NO se puede estar a la vez en misa y repicando, y en lo que respecta a la política exterior, el Gobierno de Rodríguez Zapatero ha logrado claramente no hacer ni una cosa ni otra. La ausencia de un criterio claro es con diferencia la razón más importante de este desbarajuste, pero el panorama aparece claramente complicado por el hecho de que en el seno del gabinete la descoordinación campa por sus respetos, como lo demuestran las polémicas públicas entre los ministros de Asuntos Exteriores y Defensa sobre gestiones concretas que afectan a la imagen y la credibilidad de nuestro país. Tras el episodio de Venezuela y la diplomacia paralela de Bono, haciendo sombra a Moratinos, ahora no se sabe claramente si España va a vender aviones a Angola. Siendo esto preocupante para la opinión pública, es muy grave para las empresas fabricantes o para los eventuales compradores, que no saben si el pedido que estuviesen pensando hacer se va a convertir luego en material arrojadizo de debate público entre los ministros…
La política exterior es la imagen de un país, y la que ofrece de España este Gobierno es la de un gabinete sin mando ni brújula en el que dos de los ministerios de más peso, interconectados entre sí, andan a palos, con desmentidos públicos de por medio para dejarse en evidencia el uno al otro. En Bruselas ya no saben ni en qué lengua hablamos los españoles ni adónde estamos mirando cuando se dice que hay que reabrir los canales de diálogo con la dictadura castrista. Los ejemplos del desconcierto exterior son cuantiosos: los gestos amistosos hacia el histriónico gobernante venezolano, Hugo Chávez, que ha conseguido forzar a un ministro de España a asistir a la firma de los contratos de armamento sabiendo que eso irritaría a Estados Unidos; la gestión de la opa de Gas Natural sobre Endesa, que ha dejado un sabor poco agradable y ha proyectado sombras hasta en el comportamiento del presidente de la Comisión Europea; la catástrofe que nos espera en los fondos europeos o este último episodio de dos ministros enfrascados en animoso duelo a garrotazos. ¿Qué país se va a atrever a hacer tratos con un Gobierno que tiene este tipo de reacciones?
Lo leo en la sección de opinión de ABC. Respondo a la pregunta del final: sólo las repúblicas bananeras, cosa que ya está ocurriendo.
En la mancha se inventó un gran termino.
La Bonomagogia
No me gusta ninguno de los dos. Moratinos fue conocido en Europa como la novia de Arafat y le hizo la cama al dictador de la toalla. Bono sufre el mismo problema que su tocayo irlandes, la bonorrea, que es la demagogia practicada con dinero de los demas.
A Bono, de vez en cuando, le sale el «señorito» que lleva dentro.
Luis, pero no negarás que Bono hace finalmente más el ridículo que Moratinos. Moratinos es totalmente limitado, mientras Bono es engolado y narcisista hasta el extremo. Escucharlo ayer hablando en tercera persona de sí mismo era de chiste total.
Moratinos me llega a mover a compasión. Bono es un individuo totalmente repulsivo para mí.