LEON.— Hoy se cumplen 60 días desde que Zapatero anunciase en Rodiezmo, ante 35.000 mineros, la firma de un «buen plan» en dos meses. Ese plazo ha pasado y la conclusión es elocuente: las negociaciones del Plan del Carbón están rotas. El ambiente es cada vez más hostil. «El secretario general de la Energía ha indicado que no tiene más margen de maniobra». Esta respuesta, dada en los últimos dos encuentros, se traduce en un petición sindical: «o se abren las posibilidades o viene a negociar el ministro de Industria».
Ese frente era el que se estaba abriendo ayer. Los secretarios generales de UGT y CCOO, Cándido Méndez y José María Fidalgo, respectivamente, han tratado de incorporar a José Montilla al Plan del Carbón no cómo interlocutor directo pero sí auspiciando una vuelta a la mesa negociadora.
El Ministerio de Industria dejó ayer clara su postura. Está dispuesto «a negociar la redistribución de las diversas partidas del Plan global, pero no la cantidad, puesto que las arcas públicas no pueden destinar más fondos al sector».
La divergencia tiene un nuevo nombre propio. La parte social, derivado de las peticiones de los trabajadores, exige que las ayudas que reciben las empresas mineras se liguen a la actividad y el empleo. Industria, por su parte, considera que «no es necesario» porque «España dispone del entramado legal suficiente para hacer cumplir esta condición, además de que imponerla será de una validez jurídica dudosa». Además, según la postura del Gobierno, «no serviría para nada como no ha servido en el Plan vigente, en el que a pesar de que estaba incluida no se ha aplicado nunca».
Hasta aquí la noticia. Pero, cuál es la razón verdadera de esta huelga? Juan Pérez Chencho nos lo explica perfectamente en su columna del Diario de León:
¿Dónde radica, pues, el cuerpo de la discrepancia? ¿Qué separa a la Administración y a los sindicatos para romper la negociación del Plan del Carbón y llegar a la huelga general en el sector?. Por lo visto, el desencuentro se centra en esta dualidad: la parte social defiende contra viento y marea que las ayudas deben estar ligadas al empleo y a la actividad. El Ministerio de Industria, por contra, las liga a la producción. Así lo exige la normativa europea. O sea: que la subvención sea a la tonelada producida y no al puesto de trabajo…
…En lo esencial están de acuerdo y las discrepancias son por flecos que no afectan a lo esencial del Plan del Carbón para los próximos años.
Y digo yo: todos una caterba(*) de irresponsables. El Gobierno (Rodríguez «in person») por prometer y no cumplir, los patronos por pretender mejorar su cuenta de resultados con ayudas públicas y los sindicatos por no ser capaces de transmitir a sus bases que lo importante para generar riqueza es un puesto de trabajo productivo y no uno subvencionado.
Luego pasa lo que pasa, y nos llevamos las manos a la cabeza ante noticias como ésta:
Octubre deja otros 1.428 parados en León y eleva la tasa hasta el 11,38%
(*) Caterba: uno de los pocos palabros asturgalaicos que se usa con asiduidad, si bien en español se escribe «caterva». Quede como homenaje a la ya extinta lengua de mi tierra.
ya luis, pero yo ademas digo tambien que es como el hermano de trapiello( el que escribe la ultima en el diario) un periodista metido a mercenario a sueldo del PSOE.
OJO que tambien los hay del PP
Al final la conclusión es la misma de siempre, los que trabajan en algo que produce riqueza real, que paguen a los que les gusta vivir subvencionados, sean cineastas, curritos de RTVE, mineros o habitantes PERizados del sur.. (y a los fucionarios que pueden tener sanidad privada sin coste adicional, claro…)
Ademarista, yo no puedo decir eso en publico.
chencho es un cretino
XDDDDDDD
¿Arturgalaicos? ¡Caramba! ¿También había gallegos en la mesa redonda del Rey Arturo? 🙂