Quien quiera entender, que entienda. Venimos denuciando desde hace meses la situación antidemocrática a que nos ha llevado esta partidocracia que padecemos.No son los votos de los ciudadanos los que deciden quien gobierna o cómo se gobierna, sino los tejemanejes entre partidos que defienden sus intereses (no los intereses de los ciudadanos). El valor de los votos que emitimos en las urnas es casi representativo, no efectivo. Y así nos va. El próximo miércoles asistiremos a uno de esos aquelarres partidistas en el Parlamento. Las mafias de los partidos en marcha, amenazando (no necesitan hacerlo de forma directa) a todos los parlamentarios con no volver nunca a formar parte de una lista electoral si se «equivocan de botón». Hoy lo describe magníficamente Ignacio Camacho en su «Carta del Director» en ABC:
El miércoles, Zapatero ganará con seguridad la votación, pero es bastante probable que pierda el debate. Sencillamente porque no tiene razón, y lo sabe. Como lo saben muchos de sus propios diputados y correligionarios, perfectamente lúcidos para entender que el Estatuto de Cataluña plantea una inadmisible reforma constitucional que no hay modo de salvar sin un destrozo completo de su desquiciada ristra de propuestas de soberanía. Esos parlamentarios se taparán la nariz -«tapiate il naso e vota» dicen los italianos- y votarán contra su conciencia por disciplina de partido y de poder. El resto de los socialistas españoles que aún creen en una nación de ciudadanos iguales se encomendarán a aquello en que más confíen y aguantarán durante unos meses la respiración esperando a regañadientes que su líder no les conduzca al desastre que temen, intuyen y, cada vez con mayor intensidad, son incapaces de explicarse mientras se preguntan por qué diablos hemos llegado hasta aquí.
No dejen de leerla entera
Cierto que una vez el voto en la urna es difícil que te hagan caso. Pero para eso tenemos libertad de montar otros partidos y demostrar que merecemos el voto, de meternos en los q ya hay y cambiarlos, de formar nuestras propias sociedades civiles, sindicatos, organizaciones empresariales, asociaciones de vecinos, etc., etc.
Pienso que la democracia de hoy es más democrática que la de hace, pej, 20 años, cuando hacer pucherazos todavía era más que posible (conozco algún caso muy familiar)
Bonito ejercicio de cinismo.
Los medios de comunicación forzosamente han de dar la razón a sus lectores. Primero, para que lo sigan siéndo y en segundo ligar, para que les crean después cuando llegue la hora de quitársela.
Si los partidos politicos de la nación están al servicio de intereses espurios, los medios de comunicación dan mucho más asco todavía. Mucho más. Sobre todo el grupo Prisa y su orientador, el fatuo intelectualoide (y cliente de negros) Cebrián, que recibe a islamistas con el sombrero en la mano.
Qué he hecho hace un mes?: Anular mi cuenta de la Caixa. Y a partir del miércoles cuando aprueben ese dichoso ESTATUTO DE CATALUÑA, en mi casa no entrará ni UN SOLO PRODUCTO DE O PROCEDENTE DE CATALUÑA. Quieren echar culpa a los politicos, pero ellos (más del 76% de catalanes estan de acuerdo con el estatuto y no se consideran españoles) pues bien, ellos son los que han elegido a toda esta gentuza. Desoe a los catalanes lo mejor cuando estén separados y por favor…la pela, a buscarla a otro sitio. YA ESTA BIEN, NO?
no, disiento, amigo Kantor. A eso le llamamos democracia, pero en cuanto hemos terminado de votar por un partido X, estos se hacen con las riendas de ,lo que pasa, sin que crean necesario preguntarnos a nosotros.
Hay mejores formas, no partidocráticas, de tomar decisiones que nos afectan a todos.
Eso no es verdad: la gente vota por estos partidos. Esto es exactamente una democracia.
democracia, no lo sé. Yo cada día que pasa, menos esperanzas tengo de que algún día disfrutemos de democracia en este país.
El argumento es válido para el Estatut y para cualquier otra votación: vivimos en un verticalismo señorial de «representantes» que autorrepresentan a la camarilla interna del partido que les sitúa en las listas, subordinados al líder/caudillo que decide su presente y futuro político y burocrático.
Nada de lo cual es «democrático»: ni el «verticalismo», ni las «señorías», ni los «representantes que se autorrepresentan», ni las «camarillas», ni los «líderes/caudillos, ni las «burocracias».
¿A qué ficción jugamos pues llamando «democracia» a lo que no tiene nada de tal?
¿Para cuándo la «democracia real» o como quiera llamarse a un modelo verídico de decisión ciudadana de los temas públicos, que sería exactamente lo contrario de lo descrito?