12,4 millones de españoles, el 22,4% de la población, residentes en Cataluña, País Vasco, Galicia, Comunidad Valenciana e Islas Baleares, está siendo sometida a un proceso de extrañamiento cultural vandálico para apartarlos de la lengua española, de España, de su condición de españoles y empujados al mundo de las tinieblas del catalán, valenciano, mallorquí, gallego o euskera, lenguas rescatadas desde el español, pero atrapadas en el pasado. ¿Qué tiene que ver, me pregunto yo y nos preguntamos todos los que nada tenemos contra de las lenguas vernáculas, el rescate de dichas lenguas con el extrañamiento cultural del español, con la decapitación de la cultura española, por la fuerza e ilegalmente, rompiendo la homogeneidad lingüística?
Acertado artículo de Antonio Yuste en su Cazurrabit, en el que denuncia la imposición a la que están siendo sometidos los españoles en nombre de la recuperación legítima de las lenguas vernáculas. Lo de legítimo lo digo yo y lo dice él.
Lo que ya no resulta tan legítimo es desterrar el español, desincardinar el español como vehículo social y cultural en un proceso claramente involucionista y represivo. Sigo sin entender en nómbre de qué argumento es perseguible y denunciable el uso del español en la comunicación de lo que sea en Cataluña, o en Vascongadas, o donde sea.