no hay un partido hegemónico, todavía no.
Feliz año, don Luis. ¿La antigua Bingivm quedó atrás?