El Estado de Derecho, patas arriba

El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco dictó ayer sentencia absolutoria en el caso Atutxa. La Fiscalía General del Estado, por razones poco claras, no formuló acusación y sólo lo hizo Manos Limpias como acusación particular. Los jueces han aplicado el privilegio de la inviolabilidad para absolver a los acusados en algo que no es una manifestación ni un voto. Dicen que «los actos» se enmarcan en el ejercicio de las funciones propias de su condición parlamentaria. Algo muy discutible, porque no parece posible aplicar la inviolabilidad a la negativa a la cooperación en la labor jurisdiccional. El Tribunal Constitucional dictaminó en su día que la inviolabilidad no se puede equiparar procesalmente con la inmunidad. Este caso es aún peor. Porque si el fuero protege la función, no a la persona, y desobedecer a los jueces es un delito personal, si ese delito no se castiga proporciona a su autor la impunidad, algo que pone patas arriba todo el Estado de Derecho.

Absolutamente recomendable la lectura del artículo que Luis Ignacio Parada escribe hoy en el diario ABC

Luis I. Gómez
Luis I. Gómez

Si conseguimos actuar, pensar, sentir y querer ser quien soñamos ser habremos dado el primer paso de nuestra personal “guerra de autodeterminación”. Por esto es importante ser uno mismo quien cuide y atienda las propias necesidades. No limitarse a sentir los beneficios de la libertad, sino llenar los días de gestos que nos permitan experimentarla con otras personas.

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4 comentarios

  1. “el respeto al Estatutod e Gernika exigían la aboslución”
    Entren y vean, la doctrina progre de su justicia.
    Cada vez más difícil superar sus incongruencias, y cada vez más diáfano su poco respeto al Estado de derecho y a la ley (siempre que les contradiga, claro).

  2. Ciertamente el estado de derecho ha estado patas arriba hasta que la Sala de lo Penal del TSJPV lo ha restablecido. La división de poderes y el respeto al Estatutod e Gernika exigían la aboslución, ya que de lo contrario deberíamos jubilar a los políticos, dejar de convocar elecciones y dejar que el Supremo (elegido por el Gobierno)diga a los parlamentarios lo que debemn votar.
    A ustedes su intransegencia y odio visceral les nubla la vista.

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